Teatro

La inocencia redentora

La Zaranda estrena "La Puerta Estrecha",

19 marzo, 2000 01:00

Acaba de parir otra criatura, la número siete, y ahora hay que criarla. Así entiende La Zaranda el proceso de creación de una obra. Siete meses ensayando en la nave que la compañía tiene en Jerez de la Frontera, hasta que llega el momento de enfrentar la obra al público, aunque esté inacabada. La puerta estrecha se presenta el próximo sábado en el auditorio de San Sebastián de los Reyes (Madrid).

No es casualidad que La Zaranda sea un grupo de Andalucía. De todos es sabido que los andaluces viven con pasión los ritos populares, los adornan, visten y escenifican en forma de procesiones tremendistas, fiestas taurinas y romerías carnales que el fervor religioso amalgama de forma única. ¿Cómo seducir entonces desde el escenario de un teatro a un público que ya tiene callo de auto sacramental? Esta compañía lo tiene claro y su director, Paco el de La Zaranda, llega a formularlo de esta manera: "Sin ser religioso no se puede hacer arte".

La Zaranda es casi una religión. Lleva practicando desde hace 20 años un teatro que en sus orígenes ya manifestó que "quería conducir la obra teatral hasta ese punto de tensión en el que tan sólo un paso separa el drama de la vida...". Un teatro que, al estilo que pregonaba Grotowsky, no busca ni la representación de la vida, ni tampoco ilustrarla, sino que lo concibe como "un acto que se realiza aquí y ahora, en el organismo de los actores y en presencia de otros hombres". O, como dice Paco, un teatro que sea "alimento para el espíritu, teatro como acto de amor, algo en lo que yo me monto para andar por la vida".

El teatro es Arte

Paco prefiere llamar Arte al teatro. ¿Se puede entender el Arte de otra manera que no sea como un acto de amor?. él, que no es amigo de entrevistas ni gusta de grabadoras, que habla por los codos con frases que son versos, así lo nombra: "El Arte nace de la búsqueda de algo más grande que tú mismo, es la búsqueda de lo absoluto".

Ahora, en su último montaje, el grupo vuelve con los temas habituales de su repertorio -los sueños, la memoria, la muerte...- pero esta vez lo hace con una historia que sí tiene principio y fin. La puerta estrecha es un cuento poético sobre el valor de los sueños y la virtud de tener un horizonte que perseguir. Y, especialmente, sobre la inocencia como fuerza redentora, como ángel salvador. La obra, como sus anteriores trabajos, es esperanzadora: "Nuestro trabajo está lleno de esperanza porque es una síntesis del ser humano". Pero además de esa metáfora poética puede hacer una lectura social: la de la inmigración, la de aquellos hombres y mujeres que cruzan el umbral de Europa para internarse en una tierra de tinieblas donde presuntamente sus sueños se harán realidad. Como dicen los personajes, "en este sitio tan oscuro vas a encontrar tus sueños. Los sueños se van con la luz".
Paco insiste que la obra que acaba de estrenar en Alcalá de Henares no tendrá nada que ver con la que se vea dentro de un año, es un ser orgánico, vivo: "Es como un niño que no sabe andar. Hay que darle confianza para que se suelte, para que poco a poco aprenda a andar". Siempre ha sido así con todos los hijos de La Zaranda.
La pieza conserva la estética que el grupo ha cultivado desde sus orígenes, una estética tenebrista que bebe de las obras de Zurbarán, Ribera, la pintura flamenca (Brueghel) y las pinturas negras de Goya y que ofrecen escenas de gran belleza: "Para mí el escenario es un lienzo en negro".

Construyen la escenografía con elementos muy simples, casi de vertedero: puertas que han sido recicladas, marcos de ventanas, maletas viejas. Y ellos, vestidos en esta ocasión con ropas de mujer, resultan perversos, en ocasiones pelín clown. Al final, todos estos elementos configuran el estilo propio que la Zaranda ha encontrado, en el que muchos han visto la influencia de Tadeusz Kantor.

El método de trabajo de La Zaranda siempre es el mismo. La compañía ensaya en una nave a las afueras de Jerez -un sitio muy especial- durante seis o siete meses, lo que ya es un lujo. Comienzan a partir de un texto que propone Eusebio Calonge, autor que también se ocupa de la iluminación y el sonido. Paco, director y actor, y los actores Gaspar Campuzano, Fernando Hernández y Enrique Bustos trabajan con improvisaciones, sugerencias y nuevas ideas. En esta ocasión, y después de 12 años, se ha incorporado una actriz: Carmen Sampalo.
Después de 21 años dirigiendo la compañía, Paco señala los cuatro puntos cardinales que inspiran su teatro: Sófocles, Esquilo, Shakespeare y Calderón y, luego está "mi poeta viviente, Carlos Edmundo De Ory", paisano del grupo y verdadero alma del postismo. También señala al más grande poeta difunto, Rubén Dario, y Maurice Maeterlinck, destacado dramaturgo simbolista que, al parecer, les ha influido poderosamente en este último montaje.

La Zaranda y el público

"El teatro que persigo es emocional pero también reflexivo", apunta. Y explica que su pretensión es que el público tenga un reacción similar a la que se tiene cuando se despierta de un sueño, que salga del teatro creyendo que ha visto algo trascendente, algo que perdure en la memoria. Y esta idea de los sueños le sirve para plantearse la estructura narrativa de la obra, su dramaturgia, en el sentido de que los sueños no siguen una lógica, se suceden en escenas en las que los personajes y los hechos no tienen una coherencia en muchos casos. Es una idea. Sobre cómo buscar la reflexión del público dice: "uno sólo puede planteárselo como un acto de humildad".
Ya es habitual que tras cada actuación, los actores de La Zaranda no salgan a saludar, dejando perplejo al público que los conoce por primera vez. ¿Por qué?. Y Paco de La Zarada contesta con otra pregunta: "¿Acaso pretende el cura que le aplaudan cuando acaba la misa".