Image: Boadella ...y su bufón

Image: Boadella ...y su bufón

Teatro

Boadella ...y su bufón

5 septiembre, 2001 02:00

Albert Boadella acaba de presentar sus memorias en Barcelona (hoy en Madrid). Pudor, fascinación por el pasado, ejemplaridad, provocación e ironía. Todo para aclarar con su artillería dialéctica experiencias como las vividas con Benet i Jornet, Pujol, los progres y el feroz crítico Sagarra. Boadella conversa con el bufón, o al revés. El creador de Els Joglars rebusca en su pasado de manera esquizofrénica y se debate entre la distancia de una tercera persona y un yo quién sabe si culpable. Además, fastos por los 40 años de la compañía con el estreno de La Trilogía el próximo día 20.

BUFóN. -¿Por qué me ha elegido para contar su vida? ¿Por qué una tercera persona?
BOADELLA- Te necesitaba. Creí en esta fórmula por considerarla la más teatral. Es una especie de juego entre antagonista y protagonista. Me permitía distanciarme al tiempo que conseguía niveles aceptables de autocrítica.
-... Un juego peligroso.
-Bueno, un juego. Como el que estamos realizando en este momento. Ni más ni menos. Es divertido observar cómo es otro el que juzga. En el fondo, forma parte del propio pudor. Ten en cuenta que para mí es una experiencia nueva. En mi trabajo siempre estoy escondido detrás de unos personajes y tu intervención me ha permitido realizar este difícil equilibrio entre la sinceridad y el pudor. Escribir estas memorias ha sido una de las cosas más difíciles que he hecho. Yo no soy un profesional de la escritura.

- Háblame claro. Después de esto no me lo puedes ocultar. ¿Has contado muchas mentiras?
-¿Te refieres a si he inventado mucho?

-...Eso mismo.
-No hay nada de invención. Todo es realidad absoluta y auténtica. He tratado que las anécdotas tuviesen un punto de ejemplaridad.

-¿Y las "Reconstrucciones" de los diálogos de los militares con respecto a tu proceso?
-Incluso eso, está basado en hechos completamente reales. Todos ellos pertenecen a la más estricta realidad. Para que te hagas una idea, uno de ellos lo conozco a través del despacho de Pujol, entonces Secretario General de Convergencia, en el que estaba mi mujer.

-Siempre Pujol...
-Siempre mi mujer... A través de él, pudo escuchar la conversación. De una manera o de otra, de todas las "reconstrucciones" tengo información de primera mano.

-Por su estructura se diría que has aprovechado varios cuadernos de notas y les has dado forma en un volumen.
-Lo parece, pero eso es, como te decía, fruto del distanciamiento. Lo he escrito sobre la marcha. Con la emoción del momento. Lo peligroso de revisar cosas pasadas es que intervienen enormemente los sentimientos y emociones que se evocan en el instante de escribirlas. Por eso, nunca he olvidado el papel imprescindible de mi bufón.

-Gracias, aunque tienes que reconocer que has estado bastante condescendiente para lo que tú eres. En fin, que esperaba que dieras más caña.
-Eres muy duro conmigo. No sé muy bien a qué te refieres. Cuando se escriben unas memorias a una edad como la mía, mediana pero sin que la próstata te mantenga amargado, la mirada es generosa.

-Sí, pero muchas de las cosas que cuentas referentes a Els Joglars no pasaron ni tan deprisa ni tan amablemente.
-Es cierto pero he trascendido el momento. He intentado ver las cosas con cierta distancia y altura. Creo que he dejado todo en su sitio. Quiero seguir encontrándome con la gente y poder tomarme un café como lo he venido haciendo hasta ahora. Sin acritud. El trabajo colectivo tiene este punto difícil. Con el tiempo, observando el entorno y después de 40 años, creo que hemos sido ejemplares. A la larga, hemos encontrado un método de convivencia basado en el respeto y en la educación con grandes dosis de autodisciplina.

-Pareces orgulloso de tu ‘gran banda’, ¿eh? Se diría que hay algo de rockero en la experiencia.
-En la infancia era un niño de bandas... y líder. Sigo manteniendo las impresiones recibidas en aquellos tiempos. Es el caso de Dalí, que fue un niño toda su vida. Detrás del gran artificio daliniano se detecta con precisión al hombre que quiso congelar su niñez, siempre sin caer en el patético complejo de Peter Pan. En definitiva, creo que he conseguido el colectivo de actores más importante de España, una ‘gran banda’ ideal con extraordinarias dosis de complicidad.

La sonrisa del Rey

-¿Defíneme el big-bang?
-Una explosión de talentos con el nombre de Jesús Agelet, Jordi Costa, Ramón Fontseré y Xevi Vilar. Después fue Pilar Sáenz, Minnie Marx, Josep M. Fontseré y Lluís Elias.

-Por cierto, ¿quién recogió la Medalla de las Bellas Artes? ¿Tú o yo?
-Yo, tú estabas demasiado pendiente del Rey. No se puede vivir en la marginalidad constantemente. A veces hay que dar una de cal y otra de arena. Fue una bofetada al trato que nos daban desde Cataluña.

-Entonces, ¿ el Rey me sonrió a mí?
-Si tú lo dices...

-En política siempre pareces incómodo y decepcionado.
-Si lo lees con detenimiento es un juicio muy duro hacia mí mismo por haberme metido en determinadas políticas. He tenido en muchos momentos sensación de ridiculez. La política hoy ha desaparecido y ha entrado la empresa. Los gobernantes actuales sólo son viajantes de comercio para las empresas. Los gobiernos actuales no sirven hoy ni para hacer de policías del neoliberalismo para impedir que no nos envenenen los alimentos ni nos destruyan nuestro entorno.

-¿Y tu militancia de izquierdas?
-Tiro el guante.

-A veces te he visto como un "progre" recalcitrante.
-Tú y muchos, pero creo que se me ha confundido. Ni soy un progre ni un gracioso, que te quede claro. Soy todo lo contrario, que tampoco está mal. En las memorias trato de sacarme este sambenito. Soy muy tradicionalista en el arte, he conservado una mujer y una compañía durante muchos años y he plantado no sé cuántos árboles. De modo que soy un conservador, pero no un conservador político, ésos no son conservadores, son depredadores.

-Hay fotos en las escaleras de Moncloa, mítines y todo eso.
-Confirmo mi decepción y por eso me he desahogado a gusto con esta generación. La gente que ha representado todo esto, al final se han convertido en sinónimo de corrupción, crímenes de Estado, etcétera. Lo contrario de lo que habían predicado. Al final, he terminando desconfiando de los que van de buenos. Prefiero a los pecadores.

-¿Incluido Felipe González?
-A González le pasa lo que a los artistas demasiado dotados: no llegan hasta el fondo, porque el despliegue epidérmico es tan espectacular que se ahorran el sufrimiento de la dificultad.

-¿No crees que has ido demasiado lejos con Pujol?
-Reconozco que hay aspectos sensoriales que son refractarios. Eso ocurre en la vida. No habría ido tan lejos si hubiese sido un tendero, pero es presidente de la Generalitat. La persecución de Pujol llegó a extremos de auténtica paranoia. El es responsable de una Cataluña que no me gusta, enferma y endogámica. Posiblemente la historia no le reconozca otro mérito que haber sido protagonista de los Ubú. Creo que vivo en un país enfermo de endogamia fomentando la distancia con el resto de España. Y a mí me gusta mucho el resto de España, mis primos hermanos extremeños, andaluces, etc.

-La relación con el poder (o tu forma de entenderla) te ha granjeado siempre enfrentamientos como el de Flotats o Benet i Jornet.
-Son casos distintos. Con Flotats no creo que sea personal. Fue durante quince años un leal vasallo del presidente y señora, asumiendo al mismo tiempo la representación de los ideales convergentes en materia teatral. Mi crítica va en ese sentido. El caso de Benet i Jornet es algo concreto. Me acusa de haber "chupado" de la Generalitat; él que había acumulado una cuantiosa fortuna haciendo guiones para TV3.

- ... De Sagarra ni hablamos
-Hablamos. Lo único claro es que ha querido hacer terapia conmigo. Tengo la sensación de que he representado para él lo que él no ha podido hacer en la vida. Formó una auténtica calumnia.

Críticas desfavorables

-A pesar de todo, siempre ha habido una relación compleja con determinada crítica.
-Conviene aclarar que Els Joglars nunca llevaron a cabo venganza escénica alguna en respuesta a una simple crítica desfavorable. Antes de merecer pasar a la posteridad mediante alguna alusión a ellos en las obras, los aspirantes debían expresar su personal inquina, aducir razonamientos extrateatrales y, sobre todo, hacer gala de una gran persistencia... como Sagarra.

-Hablas mucho de Daaalí.
-Es la culminación de una etapa, uno de los espectáculos más perfectos de Els Joglars. Dalí podría ser una parte visual de mis memorias. Mis impulsos más inconscientes son dalinianos.

-¿Qué le dejas a Pla?
-Las reacciones conscientes.

Provocación social

-Has removido mucha tierra con algunos títulos...
-Con las que yo llamo "obras de transgresión social". La Torna, Teledeum y, en Cataluña, Ubú president. Me ocurrieron cosas que, ahora, parecen de santería.

-¿Sigues preocupado por las cuestiones estéticas?
-Sin duda. Busco lo elemental. No sé que significan palabras como modernidad o vanguardia. ¿Quién señala hoy la modernidad? ¿El señor Barceló, Bob Wilson o el maestro Macarrón, pintor de celebridades? El término más absurdo de esta feria de la confusión es el de ‘vanguardia’. Según el diccionario, significa situarse en el punto más avanzado o avanzarse a los demás. Me pregunto si Tàpies está más avanzado que Velázquez, o bien si algún dramaturgo actual va por delante de Sófocles, Shakespeare, Molière o Calderón. En teatro, busco siempre clarificar al máximo.

-¿Has superado tu "trauma" religioso?
-No es posible que un hombre de teatro no sienta un profundo interés por el ceremonial religioso, aunque hoy en día el conocimiento de la comunicación ritual en los clérigos es nulo.

-¿Se le han acabado las pilas a Boadella después de estas memorias?
-Todo depende de nuestra próstata, amigo.

Lapidario

"De mi obra no quedarán más que unas ruinas difusas, quizá unos ejemplares signos para que algún arqueólogo escénico chiflado intente hacer restauraciones"

"Vivo en un territorio de fantasmagoría activista y patriótica, en el que cuando alguien, con cierta constancia y un poco de sentido común, trabaja de verdad sobre algo tangible, se convierte en el rey del mambo".

"La argucia de Pujol ha consistido en elevar la anécdota a categoría histórica, manipulando las inclinaciones por la propiedad sentimental del territorio y la historia que acostumbran a sentir los ciudadanos de todas partes".

"Mi oficio no consiste en encontrar la belleza, ni en hacer crítica social, ni en transgredir, sino solo en descubrir la manera más precisa de hacer penetrar en los espectadores un conjunto de impresiones confusas. Francamente, pocas veces lo he conseguido".

"Un arte que alcanzó sus más extraordinarios momentos con una docena de velas encima de una tarima, mientras los espectadores comulgaban con el rito sentados, necesita ahora puentes hidráulicos, escenarios giratorios, sistemas informáticos, todo para cortar el paso a la espiritualidad del público".