Image: Rodrigo García

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Teatro

Rodrigo García

14 febrero, 2001 01:00

"Pertenezco a una ‘degeneración’ con los mismos trastornos genéticos"

No es casual que a Rodrigo García le gusten los cementerios de coches. En sus obras desguaza la realidad y la recicla sobre el escenario. No es una metáfora. Mientras triunfan sus títulos en Francia, el creador de La Carnicería presenta dos obras en Escena Contemporánea. After Sun estará a partir de mañana en la sala Cuarta Pared y la "acción" Somebody To Love (el día 17) tendrá un espacio inusual para el teatro, la galería Salvador Díaz. Crítico, provocador y libertario, Rodrigo García habla con EL CULTURAL sobre sus preocupaciones escénicas y desvela las principales
"perversiones" de una obra estimulante y ecléctica

La coherencia de Rodrigo García está llena de preguntas. A sus 36 años ha conseguido abrir un camino personal en la escena española y empieza a hacerlo en la europea. Dos obras suyas, Prometeo y Todos vosotros sois unos hijos de puta, se estrenan estos días en París. Además, Notas de cocina lleva dos años en las carteleras de Lyon. El interés en Francia por la trayectoria del creador de La Carnicería Teatro culmina con la publicación de toda su obra por la editorial Les Solitaires Intempestifs. Y mientras prepara los estrenos de Escena Contemporánea, ultima El Eclesiastés, un texto de retorno a viejas lecturas.

-¿Cómo definiría After Sun? ¿Considera necesario que su teatro se convierta en un "espejo" de la realidad?

-Se dice que el teatro es el espejo de la realidad... pero ¿no es acaso una enorme ambición del teatro ser "espejo de la vida"? Y al mismo tiempo... ¡qué poca cosa! Digamos que es lo menos que se le puede pedir al arte: reflejar algo que la gente vive y experimenta y que, de tanto vivirlo, debería resultarles familiar. ¿Por qué no somos conscientes y consecuentes en cada acto, por qué necesitamos de esos "espejos" ajenos?

-¿Qué diferencias tiene este texto con Lo bueno de los animales es que te quieren sin preguntar nada, su obra más reciente?

-Este texto lo estrenamos el pasado mes de noviembre en Rennes, en el Teatro Nacional de Bretaña... Le diría para ilustrarlo que mis sobrinos me invitaban a su habitación y me daban ese cubo de marras que, "raca-raca", puede construir un lado de cada color.

Un sistema preciso

»Cuando se aburrían de mi torpeza, me lo quitaban de las manos, hacían ese "raca-raca" y ya tenían una, dos o tres caras armadas. Mis obras son así. Trabajo para que estén todas las piezas. Trabajo para que el sistema sea preciso. Y además me preocupo de que los colores sean intensos. ¡Pero falta que venga alguien a armar al menos dos caras del cubo! After Sun parte de una idea general: tener el poder y que se escape de tus manos, caer, chocar, etc. Lo bueno de los animales... es una obra literaria, un extenso poema que necesita reírse de la enfermedad y que reclama dignidad para morir y para vivir. Con After Sun, un texto corto, elaboré una larga pieza repleta de imágenes, de cuerpos en movimiento y músicas. Con Lo bueno de los animales... me centré en el texto, en una forma particular de decirlo y reduje las acciones al mínimo: unas veces quieres que algo se vea, otras necesitas que se escuche. Las dos a la vez no es posible, vamos, es posible pero no tiene credibilidad.
-Adelántenos algo sobre Somebody to Love ¿Cómo ha planteado esta "acción"?

-Es algo complicada. Y no porque sea una propuesta compleja, al contrario, es muy sencilla. Tengo que medir mucho lo que se diga de ella para que tenga efecto la propia performance. Es una acción político-tragicómica. Se basa en una canción de Queen: Somebody to love. ¿Qué hacen cuatro encapuchados cantando a grito pelado esta canción una y otra vez? Claro que el público verá más cosas... pero no voy a contar más.

-¿Ve entonces la realidad con desengaño o con compromiso?

-...La realidad no merece más que indiferencia.

-Intelectualiza sus textos y al mismo tiempo provoca.

-¿Es difícil combinar ambos elementos?

-Desde los quince años me intereso exclusivamente por mierdas que tienen que ver con la cultura. Ahora, que releo el Eclesiastés, me digo que todo es vanidad. Tengo miedo a pasarme de trascendente o, mejor dicho, ese miedo a una trascendencia del "Todo a 100". El escenario es el lugar idóneo para autores y directores del "Todo a 100", por eso hay que tener cuidado.

-¿Qué hay que hacer para llevar a la gente a las salas de teatro?

-A mí no me interesa en absoluto que la gente vaya al teatro Dejemos a la gente en paz: que elijan el tipo de teatro que quieren. No mezclemos dentro de la maldita palabra "teatro" todo el teatro que se hace. Si pienso en "juguetes", ¿qué tienen que ver unos cromos con una play station? Dejemos que nuestros niños-público saquen entrada sólo para lo que les estimula, según su sensibilidad y su imaginación. Y que dejen de ir "al teatro" así, en general.

-¿Cree en la famosa "crisis"?

-Eso no existe, es una muletilla para reclamar dinero.

-¿Qué haría con las subvenciones si fuera director del INAEM?

- Apoyar proyectos inteligentes. Sería como una venganza.

-¿Se considera parte de alguna generación?

-Lo único que sé es que soy parte de una degeneración. Hablo de los genes, ¿comprende? Me he rodeado de amigos con las mismas perversiones. También contamos con gestores (sobre todo franceses en estos momentos) que comparten el mismo trastorno genético.

-¿Qué referentes artísticos circulan por su cabeza? ¿Podría dar algún nombre?

-Bueno, admiro a muchos creadores pero muy pocos son dramaturgos. Para mí, Carlos Marquerie y Antonio Fernández Lera son los dos nombres básicos. Ellos me han cambiado y yo les he cambiado, me doy cuenta fácilmente de eso. ¿Quiere más nombres? Jenny Holzer, que es una artista plástica americana que escribe sentencias que me gustan, Paul MacCarthy, que escribe guiones de performances escatológicas inolvidables. Mike Kelley, un artista que, entre otras tantas cosas, cose muñecos de trapo y tiene bellos textos sobre la infancia violada...

Clásicos inoperantes

-¿No se olvida de ningún nombre clásico?

-Bueno, la gente que dice que en los clásicos hay grandes verdades, sabiduría y todas esas cosas y los utiliza para envolver un producto mediocre, poco imaginativo, por lo general sin ningún compromiso social auténtico, me resulta antipática, por inoperante y por yerma. La gente que busca las mismas cosas en los clásicos que en los contemporáneos, es decir, una sintonía, un estímulo para crear algo personal, es gente que me cae bien. Si tropiezo con un estímulo, ¿qué más da Velázquez que Pollock; Quevedo que Walser?

-¿Cómo se lleva con el cine? Parece explícito en su obra.

-Jamás he visto una película de las de "entretenimiento", de verdad se lo digo. He aprendido con directores como Cassavettes, Kurosawa, Bresson, Bergman, Godard, Dreyer, Hartley, Rocha, Cronenberg... ¡en ellos se mezcla todo!