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Teatro

Sorprender, ilustrar, entretener

Autores y directores opinan sobre la función de la muestra

10 octubre, 2002 02:00

Ernesto Caballero

Algunas voces argumentan que el Festival de Otoño no tiene un hilo temático conductor, otras que es una pasarela de caros montajes internacionales cuando la escena hispana está tan desharrapada, también que les gustaría que hubiera más vanguardia y renovación, y más conferencias y debates. Pero ¿qué se espera de un festival como éste? ¿qué debería programar? ¿qué le sobra y qué le falta? El Cultural ha recabado la opinión de autores, directores y actores implicados.

Blanca Portillo
Siempre espero ver propuestas de fuera de España. Creo que el festival debe ser una muestra internacional para que tenga un calado más amplio. Y respecto a si sobra algo, creo que sobran las caras de siempre. Me gustaría ver cosas arriesgadas, montajes de directores que no sean precisamente los ya consolidados, de autores nuevos. Creo también que hay que publicitarlo muchísimo más, para evitar que se pueda convertir en un asunto exclusivo de los profesionales del teatro. Tengo la impresión de que se corre el riesgo de que sea un escaparate para la profesión y un festival debe ser una fiesta para los espectadores de teatro, no sólo para que nos veamos la cara unos cuantos conocidos.

José Carlos Plaza
Espero recibir todas las propuestas del extranjero, ver lo que se hace fuera de nuestro país para contrastarlo con nuestro trabajo. Y sobre lo que cambiaría, pues no cambiaría nada sino que lo prolongaría el resto del año para contrarrestar la cartelera que hay, que es infame y que muestra el abandono total en el que ha caído la cultura teatral y a todos los niveles: producción, distribución... Son enormes las dificultades que tiene la gente joven para estrenar un espectáculo. Por eso, el festival me parece escaso, le dotaría de más medios. Puede ser mejor o peor, pero eso depende del teatro que se hace.

Ignacio del Moral
Cada festival debe forjarse su propia personalidad y después mantenerla. Una de las funciones que un festival así podría tener en Madrid es la de servir de muestra de las novedades más significativas que se han dado a lo largo del año en la escena internacional, aunque personalmente yo no soy muy aficionado al género de teatro "festivalero". Otra opción podría ser la de ofrecer monográficos por países, por temas... O ser una plataforma de exhibición de la producción local... Lo que no debe ser es un cajón de sastre de propuestas heterogéneas a las que a posteriori se trata de dar unidad a base de largas y retóricas notas en el programa. En cualquier caso, una ciudad como Madrid -grande, incómoda, poco culta, fragmentada socialmente- es particularmente árida para cualquier festival, ya que nunca se llega a percibir ese "ambiente" que se logra en ciudades más pequeñas. Esperar, esperar... no espero nada, ya que no soy un espectador asiduo del Festival. Respecto a qué cambiaría, no tengo criterio en este momento, desconozco cuál va a ser el programa: tal vez eso sea en sí mismo significativo. Me temo -aunque tal vez sea injusto- que le sobran intervencionismo por parte de los políticos, amiguismo, cambalacheo y soluciones de compromiso. Son los grandes males de las muestras de este tipo. Echo en falta -tal vez por simple nostalgia- el viejo Festival de Teatro que organizaba Caballo de Bastos y que fue arrasado por este -al menos en principio- más faraónico de Otoño. Tal vez por eso nunca he simpatizado mucho con éste. Y le falta, aunque no sé cómo se logra eso ni si es algo que se puede conseguir desde el propio Festival, presencia en espíritu colectivo, participación, entronque con la comunidad. La imagen que tiene el ciudadano es de una serie de actos más o menos oficiales que se programan para los de siempre, los que van gratis. No sé, no tengo datos fiables, si la sección "periférica" consigue atraer más al ciudadano común.

Domingo Miras
El Festival de Otoño que organiza la Comunidad de Madrid es un festival de espectáculos, más que de teatro. No obstante, si tenemos en cuenta que de los 52 espectáculos programados para este año, 31 son de teatro, creo que podemos considerar que, dada la superior entidad del arte dramático, su presencia por encima del 50 por ciento de la totalidad es justa y, en consecuencia, el Festival resulta bastante equilibrado. Y respecto a si considero que hay que cambiar algo, tal y como está es un certamen muy digno y no se me ocurre ninguna modificación que pueda mejorarlo de una manera sustantiva. Tal vez falta algo de lo mejor que se está haciendo y cuya presencia lo mejoraría, pero no pasaría de ser una simple cuestión de detalle.

Ernesto Caballero
La mayor parte de los mejores espectáculos que he visto en mi vida me los ha ofrecido el Festival de Otoño. Como profesional y como espectador estoy profundamente agradecido. Espero que prosiga en esta línea de incuestionable excelencia artística. Objeciones: cierta tendencia hacia un exótico esteticismo dada las dificultades idiomáticas de la mayoría de los espectáculos; una desproporcionada presencia de los valores meramente visuales que terminan alejando al espectador del diálogo directo con la escena. Sin embargo, un festival como éste, dada su extraordinaria proyección internacional, no puede hacer nada al respecto. No puede asumir el teatro español contemporáneo. Cuando lo hace, inevitablemente provoca quejas en el empresariado y en las compañías que, no sin razón, lo acusan de competencia desleal. Por ello habría que acotar las responsabilidades de cada sector y el Festival tendría que abstenerse de contratar obras y compañías españolas a excepción del teatro latinoamericano o el que se represente en gallego, en euskera o en catalán. De este modo la Comunidad de Madrid podría volcarse, más y mejor, en sus creadores.

Juan Mayorga
Lo más importante que puede hacer un encuentro como el Festival de Otoño es tensionar nuestro teatro, desestabilizarlo. Por encima de cualquier otra cosa, eso es lo que debemos a la visita de gente como la compañía polaca de Tadeusz Kantor, el norteamericano Bob Wilson, la alemana Pina Bausch o el canadiense Robert Lepage: la excelencia de sus trabajos hizo que dramaturgos, directores y actores se preguntaran por el sentido de lo que estaban haciendo y reorientaran sus rumbos. Y muchos espectadores aprendieron que podían exigir más: más imaginación, más rigor, más riesgo. Ojalá esta próxima edición sea también capaz de romper algunas inercias y de revelar algunas carencias de nuestro sistema teatral. Pero en el Festival de Otoño hay una ausencia importante: la de la dramaturgia española. Junto a los pocos autores españoles programados, echo en falta a otros que están escribiendo un teatro de primera categoría. Y no me refiero sólo a mis amigos más cercanos. Tampoco encuentro a ninguno de mis colegas catalanes, algunos de los cuales son más conocidos en París o en Berlín que en Madrid. El Festival de Otoño debería también servir para encender un foco sobre la dramaturgia española, tan rica como maltratada.

ángélica Liddell
Espero que este Festival me aleje de la memez del panorama
teatral español, y que por algún tiempo desaparezca el olor a ajo podrido y pachanguero de la cultura española. Después de tantos años el Max Estrella de Valle-Inclán sigue teniendo razón en Luces de bohemia: "España es una deformación grotesca de la civilización europea". Que vengan los otros, por favor. En cuanto a lo que echo en falta, voy a ser muy práctica. Estoy sin blanca. Confío en la existencia de un bono que me permita ver más espectáculos por menos dinero. Yo no recibo invitaciones como los funcionarios.

Julia Gutiérrez Caba
El Festival de Otoño lleva muchos años celebrándose en Madrid y siempre desata en mí el mismo deseo: que presenten algún montaje interesante para ver nuevas tendencias o montajes distintos a los que estamos acostumbrados, compañías extranjeras a las que no tenemos acceso de otra forma y que el festival nos sirve. No me gustaría que el certamen se quedara en mera promoción. Aunque ésta es bienvenida debe prolongarse el resto del año. Desearía que el teatro español tuviera la misma promoción, no sólo por parte del sector público sino también privado.

José Sanchis Sinisterra
De este festival espero que me dé motivos para seguir creyendo que el teatro, al menos en alguna parte, es todavía un arte necesario para la instauración de lo humano, y no un mero entretenimiento para la conservación del mercado.
No sé qué le sobra, pero creo que le falta un ámbito de encuentro, debate y reflexión sobre los espectáculos que se ofrecen. La posibilidad de conocer el contexto en que cada obra se produce y de fomentar el intercambio de experiencias, preguntas y aspiraciones entre los profesionales del teatro... y quizás también con el público interesado. ¿Muy utópico?

Javier G. Yagöe
Un festival debería ser el lugar de lo extraordinario. Extraordinario porque es diferente de lo que vemos habi-
tualmente en las carteleras. El Festival de Otoño, por otra parte, es un festival generalista, va dirigido al conjunto de la ciudadanía y ahí está su dificultad: conjugar lo extraordinario con lo general. Extrordinarios son los grandes montajes de los grandes autores, directores y sctores, y éstos han de verse en un festival. Pero también pienso que extraordinarias son las propuestas que inten-
tan escapar de una programación estrictamente comercial y que por ser ambiciosas artísticamente, deberían tener cabida en un festival de estas características. Mi evolución como hombre de teatro está marcada por el impacto que me provocaron los festivales a los que pude asistir a principios de los ochenta. Por eso creo que este Festival debe esforzarse por ofrecer experiencias únicas, aún en épocas donde la cosecha no es demasiado brillante.