Image: El ser o no ser de dos secundarios

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Teatro

El ser o no ser de dos secundarios

Ros y Guil han muerto, en el Teatro de Madrid

28 marzo, 2001 02:00

La compañía que dirige Cristina Rota, Nuevo Repertorio, y el CNC estrenan este viernes la obra de Tom Stoppard Rosencrantz y Guildenstern han muerto, con el deseo de llevar a cabo un teatro de síntesis y movilizador donde la marginación se convierte en un auténtico problema colectivo cuya única salida es la revolución.

Rosencrantz y Guildenstern acceden, gracias al dramaturgo Tom Stoppard, al primer plano escénico. Tras su condena al papel de segundones, -durante casi tres siglos-en el drama shakesperiano de Hamlet, se convierten ahora en protagonistas y símbolos de una revolución latente. Cristina Rota dirige esta comedia que en los años sesenta escandalizó a la férrea moral británica con su incisiva mirada sobre la alienación y la dependencia.
Esa crítica social, junto con la riqueza de juegos teatrales y posibilidades lingöísticas, fue precisamente uno de los motivos que llevó a la directora a decidirse por Stoppard y por este montaje: "Para mí el arte debe ser movilizador, debe cumplir una función social y esta obra plantea un compromiso en todos los niveles, jugando con el marginado social. Asímismo, el mosaico de lenguajes desde la época victoriana a nuestros días supone un reto actoral y una síntesis dramática".

Surrealismo y actualidad

Ernesto Alterio, Juan Diego Botto y Juan Ribó, los tres protagonistas, coinciden en que los planteamientos de la obra tienen plena actualidad. "El montaje produce una identificación inmediata en el espectador, porque se plantean las preguntas universales del ser humano, a través de una obsesiva repetición surrealista", dice Ribó, a lo que Alterio añade que "el texto de Stoppard es de una profundidad y actualidad inmensa porque propone una reflexión sobre el determinismo".

La denuncia, "cargada de humor ácido", que pretende hacer llegar este montaje a través de sus distintas propuestas escénicas, es la trampa que encierra el sistema social en la que se encuentran inmersos todos los personajes. Según Ribó, es lo que Stoppard llamó en su momento "la pirámide del poder", en cuya cúspide se encuentra el poder corrupto de los reyes y contra la que se "rebelan", cargados de influencias beckettianas y del surrealismo checo y polaco, los dos protagonistas.

La corrupción, protagonista en el desenlace de Hamlet, avanza un paso ahora y es uno de sus frutos, la alienación, lo que ata a los protagonistas del montaje de Stoppard. Para Rota, "el primer paso a la hora de escapar de esa dependencia del de abajo hacia el de arriba, es darse cuenta de la situación en la que se está inmerso".

Ros y Guil, "para los amigos", son dos personajes secundarios, marginales, en el drama shakespeariano, su papel de traidores del principe Hamlet bien podría eliminarse sin alterar su discurso. Y es precisamente la recuperación de esos "marginados" lo que pretende el autor, utilizando como telón de fondo la obra original y proponiendo como salida a ese aislamiento social, no ya la integración al sistema, sino la transformación radical.

Juan Diego Botto dice de su personaje que "Ros es difícil de definir sin Guil. Mientras mi personaje ve la realidad sin conseguir analizarla lógicamente, tomándoselo todo como un juego, Guil establece unas teorías a través de la razón para intentar esclarecer la situación en la que nos encontramos. Uno es la teoría y el otro la práctica, pero no son capaces de encontrarse".

Por su parte, el papel de Ribó (el Actor) será el único consciente de cómo termina Hamlet, la obra, el único que conoce el destino, ya escrito y sentenciado, de Ros y Guil: "Mi personaje es humanísimo -explica Ribó-, a través de juegos teatrales intenta darles pautas para hacerles ver su destino, es como su conciencia, aunque también es parte de ese sistema donde intenta sobrevivir".

Para Rota, "Stoppard deja, a pesar de todo, una puerta abierta a la esperanza, a la salvación de los alienados", optimismo con el que culmina, en su frase final, el montaje: "La próxima vez lo haremos mejor".