Teatro

Por "Misericordia"

Murcia reestrena la obra de José Luis Alonso

17 enero, 2001 01:00

El Teatro Romea de Murcia estrena el próximo viernes Misericordia, un montaje que pretende homenajear los diez años de la muerte de su autor, José Luis Alonso. El director, Manuel Canseco, explica para EL CULTURAL los avatares de su primer estreno, hace ahora 28 años, y explica el nuevo montaje, integrado en parte por el equipo inicial.

Nadie puede poner en duda que el teatro es un arte efímero, y que en ello está su grandeza seguramente por el grado de intensidad comunicativa que produce y la conexión permanente entre escenario y patio de butacas, y viceversa. Pero ello hace también que lo único que quede después de cada representación teatral sea el impacto que produce en la memoria del espectador en cuanto a ese acto concreto, único e irrepetible al que asiste. Respecto al montaje en general podemos echar mano de las críticas, las grabaciones de audio y de vídeo, del recuerdo de los actores y del recuerdo social acumulado del conjunto de los espectadores que la vieron. Tal vez esto último es lo que viene a definir el éxito de las puestas en escena. Y del conjunto de esos éxitos viene el prestigio, la consideración de un director.

Este es el caso de José Luis Alonso, director durante muchos años del Teatro María Guerrero, sede hoy del Centro Dramático Nacional, cuya trayectoria teatral es, sin duda, una de las más importantes de nuestro país. En este año, inmersos ya en un nuevo milenio, estamos a punto de realizar una aventura teatral que no es frecuente, yo diría que posiblemente no se haya producido nunca, y es el hecho en sí de remontar una puesta en escena, realizada hace 28 años, a los diez de la desaparición de su principal responsable.

Para aquellos que conocimos muy de cerca a José Luis, y que tuvimos la suerte de trabajar con él durante tiempo, dejar de recordarlo en un año como este era punto menos que imposible. Y de ahí salió la idea de hacerlo a través de un homenaje.

Misericordia es uno de sus trabajos más originales porque fue naciendo de cero desde el propio texto galdosiano a través de la lúcida pluma de Alfredo Mañas y de la inestimable colaboración estética del pintor Manuel Mampaso. Las "discusiones", la riqueza de los diferentes puntos de vista, el intercambio de ideas y la forma en que José Luis iba conduciendo todas estas aportaciones a su propia idea del montaje era todo un curso acelerado. Incluso era toda una lección la forma en que iba soslayando aquellos momentos que podían ser conflictivos, a juicio de la entonces implacable censura, para colocarlos sin que impidieran el que fuera prohibida. No debemos olvidar el momento social y político que se vivía en España en la fecha de su estreno.

Todo ello nos condujo a uno de los mayores éxitos teatrales que yo he vivido en toda mi trayectoria profesional. Y el reflejo de ello es que llegó a reponerse cuatro veces y que sus actuaciones, que se iniciaron en 1972, se prolongaron hasta 1975, representando a España en el Festival de las Naciones de Varsovia y efectuando gira internacional. Y los nacionales de teatro a José Luis, por la dirección, María Fernanda D’Ocón y José Bódalo, por la interpretación, y Alfredo Mañas, por la adaptación.

Tomada la decisión, la pregunta inmediata era: ¿puede remontarse hoy aquel trabajo? Contábamos con algunos elementos a favor, tales como el hecho de mi participación en el montaje, el que María Fernanda D’Ocón fuera una de las más entusiastas, el que Francisco Hernández hubiera hecho el ciego Almudena en la última reposición que entonces se efectuó, y la participación de otros integrantes de aquella compañía, en los mismos papeles u otros que entonces hacían actores y actrices ya desaparecidos, de Julia Trujillo, José Segura, Luis Lorenzo, Concha Hidalgo, Carmen Segarra, Juan Miguel Ruiz, etc. Pero sobre todo nos pareció, y el actual proceso de ensayos nos lo ha confirmado, que la obra no sólo no ha perdido actualidad, sino que la ha ganado. Así, esta Misericordia de hoy nace del recuerdo del pasado esplendoroso de nuestro arte escénico, pero se aferra a la actualidad inocorporando recursos técnicos que entonces no existían y se remoza con el entusiasmo de aquellos otros que no estuvieron en aquel acontecimiento. Ahora sólo resta que el público responda a la propuesta.