Image: Sexo y oportunismo

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Teatro

Sexo y oportunismo

Monologando. La cartelera habla sola

12 diciembre, 2002 01:00

Alexis Valdés. Foto: M.R.

Ser mujer no es ninguna ganga, seguro. Y puede que ser hombre, tampoco. Pero las guerras de sexos, larvadas, estallan de vez en cuando: la mujer se rebela de golpe y el hombre se queda perplejo ante la rebelión. Claro que hay féminas y féminas, varones y varones. Pero eso no quita para que uno no tenga más remedio que reconocer que la ideología dominante la marca el hombre. Y que se transmite a través de la mujer. Que algo está pasando y que algo va a pasar, lo demuestra la actual cartelera madrileña de teatro; monólogos a espuertas, y dentro de ese mogollón, monólogos sobre la confrontación de sexos. En estos, siempre desde un humor más o menos cáustico, más o menos inteligente, se plantea, de cara, no sólo las dificultades del matrimonio canónico, sino los problemas de la pareja en general.

Tres ejemplos, distintos y de dispar calado: 5mujeres.com (el Alcázar), No seré feliz pero tengo marido (Muñoz Seca) y Defensa del cavernícola (Arlequín). Los tres son impúdicamente comerciales y descaradamente oportunistas. Mas obedecen a un estado de ánimo y a un estado de la demanda y del mercado. Sin embargo, la gente, hombres vilipendiados y mujeres vengadoras, se desternillan de risa y salen en alegre camaradería y cogidos de la mano camino del restaurante, del catre o de la nostalgia. A lo peor es que los monólogos no tocan el verdadero quid de la cuestión; o a lo mejor es que la sátira y la carcajada resultan un buen remedio para la lucha de sexos; incluso para la lucha de clases que es perspectiva que no conviene olvidar en las relaciones de dominio hombre-mujer. Lo que nadie puede negar es que tanto las chicas, excelentes actrices, de 5mujeres.com, como la dulce e inefable Linda Peretz de No seré feliz... pero tengo marido, o el cavernícola Nancho Novo, están arrasando y arrasarán en estas navidades o quizá algo más. El monólogo, en general, responde a una urgencia empresarial y económica; y el monólogo de sexos, en particular, descubre una necesidad: que se aclare el maldito embrollo que desde siglos se traen hombres opresores y mujeres oprimidas. En cualquier caso, se trata de rebajar los elevados costes de producción del teatro no monologante. Como decía el otro, "economía, Horacio, economía".