Teatro

La Biblia según Tabori

"Las variaciones Goldberg", en el TNC

17 enero, 2001 01:00

El Teatro Nacional de Cataluña estrena mañana, por primera vez en tablas españolas, el texto de George Tabori Las variaciones Goldberg. Bajo la batuta de Àlex Rigola, esta obra del dramaturgo húngaro narra una historia de "teatro dentro del teatro" en la que, desde la parodia y la alegoría, se disecciona la dimensión intelectual de la religión, el sexo y la condición humana.

Tal vez el dramaturgo húngaro George Tabori sea el ejemplo paradigmático del intelectual comprometido. De ascendencia judía, su teatro es un reflejo de todas las condiciones que en él conviven: su semitismo, su pasión profunda por el teatro, su crítica del mundo que creó la II Guerra Mundial y sus "padres" culturales, a los que admira desde la distancia de su personalidad y talento: Bertold Brecht, a quien en un sinnúmero de ocasiones ha rendido homenaje, y Lee Strasberg, el fundador del Actor’s Studio. Con todos estos ingredientes, Tabori, que sigue en activo pese a sus 86 años, escribe un teatro de la inteligencia y la provocación. Un teatro que invita a hacerse preguntas. Y si una obra destaca de su producción, ésta es Las variaciones Goldberg, que ahora llega por primera vez a nuestros escenarios bajo la batuta de álex Rigola, y en la sala Tallers del barcelonés Teatro Nacional de Cataluña.

Hace apenas dos temporadas, Carme Portacelli dirigió Mein Kampf, otra de las obras fundamentales del dramaturgo. Sin embargo, para álex Rigola, un director tan joven como emergente, este dato no fue decisivo a la hora de escoger este texto: "¿Por qué Las variaciones Goldberg? Porque me gusta, sin más. Leo constantemente, y de vez en cuando me topo con obras que me arrastran. Me gusta, a posteriori, analizar el porqué de esa atracción. De esta obra me apabulló su inteligencia".

Teatro dentro del teatro
La obra cuenta una sugerente historia de "teatro dentro del teatro". Una compañía se dispone a trabajar en un texto teatral. Mister Jay, el director, y Goldberg, el ayudante, dirigen a un equipo de actores donde se refleja con naturalidad el gran teatro del mundo, además del universo de las bambalinas profesionales. El espectáculo sigue todo el proceso de montaje de ese texto: desde el primer ensayo hasta el día del estreno. Alegóricamente, el espacio escénico, representado al principio por un escenario de madera desnuda, va llenándose de elementos a medida que se acerca el final. "En la compañía Kronos -explica el director- seguimos una premisa: todo lo que sea superfluo, pomposo, ha de ser inmediatamente eliminado. Y eso empieza con el gesto de un actor y termina con la escenografía. Por eso quisimos empezar un escenario vacío, que es como una página en blanco donde todo cabe, y dejar que a medida que avanza la obra se fuera llenando de mierda. El escenario acaba hecho una auténtica porquería".

Algo similar sucede con la trama, ya que la historia que representa la compañía de Mr. Jay y Goldberg no es otra sino La Biblia. Tabori juega a confundir los planos de su discurso, de modo que las escenas representadas acaban mezclándose con las de los propios ensayos, hasta el extremo que el espectador no distingue unas de las otras. "Tabori no nos presenta La Biblia como un libro místico, sino como un conjunto legendario o mítico de tradición, en la que se fundamenta toda nuestra cultura, y que conjuga muchos tipos de religiones. A través de esta mirada crea dos mundos muy particulares: el de La Biblia, donde todas las pasiones se viven de una manera extrema, y el del teatro, donde sucede más o menos lo mismo. Da la sensación de que todo puede explotar de un momento a otro, como sucede también en nuestra sociedad. Y es que a eso va Tabori: a hablarnos de nuestra sociedad", argumenta Rigola.

Para el director, hay varias reflexiones en el texto. Por un lado, la que concierne a la propia condición humana: "La obra nos fuerza a preguntarnos cómo somos, pero no nos da soluciones, simplemente nos permite pensar. Está bien presente, además, el famoso «Matar al padre»: llega un momento en que el hijo ya no puede estar de acuerdo con su predecesor. Todos hemos tenido que matar a nuestros padres para crecer. Y es importante también preguntarse si el padre va a dejarse matar". En Las variaciones Goldberg la figura del padre no sólo está representada por el Dios bíblico, sino también por Mr. Jay, el director en la ficción teatral. El hijo, o Jesucristo, es Goldberg.

Desde luego que la mirada de Tabori desde la tradición judía es uno de los pilares de la obra. El autor es mucho más crítico con la figura de Jesucristo que con el vengativo dios del Antiguo Testamento. "Esto -explica Rigola- me sorprendió mucho, sobre todo cuando volví a leer La Biblia. Es una historia muy salvaje, y en algunos momentos el dios del antiguo testamento puede compararse a Hitler: destruye a una civilización entera porque desaprueba su comportamiento. Y otro aspecto que me interesa mucho es cómo La Biblia explica, creo que magistralmente, la condición del ser humano. Es el manual perfecto de qué hay que hacer para pecar. Eso es magnífico. Tabori hace que Cristo parezca un fanático. Estoy seguro de que el peso que en la educación judía tiene la religión ha condicionado su escritura, de un modo parecido a como lo ha hecho con Woody Allen: es muy típico de los judíos parodiar su religión o reflexionar sobre ella".

Rabiosamente contemporáneo
La dimensión literaria del texto original, junto con la dimensión intelectual de la propuesta, hizo a Rigola preocuparse especialmente por la versión de la obra. Así, sometió el original a su propia adaptación, que logró recortar unos veinticinco minutos del original. "Me preocupaba mucho que fuera un espectáculo ameno. Me esforcé por eliminar todo lo superfluo o repetitivo. No sólo porque no era necesario, también porque obedece a esa exagerada discursividad de los dramaturgos alemanes, a la que aquí no estamos acostumbrados".
El reparto escogido por Rigola es todo un lujo: Pep Cruz en la piel de Jay, el director-Dios. Lluis X. Villanueva es Goldberg. Mercè Arànega, Gavina Sastre, Jordi Banacolocha y Joan Raja, entre otros, completan la ficha artística. El vestuario es de Rafa Serra. "Esta es la primera vez, quizá, que no abordo en uno de mis montajes el tema del poder", comenta el director catalán, quien el año pasado cosechó algunos importantes premios de dirección por sus anteriores trabajos, Titus Andrònic, de Shakespeare, estrenado en el Grec 2000, y Un golpe bajo, de Richard Dresser, estrenado en la Sala Beckett. Hasta ahora ha llevado a escena textos de Eurípides, Kafka, Möller, Mamet o Dresser, aunque encuentra complicaciones a la hora de definir el tipo de teatro que le gusta dirigir. "Escojo textos que tengan algo que explicar. Prefiero el teatro rabiosamente contemporáneo, considerando, claro, que Shakespeare es de lo más contemporáneo que tenemos. Si nos referimos a la fecha de escritura, me da exactamente lo mismo que una obra esté escrita hace veinte años o veinte siglos".