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Cuatro generaciones de escritores coinciden en la IX Muestra de Teatro Español de
Autores Contemporáneos que comienza mañana. En este escaparate, uno de los pocos dedicados a la dramaturgia actual, se mostrarán obras de Fernando Arrabal, Alberto Miralles o Laila Ripoll. La escritura teatral pasa por un buen momento a pesar de las dificultades para su exhibición.
Regreso del teatro político
La presencia de siete dramaturgas y la representación de producciones de textos premiados con el Bradomín (Quince peldaños, de Gracia Morales) o el Borne (Si un día me olvidaras, de Raúl Hernández Garrido) son una confirmación del papel que juega esta muestra como escaparate de los trabajos dramáticos que muchas veces no consiguen pasar de esta cita. Los autores denucian que el olvido de la escritura dramática comprometida por parte de productores es preocupante. A pesar de que la autoría "goza de un excelente estado de salud, mientras que ese mismo nivel no se da en la dirección", dice Heras. El director mantiene que hay un gran número de autores que hacen que la escritura teatral esté evolucionando positivamente, "y afirmar lo contrario es eludir una mínima reflexión sobre el panorama".
A pesar de la diversidad de propuestas de esta Muestra destaca la fuerte presencia de un teatro que se hace eco de la actualidad. Algunos montajes lo hacen desde la denuncia de un teatro político, como es el caso de Alberto Miralles que presenta Juegos prohibidos. La obra trata las relaciones de poder, el despertar sexual y la amistad. Escrita hace cuatro años "forma parte de un teatro de recuperación de la memoria", comenta Miralles. El autor de Okupas en el museo del Prado cree que es inevitable hablar de generaciones de dramaturgos aunque reconoce que "el teatro está viviendo una ‘juvenolatría’ desmesurada". Miralles también denuncia la falta de una "política teatral" por parte del Ministerio.
La directora y dramaturga Laila Ripoll, que presenta con su compañía Micomicón Atra Bilis, reconoce que iniciativas como la de esta Muestra "son estimulantes para poder montar a autores contemporáneos y ejemplos como éste deberían ser secundados. El mercado está cada vez más difícil -comenta- y es complicado vender a un autor actual. Hay un miedo al riesgo que luego no se corresponde con lo que pide el público, que siempre responde positivamente a obras de este tipo".