Teatro

Entre bobos anda el juego de Francisco de Rojas Zorrilla.

18 julio, 1999 02:00

Dirección: Gerardo Malla. Intérpretes: Cristina Marcos, Rafael Castejón, Jesús Castejón, Francisco Lahoz, Janfri Topera, Paloma Paso Jardiel, Mónica Cano. Teatro: Hospital de San Juan de Almagro (Ciudad Real).

Se ha dicho que incluir este título en el repertorio de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) era facilón, ya que debería rescatar obras más desconocidas y ambiciosas del Siglo de Oro. Pero ¿por qué la CNTC no debe llevar a escena clásicos que en su tiempo fueron lo que hoy llamaríamos grandes éxitos comerciales? El texto adolece de una versificación compleja, pero es ingenioso y muy divertido; el tema -la libre elección de marido por la mujer- es tratado con originalidad, tanto por su estructura de comedia itinerante (organizada como un viaje de Madrid a Toledo) como por el retrato de los personajes que hace su autor y que originó la "comedia de figurón". La versión de Gerardo Malla consigue algo que se echaba de menos en las últimas producciones del Clásico: un reparto equilibrado. Da gusto comprobar que sí hay actores jóvenes que dicen el verso con naturalidad, sin gritos. Sólo hay que oir a Francisco Lahoz, también a Janfri Topera a quien los papeles bufonescos le van como un guante, Cristina Marcos prosigue su camino ascendente, por no hablar de Jesús Castejón en su grotesco personaje de Don Juan o Rafael Ramos en el del remilgado Don Luis. Ojalá que estos actores, cuando salgan de este escenario al aire libre que es el Hospital de San Juan de Almagro, adapten sus voces a las condiciones acústicas de los teatros cerrados y conserven su tesitura. La escenografía es de una sencillez aparente. Un sinfin de telones pintados sirve para ambientar las distintas escenas con un resultado hermoso, muy teatral. Pero el recurso de proyectar dibujos para resolver un viaje en coches de caballos no es eficaz, tampoco las sombras chinescas, que resultan incomprensibles. Ni esa coreografía con la que los actores despiden la obra: no viene a cuento y confunde al público, que no sabe cuándo aplaudir. La obra viene precedida por una loa, género que servía a las compañías para ganarse al público alabando al pueblo donde actuaban, o a sus santos o personajes ilustres. Aquí, se pide que tengan piedad con los esforzados actores. Pero no es piedad lo que este elenco se merece, sino el reconocimiento a su trabajo.