Image: La dificultad de ser simple

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Teatro

La dificultad de ser simple

“Que algú em tapi la boca” llega mañana al TNC

28 febrero, 2001 01:00

Juan Navarro y Jordi Vilches durante un ensayo de "Que algú em tapi la boca"

Bucean en lenguajes teatrales nuevos, aunque el precio a pagar sea un coito real en escena, como sucedió con su anterior montaje. Ahora Roger Bernat y su compañía General Eléctrica vuelven a la cartelera catalana con Que algú em tapi la boca, una obra que ellos definen como "para personas simples" y en la que indagan "sencillamente" en temas como las drogas. Con este título, que se estrena mañana en la sala Tallers del Teatre Nacional de Catalunya hasta el 18 de este mes, Bernat y su compañía ponen el broche final, junto a Joventud europea y Flors, a su trabajada Trilogía de los 70...

Muchos consideran a Roger Bernat como el nuevo "enfant terrible" de la escena catalana. él prefiere pensar que su éxito creciente está ligado a las necesidades del mundo del teatro profesional en Barcelona, que tilda de demasiado acomodaticio y conservador. Ligado su trabajo al grupo de creación General Eléctrica, del cual fue fundador hace 5 años, este catalán de 32 años hace un teatro de su tiempo y pretende hablar sobre su generación mientras se dirige a un espectador muy distinto al del inamovible teatro comercial. "Creemos", dice el director del grupo, "que nuestro perfil de espectador es alguien de entre 20 y 40 años y con ganas de experimentar. Exigimos de él una cierta disposición de diálogo, y sabemos bien que no todo el mundo está dispuesto a dialogar. ¿Es eso simple? Creemos que sí. Quedarse con las cosas del día a día que realmente tienen importancia sólo saben hacerlo los sabios. Que son gente que tiene un discurso transparente, simple. Para ser sabio hay que luchar por la simplicidad. Lo que ocurre es que ahora resulta muy difícil ser simple".
Simples o no, los espectadores de General Eléctrica están este mes de enhorabuena, porque el del Nacional es sólo el primero de los tres proyectos que estrenará el colectivo antes de principios de abril. Los otros dos —ambos de danza— son Americana, dirigido por Sònia Gòmez, y Laboratorio de Solos, bajo la batuta de Andrés Waksman, creado e interpretado por Tomàs Aragay, Bebeto Cidra, Enric Martin y el mismo Waksman. Los dos podrán verse en L’Espai, en el ciclo Endansa.

Que algú em tapi la boca se trata, más allá de clasificaciones, de la tercera parte de la Trilogía 70, que Bernat inició en 1999 con Joventut europea (Festival Grec 99) y que prosiguió con Flors, el año pasado. La trilogía se centró en tres temas para dar una visión de las principales preocupaciones de la generación que nació en los esa década: Violencia, Sexo y, en esta ocasión, Ocio. Un ocio que se centra en la relación con las drogas. Las tres partes de la trilogía podrán verse juntas en un espectáculo durante el Festival Grec de este año y que, según Bernat, serà "un espectáculo nuevo en el que se remezclen las cosas que hemos hecho en estos tres años".

La mirada de los 70

¿Y por qué estas tres preocupaciones? Hay razones históricas y sociológicas para ello, según cuenta el joven creador: "Los tres son una parte de nuestra vida que cada vez cobra más importancia. Los que tenemos alrededor de 30 años somos una generación que heredó la mirada de los años 70, una mirada que era muy incisiva en esos tres temas. Nuestro trabajo ha querido saber cuáles eran sus preocupaciones y descubrir, treinta años después, qué significan para nosotros: Qué significa la lucha armada, o las drogas… Y eso nos ha llevado a ver la vanalidad de nuestro tiempo. Ellos tenían una mirada ingenua pero aún conservaban la esperanza. Para nosotros ya no hay esperanza… Todo es vanal. Estos tres espectáculos explican esto a la vez que tratan de crear una distancia. Es interesante cómo 30 años cambian la biología y la imagen de una sociedad".

Podría parecer que a esa vanalidad apunta la idea de la pretendida simplicidad. Sin embargo, nada más lejano: "Somos la generación de la complejidad", afirma Bernat, "que ya no tengamos la esperanza de cambiar al mundo crea en nosotros una lúcida impotencia. La posibilidad de cambiar nuestras vidas está en nuestra mano, y eso te da descreimiento, pero también una cierta lucidez, porque no tienes referentes, no tienes asideros —la religión, la lucha armada…— porque ya nadie cree en ellos. Eso es doloroso, y al tiempo visionario. Es lo que cuenta Douglas Coupland, que en su obra muestra de forma descarnada nuestra generación. Lo bueno es que haya caminos por los que escapar".

En realidad, nada es tal y como parece en el trabajo de Bernat y de General Eléctrica. Bajo esa supuesta frivolidad se esconde una profunda vocación de búsqueda de lenguajes escénicos, bajo la aparente trivialización de sus postulados, un trabajo que arranca desde el extremo opuesto al del teatro convencional. El punto de partida de este nuevo montaje fue una frase pronunciada por alguien de la compañía unos pocos días después de recibir el encargo del Nacional, una frase dicha después de experimentar una sobredosis de pastillas.
¿Escapismo? Los "caminos" a los que se refiere Bernat van más allá del escapismo: "La violencia, el sexo y la droga son los caminos que apuntaron los años 70 y que nosotros hemos aprendido. Sólo que la mercantilización de esos tres conceptos ha llegado a un extremo que los pone en duda". En Que algú em tapi la boca Bernat ha elegido un lenguaje mucho más sutil que el utilizado en las dos entregas anteriores. Si en aquella ocasión se apelaba a las reacciones de los espectadores —fue comentada en exceso, por ejemplo, la inclusión de un coito real en el segundo espectáculo, e incluso hubo espectadores que llegaron a pedir el libro de reclamaciones a la salida del teatro—, aquí se apuesta por un lenguaje más sutil. Ya no se trata de teatro de texto de creación colectiva, sino de danza-teatro, o de "un espectáculo de danza sin bailarines", como dice el propio director: "Creo que es un trabajo más reflexivo. También es un desarrollo lógico de nuestro trabajo. Lo más interesante de ‘Flors’ no era lo que veías, sino lo que no veías. Lo que sucedía tras el escenario. Aquí hemos hecho un espectáculo sin diálogos, donde sólo ves a unas personas haciendo cosas. En Estados Unidos se ha puesto de moda, en lugar de hablar de ‘dancers’, hablar de ‘movers’. Ya no tiene sentido hablar de bailarines. Es gente que se mueve, simplemente. Por eso decimos danza sin bailarines".

Viaje a la conciencia

Estos actores en movimiento son Nico Baixas, Miguel ángel González, Juan Navarro y Jordi Vilches. Sus evoluciones tienen lugar sobre la música original de Oriol Rossell. Música que, como la iluminación, juega en los espectáculos de Roger Bernat un papel mucho más importante que el de mera comparsa. "A partir de este momento", explica el creador, "si he de decir algo más, tengo que hacerlo de un modo mucho más interesante. La palabra ya la hemos explotado bastante, aunque no la palabra más literaria. Ahora sentimos la necesidad de trabajar más sobre el discurso del cuerpo y del movimiento. Trabajamos más en el campo de las emociones. Hemos intentado que el público viaje hacia un cierto estado de conciencia. Las drogas, lo lúdico, fue un punto de partida, y desde él hemos llegado a un espectáculo que es una especie de ‘mantra’: entras en un lugar, pierdes tu estado de conciencia y te dejas llevar por lo que te da la melodía y las imágenes".

El celebrado trabajo de General Eléctrica —varios premios prestigiosos avalan su aún corta trayectoria— es único en el panorama de los escenarios españoles. Pensado como verdadero —y efervescente— centro de creación, aglutina a un interesante grupo de directores, actores, músicos, coreógrafos… del que Bernat es la cabeza más visible. Llevar adelante este proyecto no sólo requiere un trabajo constante, también mucho esfuerzo. En palabras del director: "En General Eléctrica somos mucha gente, y eso da la sensación de que trabajamos mucho, pero yo hago un espectáculo o dos al año, y en esta ciudad los directores de moda hacen cuatro o cinco montajes al año. Nuestro trabajo está más en darle vida a la escena de esta ciudad que en desarrollar un espectáculo u otro. La nuestra es una iniciativa única porque tirar adelante este centro de creación con tan pocas ayudas públicas y con vocación de centro público desde la iniciativa privada es un enorme trabajo. Una iniciativa como la nuestra en Berlín tendría un presupuesto de 3.000 millones anuales. Nosotros tenemos un presupuesto anual de las administraciones de tres millones de pesetas. Hay una diferencia de 2.997 millones, y tratar de mantener una estructura de producción todo el año, que permita dar seguimiento a todos los productos y conservar un centro de creación físico es un gran esfuerzo".

Nuevas dramaturgias

Con todo, está claro que el trabajo constante da sus frutos. El calendario del grupo está lleno de citas pendientes. La próxima tendrá lugar en el Grec. Pero Bernat ya piensa en otro espectáculo, con vistas al año próximo: "Si quieres hallar lenguajes nuevos necesitas tiempo. Necesitas encerrarte con un grupo de actores y experimentar lenguajes, nuevas dramaturgias… algo que hable de los cambios del mundo. Creo que eso se le debe exigir a quien desarrolla un trabajo artístico: que responda al signo de sus tiempos. Y eso no se logra sin un equipo como una piña. Ahora tengo ganas de un proyecto muy distinto, que aún no está maduro, y que iniciaremos de cara al año que viene. Probablemente, en la línea del teatro de texto, lo que aún no hemos hecho".