Image: No todo son ruiseñores, en Madrid

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Teatro

"No todo son ruiseñores", en Madrid

El RAP también puede con los clásicos

3 mayo, 2000 02:00

Mañana llega a La Abadía de Madrid una de las obras menos conocidas de Lope, No son todos ruiseñores, a la que la compañía Noviembre Teatro ha quitado el polvo y sacado lustre a su lado más contemporáneo. El director Eduardo Vasco apuesta por innovar dentro de un teatro que por clásico y respetado no ha de quedar fosilizado.

Frank Sinatra levanta el telón. Su voz empuja a los actores al escenario y la canción "September Of My Years" se impone en el espacio sonoro donde antes -eran otros años y otras representaciones- la música del clavicordio anunciaba tiempos pasados. Los actores aparecen en escena pero..... ¡llevan vaqueros en vez de trusas y calzas, y minifaldas en vez de enaguas o miriñaques! No puede ser. ¿Habrá habido alguna confusión? Sin embargo, el programa lo deja bien claro, No son todos ruiseñores, de Lope de Vega. ¿Nos habremos confundido de sala, de sesión o, peor, acaso Lope de Vega no es el Lope que todos creemos conocer, ese que su sola mención a muchos recuerda el verso afectado, la gola almidonada y gran seriedad en las formas? Algo no funciona. ¿O quizá si?

El director Eduardo Vasco -que hace doblete estos días al dirigir también en Madrid Los vivos y los muertos, de Ignacio García May- y la dramaturga Yolanda Pallín -coautora de la exitosa Las manos- están convencidos de que ha llegado la hora de romper el convencionalismo con el que el teatro del Siglo de Oro se sigue representando en la actualidad. ¿Por qué envolver unos versos que destilan contemporaneidad con cada octosílabo en unas formas ya hasta la saciedad empleadas?

Raperos por trovadores

La compañía Noviembre Teatro, con Vasco y Pallín al frente y una trayectoria que incluye obras como Dedos, de Ortiz de Gondra o Lista negra, de Pallín, ha preferido sustituir los trovadores por raperos, las muselinas por tejidos cien por cien acrílicos, y los versos de entonación austera por la frescura de la poesía dicha con naturalidad. Esta es su apuesta por un teatro que aun siendo clásico puede ser representado acorde con los tiempos que corren, donde las damas visten ceñidos pantalones, y los caballeros sustituyen la capa y la espada por la levita de cuero y el teléfono móvil.

"He querido innovar porque si hubiéramos hecho una comedia de Lope al uso nos hubiéramos aburrido mucho y no hubiéramos conseguido un producto tan especial como es éste, que puede gustar o no, pero que desde luego es distinto. Utilizo un rap y cierta estética de video clip porque hoy en día los mensajes de amor y desamor que aparecen en la obra se hacen así. Casi nadie ya escribe un soneto y te lo canta. Su traducción actual sería la del ‘rapeado’ ", explica el director que en breve dirigirá en la Compañía Nacional de Teatro Clásico el Don Juan Tenorio.

Innovación sin estridencias, modernidad en una puesta en escena que no resulta forzada y "sin cargar mucho las tintas en la transgresión", como afirma Vasco. Pero, sobre todo, mucha frescura en este montaje donde la primera innovación parte del propio texto, una obra que toma su tema de un libro de Boccacio y el título de una letrilla de su amado y odiado Góngora. Lope la escribió en 1630, poco antes de morir, y sorprende incluso hoy en día por la modernidad del tratamiento de las relaciones humanas. "Esta es una historia de conflictos grandes, donde lo importante son los sentimientos", asegura Vasco. "El tratamiento que hace Lope del amor en esta obra es muy moderno para la época en la que fue escrita y no tiene el corsé del tema del honor. Todo eso es lo que me ha interesado explotar en el montaje".

Mujeres que esgrimen su libertad a la hora de repartir su amor, flirteos que sorprenderían a más de uno por su delicioso libertinaje, familiares que buscan el mejor partido en un casamiento que no dé que hablar, engaños, malentendidos, celos... ¿Acaso hay juego más eterno que el del amor? La misma desazón que agarrotaba el estómago del propio Lope -no hay que olvidar que esta obra tiene tintes autobiográficos y que el dramaturgo fue conocido por su temprana y azarosa vida sentimental- y de sus contemporáneos, provoca noches de insomnio en la juventud del teléfono móvil y del último modelo de gafas de sol. Y de eso se da cuenta el público que asiste a esta función donde se juega constantemente con la iluminación, la música de Sinatra y unos decorados a base de módulos inteligentemente utilizados.

Quien quiera ver ligereza en esta obra que la vea. Pero que no cierre entonces los ojos a la frescura ,el humor, la renovación y el deleite del oído ante el verso lopista. Por amor el joven protagonista, castellano y caballero, se hace pasar por jardinero para conseguir los favores de su amada, catalana y de alcurnia, dando lugar a equívocos y malentendidos. Por amor, o por la nostalgia hacia una forma de amar, Eduardo Vasco eligió esta comedia, una de las menos conocidas de Lope y hasta ahora nunca representada. "Todos los personajes viven el amor muy expresivamente, aman despreocupadamente. Yo ya no puedo amar así y eso me duele. Cuando afronté la dirección de la obra pensé en cómo podría contar esta historia para que se vea que, a mis 31 años, tengo la necesidad de decir que ya no amo como amaba antes. Te preguntas cómo era aquello, cuando te sentías en una especie de burbuja. Esa nostalgia está en la obra".

Por amor, en este caso hacia las palabras, Yolanda Pallín ha realizado una importante labor de adaptación del texto de Lope, del que, al igual que Vasco, le interesaba subrayar la modernidad de las relaciones humanas.

Hechizada por la lírica de Lope, Pallín ha acometido aquí una importante labor de "limpieza" de expresiones arcaicas, deudoras de los tiempos del teatro áureo pero alejadas de la comprensión del público actual. "En el original se repiten muchos pasajes que aquí se han suprimido. He sido muy escrupulosa en este trabajo, eliminando lo reiterativo y añadiendo pasajes para los que he tenido que estudiar otras obras del autor. He tenido que reconstruir parte del texto para contar lo mismo de una forma que se entendiera hoy", explica.

Amoríos de criados

En la lucha por conseguir la palabra adecuada y sorteando las espinas que los versos también tienen -aunque la de Lope es "una versificación deliciosa, delicada y con metáforas elevadas pero comprensibles"- Pallín ha reforzado una segunda línea argumental, la relativa a los amoríos de los criados, que en el texto original apenas estaba esbozada, y ha teñido de comedia algunos pasajes trágicos -"por argumento, la tragedia tiene la historia y la comedia el fingimiento", escribió el autor en El arte nuevo de hacer comedias-. "Me interesa la parte ambigua y la del subtexto porque Lope tiene mucho humor e ironía a la hora de afrontar cosas serias".

Por eso, del autor áureo cree que la dramaturgia actual debería recuperar su sentido del juego que nada tiene que ver con la forma algo empobrecida de hacer humor en el teatro moderno "donde hay una tendencia a las cosas serias, y lo cómico sólo puede ser en forma de sketch".

En esta obra el humor recae en una pareja de jardineros interpretados por los actores Antonio Molero y Nuria Mencía. "El personaje cómico es el eslabón entre el público y los protagonistas. En esta obra hemos tenido la suerte de trabajar con unos personajes nada planos o arquetipos, todos tienen varias caras que mostrar. Son más complicados de lo que parecen".

A pesar de que Lope escribió esta obra al final de su vida, la pieza rezuma hedonismo y amor juvenil y cumple la finalidad a la que Lope consagró su obra: "deleitar aprovechando". "Oye atento y del arte no disputes, que en la comedia se hallará el modo que oy