Image: Más malos que la quina

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Teatro

Más malos que la quina

Los cómicos Esteve y Ponce estrenan Mala Leche en la Cuarta Pared

6 febrero, 2002 01:00

Gerardo Esteve, Rafael Ponce y Malena Gutiérrez durante la actuación. Foto: Eva Ripoll

Les gusta romper tópicos y evitar etiquetas. Pero la búsqueda de un humor surrealista e inteligente puede ser una buena definición de sus diez años de trabajo. Los valencianos Esteve y Ponce estrenan el 8 de febrero Mala leche, en la sala Cuarta Pared de Madrid, y dentro de Escena Contemporánea. Una buena oportunidad para conocer el humor inclasificable de una compañía con mucha mala uva.

Algunos los han denominado los Hermanos Marx del humor español. No llevan falsos mostachos pero quitan el habla con sus montajes tan surrealistas como críticos y llenos de comicidad. Son dos, Rafael Ponce y Gerardo Esteve, aunque se bastan y sobran para revolucionar la escena humorística y echar más madera al debate sobre la escena en nuestro país. Dicen que la cultura teatral en España es "pacata, aburrida, paleta y falta de riesgo".

Lenguaje contundente
Por eso, estos dos valencianos conocidos como Esteve y Ponce llevan 10 años creando un estilo propio en las antípodas "de la cultura oficial de fuegos artificiales y de grandes producciones", asegura Rafael Ponce. A lo largo de sus cinco anteriores montajes -La conquista del espacio (1990), La verdad en inglés (92), Los pájaros fontaneros (95), Los hombres del tiempo (97), y Los hermanos pirracas en Nemequitepá (98)- han ideado un lenguaje reconocible, directo, extrovertido, contundente y crítico. "Nos movemos más en los límites de la danza-teatro, del teatro vanguardista y de nuestra propia biografía. Nos interesa crear cosas nuevas en escena y no detenernos tanto en la construcción psicológica de los personajes", aclara Ponce.

Caos, surrealismo y abstracción son los elementos con los que ellos aliñan su "ensalada de la casa" que no se sirve en salas de lujo sino en espacios decididos a apoyar la experimentación y la búsqueda de nuevos lenguajes. De ahí su incursión en el festival Escena Contemporánea, "algo que no se debería quedar en un fin sino en un medio para mostrar estos trabajos". Mala leche es un compendio de sus mejores virtudes. Y tiene, cómo no, mucha mala uva. "Hablamos de la España actual, reflejamos la cultura que vivimos, las relaciones conyugales y la política del momento con un humor cabrón, pero también con mucha ternura y añadiéndole unas gotas de poesía".

Las puertas de Dublín
El resultado: un montaje difícil de explicar, tanto por su dosis de surrealismo y de absurdo como por su simbología: cuidado con las puertas que se abren y se cierran (metáfora de las ilusiones perdidas y perseguidas), el toque circense (exteriorización del circo que cada uno llevamos dentro) y los colores rojo, verde y azul de la escenografía que recuerdan a los colores de las puertas dublinesas. La pareja Ponce-Esteve se convierte en un triunvirato con la incursión de la actriz Malena Gutiérrez -brillante cómica- en el montaje "para ser coherentes con la consigna de fragmentación y ruptura que queremos que impere en Mala leche". La obra se divide en microescenas de ritmo trepidante, casi cinematográfico donde se juega constantemente con las entradas y salidas.

Que el todo es la suma de sus partes tiene su demostración empírica en los trabajos de esta compañía: "nuestros montajes se nutren de nuestra forma de ser, por eso tienen un fuerte componente autobiográfico. Y nosotros somos unos personajes curiosos". Así habla la otra voz de Ponce, es decir, Gerardo Esteve. "El riesgo marca todo lo que hacemos -comenta-, incluso cuando íbamos cada uno por libre. Comenzamos haciendo teatro de calle, pasando el gorro, y ahora hacemos bolos por toda España, sin olvidar nunca nuestros orígenes".