Teatro

Vidal Bolaño estrena "a burla do galo"

"Nunca hubo tantos autores buenos"

5 abril, 2000 02:00

Dramaturgo, director, actor, Roberto Vidal Bolaño -uno de los más premiados autores de la literatura gallega- acaba de retomar a Cunqueiro para llevar a Compostela a un Don Juan portugués: A burla do galo (La burla del gallo), un espectáculo que hoy estrena el Centro Dramático Galego. Además, uno de sus últimos textos, Criaturas, ha sido uno de los éxitos de la VIII Feira do Teatro de Galicia, celebrada recientemente en Santiago de Compostela.

Casi todo el teatro de Roberto Vidal Bolaño está íntimamente relacionado con Santiago de Compostela, la ciudad que le vio nacer en 1950. Ahí está el nombre de su compañía, Teatro do Aquí, para la que escribe sus textos, y de la que es director y actor. De sus obras recientes, destacan Sen ir máis lonxe (Sin ir más lejos), un monólogo de hora y media en el que habla de sí mismo, de sus filias y sus fobias, y Doentes (Enfermos), que supuso el regreso del autor al teatro histórico. En éste cuenta cómo el régimen franquista decidió convertir el Hostal de los Reyes Católicos, que era un hospital, en un hotel, y cómo los enfermos crónicos se quedaron desperdigados por Compostela. Desde hace tres años la compañía lleva representando Rastros, y ahora el Centro Dramático Galego lleva a escena A burla do galo (La burla del gallo), pieza en la que el portugués José Martíns -director del Teatro do Noroeste de Viana do Castelo- interpreta a ese Don Juan que Vidal Bolaño pergeñó mirando la narrativa de álvaro Cunqueiro.

- ¿Por qué acercarse al mito de Don Juan desde la narrativa de Cunqueiro?
- Me encargaron un Don Juan, y de entre las orientaciones que podía escoger, me quedé con la que me parecía más coherente con mi universo. Me pareció fantástica la idea que había tenido Cunqueiro -está en el libro Merlín y familia- de que el castigo a Don Juan fuese convertirlo en gallo. Ese juego de mezclar lo real y lo imaginario me parecía muy buena idea. Además, álvaro Cunqueiro es una de las referencias en mi obra.

- ¿Se ríe usted de Don Juan?
- No, este Don Juan es absolutamente fiel al mito. El mito tiene su origen en los romances populares y después hubo muchas versiones. A burla do galo tiene en común con ellas ese gusto por la teatralidad.

- El conocimiento que el público tiene de los mitos le da un cierto nivel de perversión. Llegan al teatro conociendo la historia. ¿Ha sido eso una dificultad?
- Para el escritor, esa perversión puede ser una gran ventaja. Porque lo que hace el autor es darle forma a algo que está ya presente en el subconsciente colectivo.

- Cunqueiro había decidido que su Don Juan fuese portugués. ¿Por qué lo ha mantenido así?
- El hecho de que sea portugués y de que viaje a España para pedir la ayuda del Apóstol le da a la historia una carga cómica y política atractiva. Aporta todo ese juego de relaciones que se da en los lugares fronterizos.

- Habitualmente critica la pérdida de peso que en el mundo de la escena ha tenido el autor dramático. ¿A qué cree que se debe?
- Ese peso se ha perdido en España, pero no en todas partes. Se habla de que no hay autores, o de que somos malos. Seguramente nunca hubo tantos autores tan malos, pero tampoco nunca hubo tantos tan buenos. Supongo que si pierden peso es porque suelen hablar de la realidad en la que viven, tener opinión y defenderla en sus obras. Realmente, los autores resultamos incómodos. Pero el teatro español atraviesa un buen momento.

- Escribe literatura dramática, un género poco valorado en el mundo de las letras. Y lo hace desde una tierra que durante siglos se consideró el fin del mundo. ¿Siente que escribe desde la periferia?
- No me siento en la periferia, ¿periferia con respecto al centro que es Madrid? No creo que Madrid sea el centro. Estoy en mi centro, que es esta cultura y esta ciudad. Los demás me consideran periférico estúpidamente. Pero a mí me representaron en Brasil, en Portugal, van a hacerlo en Andalucía... Puedo escribir pensando en la realidad próxima, la que me sacude cada día, pero esa realidad no es muy distinta de la de cualquier occidental. Quiero que mi teatro interese en todo el mundo, pero no hago teatro universal. Mi teatro tiene que funcionar aquí, si no no podrá funcionar en ninguna parte.

- Quizá habría que saber qué es teatro universal, si existe.
- Eso es imposible. Lo que quiero decir es que cuando hago teatro político y hablo de la relación que se establece entre el poder y la gente, lo hago desde una nación sin Estado; pero es que el mundo está lleno de naciones sin Estado, con problemas parecidos.

- Habla de teatro político. ¿Sigue teniendo sentido este teatro?
- En la medida que exista el teatro, el teatro político no va a perder importancia. Otra cosa es el teatro hecho con intenciones didácticas, como pudo ser el que hacían aquí las Irmandades da Fala. Cualquier discurso debe ser consciente de que es político. Luego está el teatro de tema político, ¿por qué no? De la misma manera que se habla del amor, el hambre o la guerra…