Image: Los clásicos son como piratas

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Teatro

"Los clásicos son como piratas"

Alberto Miralles en la cartelera

27 diciembre, 2000 01:00

Varias obras del autor Alberto Miralles recorren las carteleras. La sala Muntaner de Barcelona programa Okupas en el Museo del Prado y El Brujo lleva por todo el territorio nacional su versión de El Arcipreste, que a primeros de año recalará en Teruel. Además, el director ángel García Moreno ultima para el Teatro Fígaro ¡Hay motín, compañeras!, tercera obra de la trilogía femenina integrada por Comisaría especial para mujeres y Cuando las mujeres no podían votar, que acaba de editar Fundamentos.

Una de las máximas de Alberto Miralles es contemplar el texto y sentir que cuenta algo, hacer que sus personajes desmitifiquen la realidad para reflejarla. Todas sus obras tienen, en mayor o menor medida, algo esencial, un mundo interior que agoniza y un contexto en permanente transformación. Por eso, se mueve como pez en el agua en la temática contemporánea, mucho más libre que adaptando clásicos como el Corbacho, de Alfonso Martínez Toledo, que recorre los escenarios españoles de la mano de El Brujo con el nombre de El Arcipreste.

-¿Cómo se enfrentó al texto de El Arcipreste? ¿Existe un discreto olvido de los clásicos?
-No sabría decirle, en todo caso no soy partidario de recordar a los clásicos de ayer mientras se olvida a los clásicos de mañana. El caso de El Arcipreste es un poco especial. Para empezar fue una idea de César Oliva, todo hay que decirlo. Sabiendo que el montaje estaba pensado para El Brujo todo fue mucho más fácil.

-No parece que le peguen ciertos clásicos, especialmente en esta obra donde no se deja títere con cabeza.
-Eso sería entrar en el viejo debate. Yo siempre digo que los clásicos son eternos pero no actuales. En esta de Martínez Toledo hay que ponerse en la mentalidad imperante del siglo XV. Los clásicos son pirañas ideológicas. Sólo tiene que contemplar cómo se maltrata a las mujeres. Pero no sólo el Corbacho sino todo el teatro clásico. Por eso ningún clásico puede pasar por actual.

-Es el caso contrario de Okupas en el Museo del Prado, donde la actualidad se convierte en denuncia gracias al humor.
-De alguna forma. Si hoy vivieran Picasso, Lorca, Ortega, Margarita Xirgu y Buñuel ¿no se sentirían avergonzados de que nuestra democracia fuera cada vez más insolidaria y mercantilista, tan poco estimulante? Esa fue la pregunta y Okupas... fue mi respuesta. Esto, dicho así, en canal, suena a ideología y como ya se sabe que hoy se huye de la ideología por miedo al contagio, yo intento engañar al público haciéndole reír, porque para mí el humor es el caballo de Troya de las ideas. Tanto en Okupas... como en el Arcipreste he invertido los efectos habituales, primero hago reír y después espero que se pregunten en sus casas ¿pero por qué me he reído de cosas tan terribles? Con El Brujo todo esto es fácil porque dice "buenas tardes" y ya se oyen risas pero con Okupas... es más difícil. Gracias a que Salvat ha aplicado su poderosísimo sentido de la ironía las representaciones son un auténtico gozo.

-... A pesar de que Salvat se ha quejado de que ha tenido ciertas dificultades.
-Poner trabas a Salvat es una torpe mezquindad, porque Salvat es un privilegio para cualquier país.

-¿Cabe en esa "trampa" la reflexión y la provocación?
-Cabe el compromiso, llámelo como quiera. Estamos viviendo una etapa, que dura varios lustros ya, de conservadurismo ético, estético y político y eso no es producto del azar. La "movida", la "festivalitis" o las "tamaras" siempre aparecen oportunamente cuando hay que ocultar alguna crisis. En los ambientes culturales decir que ya no hay derechas ni izquierdas es una frase de moda, pero no es nuevo. Ya en 1970 Juan Benet le dijo a Montero en Cuadernos para el Diálogo que los buenos textos no precisaban ideología para su defensa. La frase, por cierto, era de Borges y más discutible aún, pues afirmó que la poesía no se hace con ideas sino con palabras. Pero yo creo que cuando faltan las ideas, las obras se disuelven en la nada de la retórica. Decir que no hay derechas ni izquierdas es situarse en el cómodo y rentable ámbito de la despolitización.

-Volvamos, si le parece, al ámbito creativo. ¿Se considera privilegiado al estrenar tantas obras y de forma simultánea?
-Parece que el éxito me visita pero yo nunca estoy en casa. Esos dos títulos dan la impresión de que no paro de estrenar pero esta profesión es muy rara. Te pasas cinco años de sequía y luego diluvia. Tengo que decirle que mi último estreno lo produjo Enrique Cornejo en 1996. Lo que escribo en un año necesito tres para venderlo.

-¿Ha "vendido" ya alguna nueva producción?
-ángel García Moreno va a dirigir para el Teatro Fígaro de Madrid ¡Hay motín, compañeras!, la tercera obra de mi trilogía femenina, integrada por Comisaría especial para mujeres y Cuando las mujeres no podían votar, que acaba de publicar la editorial Fundamentos. Hablar de otros proyectos sería de un optimismo desmedido por mi parte además de una torpeza.

-Hablemos de política teatral. ¿Qué queda de la "crisis"?
-Nada. Es un invento de los que no estrenan. ¿Ha oído hablar alguna vez a Boadella de crisis? Otra cuestión es que todo se pueda mejorar. Lo peor son los espejismos, como esa moda de las lecturas, que es como la realidad virtual gracias a la cual algunos aseguran que follan a través de internet. Es sorprendente el esfuerzo que se hace para no estrenar obras. La SGAE, por ejemplo, emplea un gran presupuesto para lecturas y deja inestrenados los premios que ella misma concede. Y eso vale para el Ministerio de Cultura o el Ayuntamiento de Madrid con su desprestigiadísimo premio Lope de Vega. La frase de moda para ligar ya no es "estudias o trabajas" sino "trabajas o te leen".

-¿Ve, entonces, difícil estrenar obras de contemporáneos?
-Si están muertos, no.

-¿Cree en el proteccionismo cultural?
-Claro. En cultura el liberalismo económico es una barbaridad. Si no hubiera protección, el Museo del Prado se vendería como un terreno más. Pero esa "protección" debe enriquecer espiritualmente a la sociedad. Exactamente lo contrario de lo que hace el gobierno autonómico de Madrid empleando nuestro dinero para pagar Tómbola o la televisión estatal dejando de emitir teatro y potenciar a José Luis Moreno.