Image: Carles Santos

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Teatro

Carles Santos

“La música contemporánea ha conseguido vaciar los teatros”

26 septiembre, 2002 02:00

Carles Santos. Foto: Paco Beltrán

Sama Samaruck Suck Suck es lo nuevo de Carles Santos, que se estrena el 26 de septiembre en el Teatre Nacional de Cataluña. Un encargo del Théâtre de La Villette de París que le ha permitido vivir y crear bajo la carpa del circo. Después de su presencia en el Festival de Edimburgo el pasado verano con el concierto No al No, y a punto de comenzar su próxima producción para La Ciudad de las Artes Escénicas de Sagunto, Lisístrata, el compositor dice que su popularidad se debe a que trabaja más en la órbita teatral que en la musical.

Carles Santos (Vinaroz, Castellón, 1940) es el compositor contemporáneo español más atípico. Su idea de visualizar la música lo ha desplazado de los escenarios propiamente líricos a los teatrales, donde él mismo gusta de dirigir e interpretar sus óperas. La obra de Santos es multidisciplinar y bebe de muchas fuentes: desde sus primeros conciertos en solitario, -en los que el músico se subía al piano interpretando recitativos minimalistas con apariencia de performance-; pasando por sus incursiones cinematográficas de los 70, o sus creaciones pictóricas y poéticas; a la prolífica obra operística que ha venido desarrollando desde los años 80 y en la que destacan producciones como Ricardo i Elena (2000), La Pantera Imperial (1996), Asdrúbila (1992) o Tramuntana Tremens (1989). Su arte se distingue también por un explosivo imaginario de tintes surrealistas, en el que mezcla sexo, humor, fetichismo y mucha sensualidad. Cuenta con la colaboración de la escenógrafa, actriz y diseñadora Maria Elena Roqué, su alter ego femenino y con la que comparte el gusto por lo barroco.

-¿Qué vamos a ver y oír en Sama Samaruck Suck Suck?
-Ver circo y oír ópera al mismo tiempo. El espectáculo cuenta con ocho artistas de circo y tres cantantes de ópera. Tengo mucho interés por ver cómo quedará en el Teatre Nacional de Cataluña. En París lo estrenamos en un chapiteu, en una carpa, pero aquí se monta en un escenario a la italiana.

Vivir en roulotte
-Se vale del lenguaje del circo, del canto y del texto para ilustrar una historia. ¿Era inevitable que después de Ricardo i Elena, en el que ya anticipaba el circo, acabara bajo una carpa?
-Si, porque fue precisamente Ricardo i Elena lo que motivó que los del Théâtre de La Villette, tras verlo, me encargaran un espectáculo de circo. En Francia hay una locura por el circo, siguen una política curiosa de romper el esquema tradicional, de forma que invitan a creadores que no pertenecen a ese mundo a experimentar nuevos espectáculos. Para mí ha sido una completa novedad. El montaje de circo requiere gente especial, es muy artesanal. En París hemos vivido en roulottes que rodeaban la carpa, así que hemos trabajado con dedicación absoluta, casi todo el día, en dos meses hemos tenido un espectáculo que en otras circunstancias hubiera necesitado el doble de tiempo. Además, esta forma de trabajar establece unos lazos entre los miembros del equipo.

En ocasiones, los espectáculos de Santos dan más protagonismo a la danza y el movimiento, otras son claramente óperas, o se trata de conciertos de piano en solitario como el No al No que ofrecerá en el festival de Gerona el mes próximo. él explica que lo que hace "es música en el teatro, entendida como vehículo comunicativo".

-Si no es teatro musical lo que hace ¿qué es entonces?
-Bueno, Sama Samaruck es una ópera o si prefiere una ópera-circo. La música ha sido grabada con una orquesta mozartiana de 50 intérpretes. Hay una partitura y un libreto en el que se cuenta una historia. Hay tres cantantes y los artistas de circo no cantan pero representan un personaje que en determinados momentos lanza un texto. De esta forma la voz refuerza el movimiento, algo muy interesante. En cualquier caso, lo de las definiciones son muy relativas.

-En sus últimos espectáculos hay una tendencia a que usted aparezca menos en el escenario. ¿Es así también en esta obra?
-Aquí solo aparezco durante un momento pero, por ejemplo, en Ricardo i Elena me prodigaba bastante. Pero los actores de Sama Samaruck aceptan riesgos muy grandes, actúan a trece metros del suelo. A mi me hubiera gustado actuar pero no he encontrado un personaje.

Actuar para el público
-Quizá sea uno de los compositores contemporáneos más populares del país. ¿A qué cree que se debe? ¿a que no se ciñe estrictamente al mundo de la música?
-Si no hay un público que te devuelve la pelota, no hay nada que hacer y la música contemporánea ha conseguido vaciar los teatros. Yo vivo de esto, es mi trabajo y, por supuesto, tengo en cuenta a los programadores, a la Administración, a los teatros y al público. La idea romántica de que sólo se puede hacer lo que a uno realmente le gusta está desfasada. Hay unas audiencias renovadas que exigen novedad en el teatro. Pero en la música la novedad no interesa; los auditorios elaboran sus programaciones y destinan un tres por ciento de estas a música contemporánea porque hay que hacerlo. Hay una obsesión por lo de siempre, que está muy bien pero... Además, los compositores tienen un planteamiento muy duro, es interesante su experimentación con el lenguaje, pero olvidan que hay una sensualidad en la música, que hay que sacarla del laboratorio.

-¿No teme ser considerado director de teatro más que compositor?
-El público pide que haya un director de escena que presente las cosas de forma no tradicional y para eso yo he tenido que irme a una plataforma teatral. Es curioso, porque en Barcelona, la calle Padilla separa el Auditorio del Teatro Nacional. Pues bien, yo me he tenido que ir del Auditorio al edificio de al lado, en donde actúo casi cada temporada. Además, fíjese, yo he sido Premio Nacional de Teatro y Premio Nacional de Música. Pero sí, estoy dentro del mundo teatral.

-Dice que se adapta a las audiencias, que éstas piden novedad, pero ¿no juega en contra esta actitud con la perdurabilidad de su obra ?
-No comparto el objetivo de la perdurabilidad porque el público consume con gran rapidez. Yo no publico mis composiciones pero controlo personalmente todos mis espectáculos. De hecho, recupero la forma tradicional de trabajar de los músicos. Antes, los compositores tocaban su propia obra, algo muy raro hoy en la música contemporánea. Yo, si fuera entrenador de fútbol, jugaría con el equipo.

-¿Y es por eso por lo que no tiene escritas su obras?
-No, yo tengo escritas todas mis obras pero no las publico, considero que es algo muy personal, casi una obligación ética y moral conmigo mismo. A veces autorizo a algún amigo a que las interprete, pero lo que me gusta es ejecutarlas yo mismo.