Teatro

La escritura como desahogo

27 de marzo, día mundial del teatro

21 marzo, 1999 01:00

La Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) celebra el Día Mundial del Teatro con una lectura de "La Caramba en la iglesia de San Jerónimo el Real", de José Martín Recuerda. La pieza será leída por una treintena de autores, en la sede madrileña de la SGAE, el día 25 de marzo. Con tal motivo, el autor reflexiona sobre esta obra, su vida y el teatro que defiende.

Yo nací en Granada, en el número 9 de la plaza de Bib Rambla. Estudié Filosofía y Letras y obtuve el Doctorado. La enseñanza, mi labor pedagógica, siempre ha sido una prolongación y complemento de mi labor como dramaturgo. Desde la infancia, mi vocación fue siempre el teatro, a pesar de alguna incursión en la novela. Mi pasión siempre ha sido, puede decirse, el crear vida desde un escenario. Así es que concibo la escritura teatral en función de su representación escénica, sacrificando cualquier expresión retórica o literaria que no pueda "mantenerse en pie" desde la realidad escénica y pueda menoscabar la verdad dramática.
"La Caramba en la iglesia de San Jerónimo el Real" es, creo yo, una progresión lógica del "teatro-fiesta" que inauguraba con mi obra "Las arrecogías del Beaterio de Santa María Egipciaca", que continuaba con "El Engañao" y "Caballos desbocaos" y culmina en "Las reinas de Paralelo" y "La Caramba...". Está última está escrita con intención (y estructura) de convertirse en un musical o una ópera, sin por ello quedarse en simple "libreto" o soporte tradicional de tales modalidades o expresiones teatrales. Sin embargo, su representación como obra dramática es perfectamente factible. En "La Caramba...", personaje teatral, he querido resumir todas las frustraciones del pueblo de la época (mediados del siglo XVIII, en tiempos de Carlos III); pueblo "bárbaro", con el que chocaban las no siempre desinteresadas "buenas intenciones" de los "ilustrados" de la época. Por tanto, quedan en un segundo plano los escasos datos significativos, el mito o la leyenda, sobre la posible realidad histórica del personaje, es decir, de "La Caramba", famosa tonadillera.

Yo no me fío mucho de las esperanzas. Mejor dicho, en el teatro no se pueden tener muchas esperanzas. Se sueña, se vive esperando; pero los sueños y esperanzas son casi siempre baldíos, sobre todo, para aquel que hace arte escribiendo teatro, e incluso busca, por encima de todo, una profunda verdad dramática. Y casi mejor que estos dichos es aquel que encierra la siguiente idea: "si haces arte en el teatro, indagando en las raíces de la sociedad en que vives, casi condenarás tu vida". No hay cosa más peligrosa que reflejar en las obras teatrales la sociedad en que se vive sin pensar en la trilogía de "él, ella y el amante" que tan al uso estuvo en todos los tiempos decadentes, y en éste en que vivimos, por supuesto también. Pero lo terrible de todo esto es que el teatro casi no existe en la actualidad, lo cual nos dice que puede existir una gran decadencia cultural, debida a que a los políticos que están en el poder, no les interesa que se diga la verdad existente en que se vive. A pesar de lo que digo, observo que en los pueblos españoles se va levantando una juventud desorientada tal vez, que quiere luchar por el teatro; juventud que quiere decir con angustia lo que bien sabe, aunque le cierren las puertas en sus caminos. Estoy harto de saber que las juventudes de las autonomías de España luchan por el teatro, aunque se equivoquen al hacer su trabajo teatral y las obras que elijan, porque, como es natural, no tienen formación. En España no existen Departamentos de Drama, como en casi todas las naciones civilizadas del mundo. Mucho se podría hablar del teatro español de nuestros días, sobre todo, de los vividores que quieren seguir viviendo con conceptos falsos del teatro de hoy.

A pesar de todo lo que digo, mis esperanzas en el presente, a veces están llenas de escepticismo, pero, sin querer o queriendo, tengo que seguir luchando por el teatro, siempre, claro está, haciendo el teatro que hice y que hago, sin pensar que éste pueda llegar a realizarse. No me importa. Escribo como escribo y todo mi teatro va quedando como un hermoso desahogo de mi conciencia. Y sí, a veces tardé en estrenar obras unos diez años. Obras que ya estaban escritas. Por eso sueño en que lo que se escriba con amor y arte reflejando el mundo y la sociedad en que se vive, tarde o temprano, llega a los escenarios o a la lectura de muchos, no sólo españoles, sino extranjeros. Termino estas líneas, pero no quiero dejar de decir que tengo obras empezadas y tengo muchas que quisiera vivirlas más. Sueño con ver y ver mundo cada día. Sueño con conocer más y más la vida humana. Conocer la vida de mis andaluces y de mi España. De aquí, como ya dije, ha brotado siempre mi teatro. Me parece, en estos momentos, ver y ver todo un mundo andaluz y español que me dice casi a gritos: "¡Sigue, sigue! ¡No dejes de luchar contigo mismo y con las obras que te aprisionan y desean salir de ti!"