Image: La última tentación de Picasso

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Teatro

La última tentación de Picasso

El 23 de enero se estrena Picasso adora la Maar

23 enero, 2002 01:00

Picasso junto a Cocteau y Eluard

André Breton, Max Jacobs, Paul Eluard o Man Ray saltan a la escena para ser testigos de una relación tan turbulenta como fértil: la que mantuvieron el pintor malagueño y la fotógrafa surrealista Dora Maar. El resultado es esta obra de cuidada puesta en escena y en la que la compañía aragonesa Teatro del Temple plantea una reflexión sobre el arte y el amor. Cuadros, fotografías, cafés parisinos... La bohemia de entreguerras queda retratada en este texto firmado por Alfonso Plou y que dirige Carlos Martín. Hoy se estrena en el teatro Principal de Zaragoza la historia de esta pareja de artistas capaz de convertir cualquier sentimiento en obra de arte.

Los trazos sobre un lienzo imaginario hacen visibles los demonios que sólo el arte puede exorcizar. Entonces, el escenario se convierte en un confesionario donde el artista elude su penitencia y se vuelve a entregar al arte de la vida. Picasso y Dora Maar saltan de los libros de historia, del cine, de las fotografías para tomar cuerpo y voz en el teatro. El doctor Frankenstein que ha perpetrado esta vuelta a la vida -al menos en hora y veinte minutos de espectáculo- ha sido el director Carlos Martín, gracias al texto servido por el dramaturgo y habitual colaborador suyo, Alfonso Plou.

La fascinación del pintor
Picasso adora la Maar comienza como comenzaron muchas relaciones entre artistas de vanguardia en el periodo de entreguerras: en un café parisino, con Dora Maar -croata de origen judío- recorriendo el hueco entre sus dedos enguantados con una navaja, ante la fascinación de Picasso en compañía del poeta Paul Eluard y su secretario Jaime Sabartés. Así comienza una relación tormentosa entre la fotógrafa y el pintor que durará de 1936 a 1945. Casi diez años de amor y odio que la compañía aragonesa Teatro del Temple ha sabido llevar a escena al mismo tiempo que plantea "una reflexión sobre el arte, sobre las imágenes, que en este montaje llegan a ser coprotagonistas. Eso responde a que el cometido del teatro es entretener y crear cultura. Queríamos reflexionar sobre la estética y cierta filosofía, lejos de didactismos pero sin caer en lo superficial", comenta el director Carlos Martín.

De cuidadísima factura y formato mediano, el montaje es una suerte de puesta en escena caleidoscópica. Las retroproyecciones, las pantallas, los cuadros de Picasso, la escenografía abierta y cambiante son los medios de los que se sirve la compañía para mostrar cómo la guerra civil española marcó al artista; cómo en los cafés parisinos se fraguó, entre tertulias y cigarrillos, el movimiento surrealista; cuál fue el proceso de creación del Guernica; y cómo Maar le inspiró obras como Dora y el minotauro... o el entierro de Max Jacob, o cómo Dora soportaba la existencia de otras amantes en la vida de Picasso...

El París del surrealismo
Estructurada en tres actos, una introducción y un epílogo, la obra consta de trece delirios en los que se dibuja "el París del surrealismo, aquellas reuniones en la Costa Azul, el intercambio de parejas...". La recreación de una época y unos personajes tan sugerentes está al servicio del verdadero tema: la relación de amor y desamor entre Picasso y Maar. Los actores Ricardo Joven y Cristina de Inza dan vida a la pareja de artistas. Para su retrato escénico las pinceladas han sido sustituidas por palabras, impresiones, por cómo se ven ellos mismos y cómo son vistos. "No queríamos hacer una hagiografía", comenta el director. Martín ha orquestado una descripción de "un enérgico Picasso que se ríe de sí mismo, y una Dora Maar fuerte, y que es la primera amante que está a la altura del pintor. Su relación es delirante", señala.

La importancia de la pintura queda patente en la presencia de cuadros sobre la escena, aportando además sentido a la acción. Por ella desfilan parte de los artistas más importantes de la época: Breton, Eluard, Man Ray, Braque, Lacan, Nusch, Max Jacob o Cocteau... y se muestra la relación que mantuvieron tanto con Dora como con Picasso. "ésta es una obra coral donde los actores llegan a interpretar hasta cinco personajes distintos".

Con este montaje, la compañía Teatro del Temple cierra una trilogía dedicada a destacadas figuras de la cultura española. La primera obra fue Goya (1996), "un espectáculo oscuro y solitario" que protagonizaron primero Sancho Gracia y luego José Luis Pellicena; le siguió Buñuel, Lorca y Dalí "un montaje divertido y transgresor -define Martín- que contaba la historia de una gran y delirante amistad y en el que aparecían personajes como el Papa Pío XII, Franco o Jordi Pujol".

Un nuevo filón creativo
Con Picasso adora la Maar la compañía aragonesa continúa en la línea de explorar teatralmente personalidades artísticas. "Es todo un filón creativo que permite reflexionar sobre el arte, algo inusual en el teatro".

Así, Teatro del Temple pone un punto y aparte en una variadísima trayectoria para adentrarse en terrenos distintos a los frecuentados hasta ahora. A lo largo de siete años han realizado incursiones en el terreno clásico, (Macbeth & Lady Macbeth de Shakespeare, La vengadora de las mujeres, de Lope de Vega), comercial (¿Qué coño es el hombre?, de Antonio Albanese) o vanguardista (El volcán y la marea, de Plou). La compañía -sin un elenco de actores fijo- surgió de la fusión de las productoras teatrales Directa y Calígula y está formada por Martín, Plou y el productor José Tricas. Plou es, por su parte, uno de los dramaturgos aragoneses más destacados. Ha estrenado obras como Laberinto de cristal, La ciudad, noches y pájaros, La sed del fuego y Rey Sancho, y ha ganado, entre otros, el premio Marqués de Bradomín del año 1986.