Teatro

"Viejos tiempos", en el Artenbrut barcelonés

Harold Pinter; el silencio y lo demás

19 diciembre, 1999 01:00

"Viejos tiempos", de Harold Pinter, llega el próximo miércoles a la sala Artenbrut de Barcelona. El texto del autor inglés, uno de los más importantes de la actualidad escénica europea, refleja la capacidad destructiva de la memoria a través de un triángulo amoroso interpretado por Mercé Anglés, Lluisa Mallol y Pere Arquillué. Obsesiones, celos, erotismo y desequilibrios psicológicos son algunas de las constantes de Pinter, que busca la verdad existencial en la ambigöedad del silencio

Carme Portacelli empezó a dirigir a finales de los 80, pero cuando se atrevió a tomar en solitario la batuta de un montaje ¡levaba muchos años de aprendizaje al lado de Fabiá Puigserver y la mayoría de directores del Teatre Lliure, con los que trabajó durante años como ayudante de dirección. Tal vez esa escuela haya condicionado su gusto por un teatro de repertorio contemporáneo, que frecuenta casi sin excepciones, y por una determinada dirección que mima por encima de todo al actor como vehículo de la palabra.

Möller, Chejov, Schwab, Pintor y algunos jóvenes dramaturgos han sido, en estos últimos años, el blanco de sus intereses teatrales. En las últimas temporadas, los montajes de Portacelli han podido verse en salas de pequeñas dimensiones, en parte porque un espacio de esas características suele favorecer a su trabajo con los intérpretes.

Esta semana estrena en el Artenbrut, con producción de la misma sala, el segundo Harold Pinter de su carrera como directora. El primero fue, aún en el Lliure, El muntaplats (El montaplatos), en 1987. Ahora se atreve con Els vells temps (Los viejos tiempos), una de las piezas paradigmáticas de la producción del dramaturgo inglés.
Harold Pintar (Londres, 1930), uno de los más representativos autores británicos vivos, publicó Old Times en 1971, poco después de escribir algunos de sus textos más crípticos, como The Homecoming, En ella, el autor volvió sobre sus eternas preocupaciones: las obsesiones, los celos, el erotismo, la familia o el desequilibrio mental, a través de las peripecias de tres personas sorprendidas -como también es habitual en su obra- en el peor momento de sus vidas, y arrastrados por ello a una creciente preocupación por su propia supervivencia. En concreto, la trama de Los viejos tiempos nos sitúa ante un triángulo amoroso. El matrimonio formado por Kate y Deley recibe la visita de Anne, una amiga de la adolescencia a quien llevan más de quince años sin ver. El encuentro, sin embargo, desencadenará todos los fantasmas del pasado, y pondrá a prueba la capacidad destructiva de la memoria.

Entramado de relaciones

Como también es rasgo distintivo de Pinter, la ambigöedad es el entramado sobre el que se tejen todas las relaciones de esta aparentemente sencilla trama, hasta el extremo de que los silencios -preocupación casi obsesiva del dramaturgo- llegan a revestir mucha más importancia que las palabras. Así, ninguno de los conflictos que tienen lugar sobre la escena logra resolverse y apenas se desarrolla, y la acción única transcurre aparentemente como si entre el planteamiento y el desenlace nada hubiera sucedido.

Una curiosidad, al respecto de la preferencia de Pinter por los actos únicos: el autor escribió gran parte de sus dramas pensando en la televisión y la radio, medios en los que ha trabajado durante años. Sólo más tarde estos se llevaron al teatro.

De hecho, gran parte de la trayectoria profesional de este casi autodidacta de las tablas inglesas ha tenido que ver con la televisión y la radio. Hijo de un sastre judío, Pintar nació en East London y dejó los estudios tras dos años en la London's Roya¡ Academy of Dramatic Art. Empezó a publicar -poesía- en los 50, y ese mismo año -tenía sólo 20- entra a trabajar en la cadena radiofónica de la BBC. Antes de estrenar su primer drama, The birthday party (La fiesta de cumpleaños), poco antes de cumplir los 30, trabajará como actor bajo el seudónimo de David Baron.

Desde ese momento, escribirá incansablemente, sin abandonar jamás el teatro radiado o televisado y la gestión teatral más activa, desde la codirección -asumida en 1983 junto a Peter Hall- del National Theatre o la direccion de la United British Artists, desde el 93. Como dramaturgo, Pintor está considerado uno de los autores más complejos de la generación que despuntó tras la Segunda Guerra Mundial. Sus constantes son la temática acerca de la incomunicación y el silencio y su magistral modo de definir psicológicamente a los personajes.

"Lo que más me seduce de Pintor", explica Carme Portacelli, "es lo que sus textos no dicen, lo que se insinúa, los mecanismos de que se vale para esconder todo aquello que no queremos saber, lo que no queremos que nos digan". Esta característica, por cierto, es también el mayor atractivo que para Mercó Anglés, la actriz que interpreta a Anne, despertó el texto desde el primer momento. "Pintor utiliza a estos personajes que llevan años sin decirse nada, que jamás se dijeron nada, para trazar una crítica al sistema y a la sociedad. En realidad, todo es fruto de una gran hipocresía, todo quedará como estaba porque nadie va a hacer nada para resolver las cosas."

Al atractivo de la obra en sí, Anglés suma el de la dirección, que cree en las mejores manos: "Carme es ideal para dirigir este tipo de piezas, porque es sobre todo una directora de actores, y pone mucho empeño en ir más allá de lo que el texto dice, en llegar a lo más profundo de la obra", explica la actriz. La directora no le quita la razón, pero añade una mirada sobre su propio trabajo: "Para mí, dirigir es realizar una determinada lectura de una obra, plantearme dónde estoy y a dónde quiero ir a parar, y llevar al texto de un lugar al otro. Está claro que este trasvase tiene que ser mediante los actores, porque es con ellos y con poco más con lo que contamos". "Eso no significa", bromea, "que si un día tengo buenos medios no pueda hacer un enorme montaje con una magnífica dirección de actores".

¿Y a dónde quería llegar Portacel en esta ocasión, partiendo de dónde? Su respuesta no vacila: "A la reflexión sobre la imposibilidad de comunicarse a partir de la auto todefensa", dice. Y a continuación explica: "Cuando te pones a la defensiva no puedes transmitir nade de lo que sientes. Eso es lo que le, pasa a los tres protagonistas de Ia obra de Harold Pinter, La incomunicación late en ella en todo momento, como late en los contenidos de gran parte del teatro contemporáneo. Vivimos en una sociedad que nos lo pone muy diifícil cuando queremos expresar nuestros sentimientos".

El papel de Kate lo interpreta Lluísa Mallol. Cerrando el triángulo, Pere Arquillué en la piel de Deley un hombre que codicia a ambas mujeres: su esposa, y la amiga recuperada. Para Arquillué, quien últimamente apenas se deja ver por las salas pequeñas, el principal atractivo del texto está en su trasunto: "Habla de traiciones, de un amor que se arrastra toda la vida, molesto como un moscardón, y de una suerte de memoria confusa, de una pasión turbia de la que cada espectador podrá extraer sus consecuencias". Y precisamente eso, la participación del espectador es uno de los mayores alicientes que le ve al espectáculo, la capacidad de que el público entre en contacto con la idea del autor a través de los planteamientos escénicos, de ideas sugeridas y de espacios en los que tiene un lugar imprescindible los que salen al encuentro de un teatro completamente participativo. "El teatro de Pinter requiere un público activo, porque hace trabajar al espectador. Trabajar en el buen sentido: el de generar interrogantes y reflexión."

Esto último, por cierto, tiene mucho que ver con el tipo de teatro por el que se confiesa interesada Carme Portacelli y que ella define sin dudarlo ni un segundo: "El que tiene un alto contenido social y político, el contemporáneo, el austríaco y alemán, ciertos autores jóvenes -como Cherna Cardeña-. Nunca he montado un Brecht, pero seguramente lo haré. Y monté un Shakespeare, pero fue sólo por llevarla contraria."

La ficha técnica de Els vells temps se completa con la escenografía de Xavier Garcia y la traducción de Joan Josep Estrella. Puede verse desde el próximo 22 de diciembre en la sala de Gracia hasta el 30 de enero.

Harold Pinter desarrolló su talento en distintos ámbitos a través de una extensa obra que atestigua su personalidad polifacética. Dramaturgo, novelista, actor, guionista de radio y televisión, entre sus piezas teatrales destacan The Room (La habitación, 1957), The Dumb Waiter (El camarero mudo, 1960), The Dwarfs (Los enanos, 1960), One To Another (Uno para otros, 1961), The Lover (El amante, 1963), The Homecoming (Regreso al hogar, 1965), Old Times (Los Viejos tiempos, 1971), Party Time (tiempo de fiesta, 1994) o Ashes to ashes (Cenizas a las cenizas, 1996), entre otras. Se le deben diversos dramas menores para radio y televisión: The Collection (La colección, 1961) o The Servant (El sirHente,1963), de la novela de R Maugham, uno de sus varios guiones para el cine, el medio en el que centra su actividad profesional y cuyos frutos han sido: The Accident ( El accidente, 1967), The GoBetween (1971), The Last Tycoon (El último magnate, 1974, guión de la película dirigida por Elia Kazan en 1976),The Prench Lieutenant's Woman (La mujer del teniente francés, 1981, novela de John Fowles), Betrayal (Traición, 1982), Turtle Diary ( El diario de la tortuga, 1985), Reunión (Reunión, 1989), The Handmaid's Tale (El cuento chamano, 1990), The Comfort of Strangers ( El consuelo de los extranjeros, 1990) y The Trial (La Prueba, x)90).