Teatro

Un actor a una nariz pegado

"Cyrano de Bergerac"

6 febrero, 2000 01:00

Poesía exuberante, amor, aventuras, acción, humor... son los elementos que concentra Cyrano de Bergerac y que hacen de su protagonista uno de los personajes más deseados por los actores. El Teatro Español de Madrid, por tercera vez en su historia, acaba de estrenar la obra con Manuel Galiana en el papel del héroe romántico. Se trata de una ambiciosa producción por la que desfilan más de 50 personajes que ha dirigido Mara Recatero.

Manuel Galiana, quizá el actor español en activo que más veces se ha subido a las tablas, -"desde 1964 no hay temporada que no haya actuado"- es desde el 5 de febrero, en el Teatro Español de Madrid, Cyrano de Bergerac. Y es, como dice el propio Galiana, "uno de esos papeles que todo actor siempre quiere interpretar, como Segismundo o Hamlet, por lo que llevo preparándolo toda la vida. Para mí es un regalo que me lo hayan ofrecido, a pesar de todas las dificultades que entraña".

Y las dificultades son muchas. Mara Recatero, directora del montaje, señala que "el del gascón es el papel más largo que conozco y, además, es un verso bastante difícil". Por su parte, el actor alude dos razones poderosas: "por un lado, todo el mundo tiene una idea preconcebida del personaje, y aunque no me dan miedo las otras buenas interpretaciones que se han hecho, es un handicap para mí; por otro, el personaje exige una gran resistencia física, por la extensión del verso y por la energía que se derrocha durante la representación". Pero Galiana prefiere eludir el tema, ya que a su juicio, "el público no debe advertir nunca la dificultad de un papel y si lo hace es que no está bien interpretado, no se hace con naturalidad".

Memorable Galiana

Aunque a Galiana se le recuerda en papeles memorables (el mano a mano con José María Rodero en El veneno del teatro, las dos versiones de Tres sombreros de copa o el de Paulino de Ay Carmela!), algunos creen que este personaje le ha venido en el momento oportuno porque se adapta a su edad. Sin embargo, él tiene una particular teoría sobre el asunto, cree en un destino que otorga a los actores los personajes que van a ir interpretando a lo largo de su vida: "Curiosamente, yo hice El Aguilucho, otra obra de Rostand poco conocida sobre la vida del hijo de Napoleón. Es como si estuviera escrito que repetiría con este autor".

De Cyrano, Recatero señala que su gran virtud es que concentra muchos y diversos sentimientos y estados de ánimo: amor, humor e ironía. Por su parte, Galiana habla de un tipo "valiente, arriesgado, muy apasionado y sensible, que busca la muerte por las esquinas y que no le importa morir por la deformidad física con la que le ha castigado la Naturaleza. Su método de defensa en la vida es ser un espadachín. Es un perdedor, un hombre que ha llevado una triste vida".

La historia que se cuenta en la comedia "es una recreación del mito de la bella y la bestia", explica Galiana. Habla de la belleza y del amor: "viene a decir que el amor no es sólo una cuestión física, sino que es comunión de espíritus".

Edmond Rostand (1868-1918), de cuya obra Cyrano ha quedado como su título más famoso, ideó esta pieza a partir de un personaje real, Savinien Cyrano de Bergerac, un caballero francés nacido en el Perigord, en 1619, de fuerte carácter y enorme nariz. Hizo carrera militar pero en 1642 la abandonó para estudiar ciencia y literatura en París. Escribió tragedias y comedias y dos raros libros de ciencia ficción que fueron publicados después de su muerte, en 1655: Los estados y reinos de la Luna y Los estados y reinos del Sol.

En él se inspira Cyrano de Bergerac, que fue estrenada por primera vez en 1897, en el teatro de la Porte Saint Martin de Paris, siendo un gran éxito. La obra, de cinco actos, está ambientada en el siglo XVII, cuando Francia estaba en guerra con España . Cyrano es un soldado de la Gascoña, conocido por su agresividad natural, su valentía y arrogancia. Y como el personaje real, tiene un apéndice que llama poderosamente la atención de él y que resulta irresistiblemente cómico, casi payaso: su nariz, "una península desde la que podrían botarse barcos", en palabras del propio Cyrano.

La popular historia recrea el enamoramiento por su prima Roxanne, aunque ella ama a otro caballero, miembro del mismo escuadrón de Cyrano. Esta relación permitirá a Rostand idear una trama en la que nuestro ridículo héroe demostrará ser una gran poeta enmascarado capaz de seducir el corazón de su dama. La obra tiene sobrados elementos -poesía exuberante, amor, aventuras, acción y humor- para hacer de ella una de las más representadas y siempre por actores de primera fila: José Ferrer la interpretó en 1947, trabajo que le valió un Tony, al igual que Christopher Plummer, que protagonizó en 1974 una versión musical. En 1987, al británico Derek Jacobi no le importó repetir con un personaje deforme. Igualmente, ha conocido numerosas versiones cinematográficas.

En esta ocasión, explica Recatero que la puesta en escena de este clásico se debe al alcalde de Madrid, José María álvarez del Manzano, quien sugirió el título al teatro municipal. Su director, Gustavo Pérez Puig, pensó entonces en estrenarlo el pasado año, al cumplirse el centenario de la primera representación que se hizo en el Español de la obra, protagonizada entonces por Fernando Díaz de Mendoza y María Guerrero. Con posterioridad, en 1955, José Tamayo volvió a representarlo en este mismo teatro con Manuel Dicenta y María Dolores Pradera.

Cyrano de Flotats

Muy aclamada fue también la versión en catalán que Josep Maria Flotats protagonizó en 1985, dirigida por Maurizio Scaparro y que en Madrid se representó en el teatro Pavón. La obra fue la carta de presentación del actor en España tras abandonar Francia. Con una puesta en escena de gran sencillez, la obra se sostenía básicamente en el trabajo interpretativo del actor. No es el caso de la que ahora se presenta en el Español, una gran producción en la que intervienen 40 actores y 14 personajes de figuración y en la que los decorados, diseñados por Gil Parrondo, traen de cabeza a su directora, ya que no caben en el escenario del teatro. Por no hablar del rico vestuario, original de Javier Artiñano, y la profusión de pelucas y atrezzo en general.