Teatro

"Si los niños ven teatro es gracias a su profesor"

Julio Jaime Fischtel, Director de la sala San Pol de Madrid

23 mayo, 1999 02:00

Julio Jaime Fischtel dirige el teatro de mayor éxito de Madrid: la sala San Pol. Todos los días, unos 500 niños abarrotan el patio de butacas. Este milagroso lleno se produce merced a las campañas escolares que el equipo de la San Pol ideó hace 16 años, cuando alquiló la sala, y que hoy le mantiene en contacto con 1.400 colegios y 7.000 profesores de la Comunidad de Madrid y de otras provincias limítrofes. El director está convencido que la afición al teatro empieza en la escuela.

La sala San Pol se encuentra a orillas del río Manzanares, en un barrio muy agradable de Madrid. No es un lugar muy céntrico pero el teatro está en una plaza que permite aparcar con facilidad a los autobuses que a diario traen y llevan a su numeroso y pequeño público. El de hoy es realmente pequeño, no tiene más de cuatro o cinco años. Son casi las doce de la mañana y la función va a terminar. Sobre el escenario una escenografía recrea la casita de chocolate de "Hansel y Gretel", la última producción de La bicicleta, compañía de la San Pol. Los niños siguen la función con entusiasmo, se incorporan del asiento, indican a los protagonistas los peligros que les acechan. Hasta que su profesora llega chistando.
En el piso de arriba, por la entrada al anfiteatro, se encuentra el despacho de Julio Jaime Fischtel. Nada de lujos, un pelín desordenado. Cuando se habla de teatro para niños surge de inmediato el nombre de Fischtel. Hace 16 años que su compañía alquiló la San Pol, con la idea de que podría animar a los colegios a llevar a sus alumnos al teatro. Pusieron en práctica la idea y hoy el fruto está más que maduro.
-¿Cómo fue que llegaron a una sala estable?
-éramos cómicos de la legua. íbamos girando permanentemente por toda España. Nos unimos dos compañías -Chirimbolo y Cocktail Teatro Pirata- por la necesidad de encontrar un espacio donde representar y trabajar tranquilos. Estábamos cansados de viajar, cargar la furgoneta, descargarla, montar el escenario, hacer la función, desmontar y volver a cargar. Entonces buscamos un espacio. Al principio estuvimos en el cine Ideal de Madrid pero no resolvíamos nada pues se proyectaban películas y había que montar y desmontar todos los días. Luego encontramos esta sala que fue el primer cine-estudio Griffith que hubo en Madrid.
-Y ¿cómo una compañía infantil sostiene una sala?
-Tenemos ayudas del INAEM, gracias a Eduardo Galán, el subdirector de teatro, que es una persona muy sensible al teatro para niños. Hubo un momento en el que las ayudas oficiales desaparecieron pero afortunadamente hemos encontrado un patrocinador, los chocolates Kit Kat. No entiendo por qué razón el deporte sí puede ser patrocinado y no el teatro. Cuando ha venido algún periodista a hacerme fotos y he pretendido ponerme delante del anuncio, siempre me han retirado.

16 años de campañas escolares
-¿Cómo organizan las campañas escolares?
-Nosotros enviamos a los colegios, dos o tres veces al año, un folleto en el que se recoge toda la información de nuestros espectáculos, el nombre de la obra, de qué trata, a qué edad va dirigida, qué duración tiene, el precio, qué días se representa. Cuando llegamos, en1983, fuimos al Ministerio de Educación y pedimos los listados de los colegios. Diez años después, tenemos un "mailing" más importante que el del Ministerio de Educación e, incluso, más actualizado. Alrededor de Madrid hay 2.500 colegios a los que les enviamos información. Y no sólo a Madrid, también a Toledo, Ciudad Real, Cuenca, ávila. Tenemos un "mailing" de 7.000 profesores que alguna vez han venido a San Pol. Son los que realmente reciben nuestra información. Hace 16 años les teníamos que llamar por teléfono, en este momento lo que hacemos es recibir sus llamadas.
-Debe dar mucho gusto recoger el fruto de lo plantado...
-Pues sí. A finales de octubre y comienzos de noviembre tenemos ya casi completa la campaña del primer trimestre académico.
-¿De qué depende que los niños vayan al teatro: de la escuela o del profesor?
-Depende exclusivamente del profesor. Hay colegios que tienen un coordinador que se encarga pero generalmente es el profesor. Se han dado casos en los que han llamado dos profesores del mismo colegio que no se habían puesto de acuerdo. Es cuestión de voluntad. Los colegios todavía no tienen claro que el teatro puede ser un complemento de la educación, tal y como lo entendemos nosotros. Cuando enviamos la ficha de reserva, enviamos también una ficha didáctica para que los niños sepan lo que vienen a ver. Y cuando se van, los profesores se llevan otra ficha para trabajar posteriormente. El teatro debe ser fundamentalmente un entretenimiento, pero también una forma de aprender.
-¿Cada cuánto vuelven los niños?
-No tenemos una estadística. De los 2.500 colegios de nuestro listado, nos han visitado unos 1.400. Es decir, que todavía hay 1.000 colegios que todavía no han venido.
-Y ¿por qué?
-Nosotros seguimos mandándoles información pero también sabemos por qué no vienen. En general, los profesores son mayores y no asumen el riesgo de salir con niños; otra razón es la económica y además, porque son colegios del ayuntamiento de Madrid y éste mantiene una competencia desleal con el teatro para niños. El ayuntamiento hace teatro gratis. Hace una campaña por la que financia compañías y ofrece a los colegios entradas gratuitas para el Centro Cultural de la Villa.

Competencia desleal
-Muchos considerarían que es una política de fomento del teatro.
-Nosotros hacemos teatro, pero somos una empresa. Es más, las circunstancias del medio en el que nos movemos nos han obligado a constituirnos en una sociedad. Nosotros vendemos entradas de teatro, mantenemos una empresa de diez trabajadores, con salarios y seguridad social; además de todos los actores y escenógrafos que nos prestan sus servicios. Y claro, el ayuntamiento me cobra el impuesto municipal, pago el 16% del IVA, y los impuestos de la comunidad, como cualquier empresa. Entonces, ¿por qué tengo yo que competir en desigualdad de condiciones?
-Pero ¿a qué desigualdades se refiere?
-Ocurre que algunos colegios han suspendido su visita a San Pol porque han conseguido la campaña del ayuntamiento, en la que se movilizan alrededor de 10.000 niños todas las temporadas. Imagínate que en vez de regalar entradas, regalaran café con leche, sería un escándalo para las cafeterías.
-Y ¿quién paga las entradas de la San Pol?
-Cada niño, es decir, el padre. Pero es una entrada simbólica, son 700 pesetas.
-Insiste mucho en diferenciar teatro para niños y teatro infantil.
-Sí, nosotros hacemos teatro para niños. El teatro infantil es el que protagonizan los niños, el de los colegios. Pero aquí todos somos adultos, aquí no hay niños que decidan el repertorio. Incluso los personajes de Hansel y Gretel no son dos niños, sino dos actores profesionales que están representando el papel.
-¿Sería partidario de que se creara un centro dramático oficial de teatro para niños?

Una compañía oficial
-No soy partidario de crear otro centro dramático. Hubo una experiencia -el Centro Nacional de Iniciación del Niño y el Adolescente al Teatro- que se transformó en la maquinaria propia de cualquier centro público. Un teatro como el nuestro funciona con diez personas, uno público supone una burocracia impresionante y no creo que el Estado esté en condiciones de crear 17 centros porque ¿para qué sirve una buena compañía instalada en Madrid o Barcelona? Mi opinión es que hay que apoyar a las salas.
-Ustedes no se pueden quejar, reciben ayudas.
-Bueno, la ayuda que me dio la Comunidad de Madrid el año pasado supuso una octava parte de la producción de la obra y no alcanzó ni para pagar un mes de alquiler de local. Fue un millón de pesetas.
-¿Y el Ministerio de Cultura?
-En este caso sí. Recibimos ayudas para el mantenimiento del local y para la producción. Suponen del 15 al 20 por ciento de nuestros ingresos.
-Durante la semana, el teatro funciona con las campañas escolares. Pero ¿qué acogida tiene los fines de semana?
-Si llueve o nieva, se pueden quedar fuera unos cincuenta personas. Si es un día soleado, llenamos la mitad del aforo, unos 250. Cuanto peor esté el tiempo, mejor para el teatro. Pero nosotros, al contrario que la mayoría de los teatros, no nos quejamos de falta público, sino de que nos retiren las subvenciones porque nos veríamo obligados a subir el precio de las entradas . Nuestro precio es a 975 pesetas y no podemos pasar de ahí.
-¿Cree que podrían subsistir más experiencias como ésta en Madrid?
-Sí, sí, sí... si se atiende bien al público, se hacen productos de calidad, se trabaja con seriedad.
-Y éste fenómeno de las campañas escolares ¿es exclusivo de estos últimos quince años?
-Anteriormente, cuando yo llegué a España, en 1973, (Fischtel es de origen argentino), había una compañía que pertenecía a la sección femenina y que actuaba en el María Guerrero. Allí ví bonitos espectáculos pero eran funciones esporádicas. Sin embargo, las campañas escolares es una iniciativa de la San Pol. Cierto que El Gallo Vallecano también las hizo, pero no con la misma continuidad que nosotros.
-Desde el punto de vista empresarial, es una estrategia acertada pero, ¿también desde el punto de vista de fomento del teatro?
-Hombre, hemos tenido 1.500.000 de espectadores en todos estos años. Con que sólo el 10 por ciento se hubiera aficionado al teatro, estaría contento.
-La mayor parte de las obras que programan son cuentos tradicionales que usted mismo adapta ¿por qué los autores de teatro para adultos apenas escriben para los niños?
-Al concurso del pasado año de la Asociación Española de Teatro Infantil y Juvenil (AETIJ) sólo se presentaron 19 autores y me parece que no está mal remunerado: son 500.000 pesetas para el ganador y el compromiso de que nuestra compañía montará la obra. Pero no hay muchas obras originales. A mí me interesan mucho los cuentos tradicionales y nos critican precisamente que los escenifiquemos porque dicen que vamos a lo seguro. Yo creo en ellos y, por el contrario, rechazo la desmitificación de los personajes populares de los cuentos.
-¿Ha cambiado el público infantil en los últimos quince años?
-Sí, ha cambiado mucho. Los niños de hoy son muy despiertos, con una gran capacidad de atención. Hoy yo no me atrevería a pedir su colaboración desde un escenario como hacíamos antes. Subirían sin pensárselo dos veces. Hoy el teatro para niños no necesita ese tipo de incentivos.