Image: El homosexual o la dificultad de expresarse

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Teatro

El homosexual o la dificultad de expresarse

Copi o la transgresión

3 mayo, 2000 02:00

Jorge Merino, Helena Dueñas y Secun de la Rosa, en una escena

Hace tres meses se representó por primera vez en nuestro país una obra del provocador artista argentino Copi: Eva Perón. Ahora el Teatro Alfil de Madrid estrena el próximo viernes El homosexual o la dificultad de expresarse, un vodevil que reflexiona sobre el deseo y el placer y que ha dirigido Gustavo Tambascio.

Cómo empezar mi acusación? ¿Cómo terminarla? ¿Qué decir en medio?". Estas preguntas se las hacía la Electra de Eurípides hace más de dos mil años. Un grito que alude a la función del teatro en su papel de decir las cosas como son: Acusar, denunciar, suscitar. En esta línea de provocaciones, pero dejando su impronta de irreverencia, se encuentra el teatro de Copi, solamente representado en España hace apenas tres meses en la Casa de América por Eduardo Recabarren (Eva Perón) y la que ahora estrena Tambascio el viernes en el Teatro Alfil: El homosexual o la dificultad de expresarse.

"Copi es un autor bestial que produce rechazo. Sus obras no dejan resquicio para la compasión, pero creo que ahora es el momento para llevarlo a escena, ya que hay una generación menos trascendentalista", explica el director argentino Gustavo Tambascio.

Para Recabarren, primero en adaptar Eva Perón en nuestro país, Copi ha sido un dramaturgo difícil por la tradición española de ponderar lo sacro y profano, "como si la irreverencia no fuese cultura. Si se lee a Copi desde el academicismo, te espanta, pero si uno se puede liberar de los prejuicios, el mensaje es increíble", señala.

Un autor irreverente

Sus alocados argumentos son dramas atroces en los que el glamour, el cómic de adultos, el melodrama fílmico de los años 30 y el vodevil se funden de forma vertiginosa. Así, El homosexual o la dificultad de expresarse cuenta la historia de una madre y una hija de identidad sexual inciertas, exiliadas en Siberia, una región infestada de lobos.

El triángulo lo completa Garbo, una profesora -¿o profesor?- de piano casada con un coronel ruso de insaciable apetito erótico.

La obra, estrenada en París en 1970 dirigida por Jorge Lavelli, reflexiona sobre la elección del objeto sexual, sobre quiénes somos una vez que las distintas máscaras del yo han caído. "Es un intento de hallar respuesta a todo eso que nos diferencia de los animales -expresa Tambascio- y sucede en Siberia, un lugar donde los personajes viven al límite y las pasiones se desatan brutalmente: son capaces de todo en situaciones extremas". Música de jazz (de Miguel Malla), humor delirante, excesos verbales y precipicios dramáticos se mezclan en una farsa con tintes de folletón, llena de imprevistos y de los mecanismos más puros del teatro: los personajes (interpretados por Helena Dueñas, Jorge Merino y Secun de la Rosa) jamás monologan ni filosofan con pretensiones trascendentales. "Copi utiliza el principio básico del teatro: el diálogo como si fuese una partida de pim-pom. Qué resistencia pone B y qué hace A para conseguir lo que quiere", comenta Tambascio. "Lo increíble es que no deja quieto al público y obliga a los actores a llevar un ritmo agotador", añade Recabarren.

Espejos valleinclanescos que deforman la realidad, las obras de Copi superan la transgresión con un halo démodé provocador, desinhibido, demoledor. "Cuando hice Eva Perón elegí a José Martret para hacer el papel de Evita. No era un acto gratuito de dragqueenismo, ni nada que ver con la mariconada, seguí la idea de los actores isabelinos, porque dotaba a la obra de un sentido más potente. Copi va más allá de todo esto", asegura Recabarren

Dibujante y escritor

Nacido en Buenos Aires en 1939 en el seno de una familia de magnates de la prensa famosa por sus excentricidades, Copi se trasladó a París en los 60, en los que destacó por sus viñetas de la mujer sentada en "Le Nouvel Observateur". Más tarde se haría célebre por sus novelas brutales e irreverentes y sus escandalosos y exitosos estrenos de Loretta Strong, La Pirámide o La noche de Madame Lucienne, que le han llevado a ser considerado como una de las figuras legendarias del underground europeo.

Sus obras están pobladas de travestis, seres del pasado, putas, burgueses desesperados, drogadictos y culturistas disfrazados de manolas, sin que ese "pesimismo nihilista", que dice Tambascio, sea amargo. "Sus personajes soncomplejos, pero lo más importante es que él siempre dice las cosas muy claras", asegura Recabarren.