Image: Paloma Pedrero

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Teatro

Paloma Pedrero

“Algunos autores tenemos al poder en contra”

5 diciembre, 2001 01:00

Dice que jamás le baila el agua al poder, que no hace pasillos y que su teatro es de una claridad peligrosa para los políticos. Quizás por eso, asegura que nunca ha sido programada en un centro público. Pero sus obras se siguen traduciendo a varios idiomas y se estrenan en nuestro país y, sobre todo, en el extranjero. Ahora, Pedrero vuelve a tener varias obras en cartel. El próximo día 9 de diciembre presenta Noches de amor efímero en Praga y a finales de este mes lo hará en nuestro país con compañía española. El montaje de La isla amarilla, presentado por el grupo Sarabela en Galicia, y el estreno el 8 de enero en la Cuarta Pared de La llamada de Lauren -la ópera prima con la que irrumpió en la autoría teatral hace dieciséis años- confirman la vigencia de su teatro. Actriz, directora, productora, profesora de dramaturgia e interpretación, pero sobre todo autora, Pedrero hace un balance de la evolución de su obra y del panorama teatral actual.

Dice Doris Lessing que escribir es comprender. Quizás de esa necesidad de racionalizar lo absurdo y lo cotidiano surge el teatro de Paloma Pedrero, un teatro de un realismo tan dramático como poético donde los problemas de la autora se pierden entre los de la sociedad. Búsqueda de amor, de libertad, seres marginados, violencia, sueños... Cuenta Pedrero que se hizo escritora por necesidad, la de una actriz que tenía que dotar a su grupo de textos sobre los que trabajar. A los 24 años se encerró una noche en un cuarto y salió de él horas más tarde con el manuscrito de La llamada de Lauren, la sonada obra con la que debutó en la autoría y su primer papel protagonista.

-Sus textos se han traducido al francés, al inglés, italiano... y ha estrenado mucho fuera, sobre todo en
Sudamérica. ¿Tiene la impresión de que su obra está mas reconocida en el extranjero que en su propio país?
-Lo que creo es que en España sólo se hace caso a los artistas que están con el poder. Y yo, por sistema, no estoy con el poder. No lo estoy por ideología, por biología, por sensibilidad. Pero nos encontramos en un momento en que el Estado lo controla todo: desde el autor hasta el director o al distribuidor. Y si hablas en contra de ellos o te alejas, te dan un capón. Surge así un miedo a hablar y decir las cosas contra el que hay que luchar. Yo soy totalmente independiente, jamás hago pasillos, no bailo con el poder y además hago un teatro muy claro. Y eso no les interesa. Quizás eso explica que en 20 años no me han estrenado nunca en un centro público.

-¿Acaso hay que "hacer algo" para estrenar en un teatro público?
-Eso se lo debería preguntar a los que consiguen estrenar. Yo sé lo que "no" pienso hacer.

-¿Por qué no estaría dispuesta a pasar?
-Por todo lo que se salga de la labor de escritura. Me limito a escribir y a mandar mis obras. Y el Centro Dramático Nacional se limita a devolvérmelas. Sería interesante que explicara cómo selecciona a los autores, puesto que es un centro público y tiene una responsabilidad.

El teatro de los políticos
-¿No está conforme con quien dirige los centros públicos?
-Es que están en manos de los políticos y los directores, y ambos están aliados para satisfacer sus propios objetivos. A los políticos les interesa el teatro que no dice nada. Por su parte, a los directores de escena les interesa manipular los textos para hacer sus propias historias. Como los grandes clásicos son difíciles de manipular buscan textos regulares de autores vivos, o de muertos, que no se pueden quejar. Ni unos ni otros están a favor del teatro de autor. En ese sentido, los dramaturgos estamos muy solos porque tenemos al poder en contra. Si los centros públicos quieren apoyar a los autores vivos que hablen con ellos.

-Pero el Centro Dramático Nacional ha programado este año a autores consagrados, como Arrabal,y jóvenes, como Pedro Manuel Víllora.
-La programación del CDN de este año me parece un insulto para los dramaturgos. Han elegido a dos autores que ya se habían programado anteriormente, como es el caso de Arrabal y Nieva. Y estrena a Víllora, que todavía no ha demostrado que es autor, aunque sea crítico y se mueva muy bien con el poder. Con todos mis respetos a Pérez de la Fuente, que se los tengo porque me parece un artista interesante, los teatros públicos tienen una responsabilidad y deberían dar respuesta a la gente que, por ejemplo, se pregunta qué y cómo escriben nuestras dramaturgas.

-Usted sostiene que ninguna mujer ha estrenado en el CDN.
-En el María Guerrero nunca se ha estrenado a una autora y eso que han existido muy buenas, que no han tenido su oportunidad. El Estado tiene la responsabilidad de pensar lo que el público quiere conocer.

-Fuera del circuito oficial ¿la única alternativa para un autor son precisamente las salas alternativas?
-El problema de este país es que falta un territorio intermedio. En Madrid no hay un circuito"off". Tenemos el "off off" o las salas comerciales, y nada más. Así, dependes de empresarios que lo primero que te preguntan es si la obra tiene descanso para que la gente pueda ir al bar...

-¿Qué nombres destacaría usted de la escritura dramática actual?
-Hay mucha gente escribiendo, y algunos con propuestas muy interesantes. Están los grandes, Sastre, Rodríguez Méndez, Martín Recuerda, Mediero, Sanchis Sinisterra, Campos, Cabal, Alonso de Santos, Del Moral, Caballero... y muchos que no puedo recordar. Luego está la generación de "clónicos", nada original...Y una artista que me está sorprendiendo mucho es Laila Ripoll. Las mujeres hemos iniciado el camino para que se nos escuche y van a salir muy buenas autoras.

-Cuando usted debutó con La llamada de Lauren la situación de los autores era muy distinta a la actual. En estos años han cambiado muchas cosas en el teatro. ¿Qué sentido tiene recuperar esta obra 16 años después?
-La llamada de Lauren marcó mi carrera como autora y fue todo un escándalo en su momento. Cuando la productora me planteó hace poco tiempo su reestreno tuve mis dudas, porque no sabía si la obra iba a sobrevivir al paso del tiempo. Pero la he releído y me he dado cuenta de que está más de actualidad que nunca. No he retocado ni una coma.

-¿Dónde radica esa actualidad?
-Trata de algo que a todos nos mueve: la pregunta sobre la propia identidad. Es un texto muy realista y tiene escenas tremendas. Recuerdo que cuando lo interpreté en el año 1985 oía desde el escenario a gente gritar y abandonar la sala; provocó las iras de la crítica más recalcitrante. Sin embargo, la gente venía a vernos. La obra tiene más sentido si cabe ahora, en pleno año 2001, porque vivimos en una gran oscuridad en relación a los principales temas del hombre.

Insolente y audaz
-¿Cómo ha evolucionado su escritura desde esa ópera prima a obras como La Isla amarilla o Noches de amor efímero?
-Cuando comencé a escribir tenía una espontaneidad que no voy a recuperar nunca. Era la frescura que da el no saber en dónde te estás metiendo. Cuando empecé a escribir era absolutamente insolente y audaz. Luego te vas cargando de responsabilidades, y eso junto con el conocimiento te hace ser más correcto. La llamada de Lauren, por ejemplo, la escribí de forma rápida, y eso se capta en la obra, que fluye sola y provoca cosas muy fuertes.

-¿Es capaz de hacer esa misma valoración sobre la escritura de los otros? ¿Qué le parece lo que se está escribiendo actualmente?
-Hay mucha literatura vacía. Gran parte del teatro que se escribe ahora es onanista y egocéntrico, los que lo escriben se olvidan de que eso no interesa al público. No se puede hacer un arte egocéntrico , y en el teatro hay mucha gente que escribe por vanidad y para sertirse alguien. Eso es, precisamente, lo que nos está espantando al público. Vivimos un teatro de la oscuridad, del hermetismo.