Teatro

Silvia

28 marzo, 1999 01:00

Autor: A.R. Gurney. Adaptación: Juan José Arteche. Dirección: Josep Costa. Intérpretes: Francisco Vidal, Pilar Massa, Gloria Muñoz, Jesús Castejón. Teatro: Fígaro. Madrid.

La historia de un matrimonio maduro que tiene conflictos por la llegada de una perrita a su rutinaria vida en su apartamento de Nueva York tiene unas enormes posibilidades dramáticas y satíricas como corresponde a todas las historias con animales, siguiendo la primigenia tradición de las fábulas. Además, que el personaje de la caniche esté completamente integrado en los diálogos y situaciones de la obra como un humano más, genera una situación dramática peculiar que podría dar lugar a ricos juegos teatrales.
El primer problema de la obra es la traducción de Arteche. Los debates entre republicanos y demócratas, los chistes referidos a Reagan o Nixon, están pidiendo una adaptación real a España con la que el público pueda reconocerse mas fácilmente.
La dirección y la escenografía de Josep Costa son muy pobres. La producción y la imaginación de este montaje respiran carencias por todas partes, es lo que podríamos llamar "un espectáculo teatral de serie B". Hay que ser mucho más exigentes artísticamente; el público español se lo merece.
Ninguno de los actores y actrices son malos, pero no llegan a alcanzar con su trabajo nada interesante, emocionante. Pilar Massa "la culpable de esta locura" tampoco llega a componer nada memorable con su interpretación del personaje de la perrita, que eso sí, dice tacos como un camionero a la par que sale a escena con sofisticados trajes. Sólo Jesús Castejón (perteneciente a una saga de notables cómicos españoles) consigue arrancar las risas de un público no demasiado entregado. Para el buen momento que vive la cartelera madrileña, obras como ésta "desmerecen". No es serio (ni artística ni comercialmente) conformarse con tan poco. La historia de un matrimonio maduro que tiene conflictos por la llegada de una perrita a su rutinaria vida en su apartamento de Nueva York tiene unas enormes posibilidades dramáticas y satíricas como corresponde a todas las historias con animales, siguiendo la primigenia tradición de las fábulas. Además, que el personaje de la caniche esté completamente integrado en los diálogos y situaciones de la obra como un humano más, genera una situación dramática peculiar que podría dar lugar a ricos juegos teatrales.
El primer problema de la obra es la traducción de Arteche. Los debates entre republicanos y demócratas, los chistes referidos a Reagan o Nixon, están pidiendo una adaptación real a España con la que el público pueda reconocerse mas fácilmente.
La dirección y la escenografía de Josep Costa son muy pobres. La producción y la imaginación de este montaje respiran carencias por todas partes, es lo que podríamos llamar "un espectáculo teatral de serie B". Hay que ser mucho más exigentes artísticamente; el público español se lo merece.
Ninguno de los actores y actrices son malos, pero no llegan a alcanzar con su trabajo nada interesante, emocionante. Pilar Massa "la culpable de esta locura" tampoco llega a componer nada memorable con su interpretación del personaje de la perrita, que eso sí, dice tacos como un camionero a la par que sale a escena con sofisticados trajes. Sólo Jesús Castejón (perteneciente a una saga de notables cómicos españoles) consigue arrancar las risas de un público no demasiado entregado. Para el buen momento que vive la cartelera madrileña, obras como ésta "desmerecen". No es serio (ni artística ni comercialmente) conformarse con tan poco.