Image: CNTC, en permanente   discusión

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Teatro

CNTC, en permanente discusión

Actores y directores revisan el modelo de la Compañía de Teatro Clásico

23 enero, 2003 01:00

Peribañez y el comendador de Ocaña, obra en gira de la CNTC, dirigida por Alonso de Santos

Han pasado 17 años desde la creación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) y El Cultural ha querido evaluar con la opinión de actores y directores si la función para la que nació debe ser revisada, si la actual estructura de funcionamiento es adecuada. En estos años la institución ha pasado de ser una compañía más o menos estable, como la ideó su primer director, Adolfo Marsillach, a encargar sus producciones a directores que forman sus repartos con actores disponibles. Son esos modelos los que están en permanente discusión. El de Marsillach permite seguir una línea de trabajo e investigación y forjar así un estilo, pero exige de la figura de un creador que lidere y se implique en un proyecto a medio plazo con unos actores también dispuestos a no dejarse tentar por el cine y la televisión. Por otro lado, el modelo de producción por encargo facilita la participación de un mayor número de actores y da más libertad a los directores a la hora de elegir títulos y formar repartos. Su actual responsable , José Luis Alonso de Santos, dice que lo ideal es un modelo intermedio: "no confío en tener unos actores fijos y tampoco ellos lo han reivindicado. Tenemos actores que trabajan con continuidad, en producciones sucesivas, y si la comparamos con otras compañías de nuestro entorno, ésta es la más estable de todas". Y es con los talleres que organiza -de elocuencia, de lucha escénica, de lenguaje y de interpretación- como, según dice, se intenta garantizar la relación entre representación, formación e investigación. La CNTC, con 80 personas fijas y un grupo de actores que varía según las obras de la temporada (85 en la actual), tiene este año 3.500.000 euros para producir.

José Luis Gómez
El cometido de la CNTC debería ser el de llevar a la máxima cantidad de público las obras que conforman el patrimonio clásico español y europeo en las mejores condiciones artísticas y técnicas posibles. Sobre si la CNTC cumple esta función, no tengo una opinión formada. Respecto a los modelos, creo que no han sido discutidos, pensados y presupuestados. A la hora de elegir entre el antiguo o el actual, yo me inclino por equipos no demasiado extensos. Creo que la función que debería cumplir la CNTC sólo es posible con un elenco, que hay que diferenciarlo del concepto de compañía. Elenco es un grupo de personas contratadas por un tiempo que con la fricción crean ciertas afinidades artísticas y se entrenan para desarrollarlas con el cultivo intensificado de las artes de la palabra, el cuerpo y la vivencia, que son las que el teatro clásico necesita. Y creo que una opción de esa naturaleza sería más barata que la actual. Además considero también a los equipos técnicos, que deben ser altamente cualificados pero más pequeños. Todo ello es posible si se cuenta con una persona que lidere el proyecto, compenetrada e identificada con él, lo que le exige una motivación altruista.

Carlos Hipólito
La función debería ser la de promover y difundir a nivel nacional las obras de nuestro teatro clásico. Crear un repertorio propio, alternando títulos emblemáticos con otros menos conocidos, en una labor de investigación teatral. Conseguir un estilo propio que la dote de identidad como tal compañía y que cree una escuela para el futuro... Todo esto la asemejaría a las grandes compañías de teatro clásico de Europa: Royal Shakespeare Company (RSC), Comèdie Française, etc. Respecto a si la actual CNTC cumple esa función, creo que no del todo. Creo que el modelo de Marsillach era el adecuado, pero nunca he comprendido que los cambios del poder político lleven implícita la destitución de personas que dirigen teatros públicos (y que lo hacen bien) por el mero hecho de no ser afines a una determinada ideología. No es bueno para la continuidad de un proyecto de estas características. Es positivo la incorporación de directores y actores que, de una manera esporádica, colaboren en determinados montajes, pero siempre como elementos a añadir al equipo de una compañía estable.

Helena Pimenta
La CNTC debería velar por la dramaturgia clásica tanto española como extranjera. Debe garantizar que la escenificación de estos textos sea constante y también modernizar ciertas estructuras de la tradición escénica. La CNTC actual creo que en parte cumple esas funciones, sin embargo es un modelo que necesita ser revisado; cada compañía aparece al calor de las necesidades que surgen aunque estas formaciones se adaptan lentamente debido a sus estructuras férreas. Aún así, es un enorme logro la existencia de una compañía de estas características. El modelo de Marsillach no es fácil de mantener, sobre todo por los actores. Antes había una mayor disposición actoral, ahora las televisiones, el cine, etc... impiden que permanezcan en el teatro de forma constante. Me gustan los modelos de compañía que profundizan en un estilo pero no se puede caer en el adormecimiento artístico; eso fue lo que en su momento causó el cambio. Que sea estable no significa que caiga en el funcionariado. Necesita estabilidad y riesgo. Por eso pienso que el modelo actual puede servir. En mi caso, cuando me encargaron La dama boba, me estimuló el planteamiento coherente de la producción. Es mejor el modelo de producciones por encargo que el modelo que gira en torno a una figura. Lo ideal sería un equilibrio entre los dos modelos, algo como lo que hace La Abadía, pero eso es muy difícil de mantener.

Blanca Portillo
En teoría, la función de una CNTC es el mantenimiento, fomento y divulgación de los textos clásicos universales. Nuestro Ministerio de Cultura debería dotar a esta compañía con un mayor presupuesto y darle una mayor publicidad. Entiendo que el mantenimiento de una compañía estable supone una inversión presupuestaria mayor de la que en estos momentos tiene. Evidentemente, todo está inventado. En Europa, cualquier Teatro Nacional tiene una compañía estable, un repertorio, un laboratorio, etc. Parece que aún no hemos descubierto esa fórmula en este país y los pocos intentos que ha habido en otros momentos se han venido abajo. Pero si queremos mantener una tradición en la forma de decir el verso, una unidad interpretativa, un entrenamiento actoral, una especialización en definitiva, la fórmula más lógica es mantener un equipo estable, que vaya rotando en las diferentes obras, mantener los espectáculos el mayor tiempo posible y si un espectador se ha perdido un montaje esta temporada, que pueda verlo en la próxima, crear un núcleo de investigación, un equipo que seleccione los textos, etc. Abrir las puertas a autores y directores de otros países para ampliar horizontes y compartir maneras de hacer, teorías, estilos diferentes.

Denis Rafter
La primera función de cualquier teatro es entretener al público, mantener su interés, hacerlo sentir y pensar. ¿Qué significa la palabra clásico? El primero o más alto rango de una cosa, algo que sirve de modelo o guía; algo que tiene un interés, calidad o estilo duradero. En el caso de un teatro clásico las obras deben mostrar el gran patrimonio del teatro mundial. Desde su fundación en 1986, la CNTC ha tenido algunos éxitos. Pasó igual en la RSC. En sus primeros 21 años tuvo tres directores: Peter Hall, Trevor Nunn y Terry Hands y no siempre salieron bien sus obras pero en los peores momentos económicos por los que atravesaron fue cuando mejores obras hicieron. ¿Qué es la tradición hoy día? Hasta en Inglaterra no se ponen de acuerdo sobre cómo hacer Shakespeare y recitar su verso. Estoy de acuerdo con la idea de una compañía estable, pero a la vez tenemos que plantear algunos principios: crear un ambiente casi religioso entre los actores de respeto y devoción al teatro; garantizarles un entrenamiento de voz, movimiento e interpretación continuo; libertad para experimentar y para equivocarse, buscar. Una compañía que permita crear una variedad artística dentro de una estructura de continuidad. El gran teatro crece desde la permanencia y el equilibrio, no debe estar al capricho de los políticos.

Àlex Rigola
Tengo un desconocimiento total sobre la CNTC, por lo que es imposible pronunciarme sobre las cuestiones que aquí se plantean. Quizá este desconocimiento pone de relieve en qué estado se encuentra ésta vista por la gente de provincias. La verdad, y quizá es bueno saberlo, es que generalizando, sólo hay dos teatros-compañías que me producen a mí y otros tantos colegas de Barcelona curiosidad y respeto sobre la programación madrileña: El teatro de la Abadía y la Cuarta Pared. Tuve la suerte, el pasado año, de tener acceso al Teatro de la Abadía y finalmente poder trabajar dos meses en la capital. Mi gran desesperación fue comprobar el gran número de espectáculos que se programaban en la ciudad y la ínfima cantidad que me apetecía ver. También quedó latente los pocos profesionales que asistieron a ver uno de los espectáculos mas interesantes del Festival de Otoño: Un tranvía llamado deseo, con dirección de Frank Castorf. Parecía increíble el poco amor y la falta de curiosidad de éstos por saber qué pasa con uno de los espectáculos punteros de Europa. Meses después realicé un viaje relámpago para asistir a una de las joyas europeas que pasaba, no casualmente, por el Teatro Central de Sevilla: Genesis, de Romeo Castellucci. ¿Cuántos profesionales se desplazaron para asistir a tal maravilla? Sí, ya sé que todos estamos muy ocupados… pero ¿de quién coño estamos aprendiendo? ¿No estaremos haciéndonos demasiadas pajas? ¡Basta ya de mirar al pasado! ¡Basta ya de querer recuperar todo el tiempo nuestra prehistoria! ¿Cuantos clásicos son realmente clásicos? No todo Lope es bueno, también tiene mucha mierda. Sí, fui a ver un espectáculo de la CNTC y me pasó un clásico: me aburrí.

Laila Ripoll
La CNTC debe difundir y enriquecer el patrimonio cultural y ayudar a desempolvar ese tipo de teatro, dotarlo de actualidad, de contemporaneidad y difundirlo. También creo que tiene una responsabilidad grande con los países de habla hispana. Este gobierno desprecia olímpicamente todo lo público y aquí se tiene mentalidad de empresario a la antigua usanza.En cualquier caso creo que ninguno de los dos modelos funciona bien. Un único director empobrece a la larga, pero tampoco está funcionando el sistema actual. Lo que más duele es notar la falta de cariño por esos autores, la falta de respeto y de conocimiento (salvo algunas excepciones dignísimas). Además: ¡Ya está bien con el Tenorio, que es un tostón, una birria, una cursilada, un ripio y no tiene nada que ver con la grandeza de los textos del Siglo de Oro! Creo que ese es el ejemplo clarísimo de la tradición mal entendida que confunde el tocino con la velocidad y lo rancio con lo tradicional.

María Jesús Valdés
Debe velar, defender y escenificar el teatro clásico. Y ahora creo que ahora está en manos de un hombre con una mentalidad muy abierta, que trata de popularizarlo. No sé por qué se abandonó el modelo de Marsillach. Adolfo era un director de talento, capaz de poner en pie la CNTC, de embarcar a los actores en su proyecto y arrastrar a la juventud al teatro clásico. Su muerte ha sido una gran pérdida para el teatro. él quería hacer muchas cosas, pero no pudo llevarlas a cabo. Yo, desde luego, preferiría que la CNTC fuera una formación más o menos estable, con directores invitados. El teatro clásico exige una gran disciplina, es muy difícil decir el verso, hay que madurarlo y esa disciplina la impone mejor una compañía que se plantea una línea de trabajo con continuidad. Para mí sería el ideal. Yo procedo de una generación que aprendió a decir el verso viendo a grandes actores como Manuel Dicenta o Carlos Lemos, y teníamos profesores magníficos en el Real Conservatorio de Música y Declamación. Y aunque hoy creo en la formación que se da en la RESAD, nuestras generaciones de intérpretes no han tenido la oportunidad de ver a esos actores herederos de una gran tradición de verso. Por eso, me resulta difícil encontrar interpretaciones que me satisfagan.

Eduardo Vasco
Su función sería la escenificación del repertorio fundamental que constituye nuestro patrimonio literario-dramático anterior a 1950. Y escenificar no sólo de lo indiscutible, que eso lo puede hacer la privada, sino lo desconocido.Cualquiera que sepa lo que es una compañía estable en el contexto europeo se guardará mucho de calificar así al modelo inicial de la CNTC. La compañía inicial era como mucho "relativamente estable". Aquel modelo era caro y altamente limitante a la hora de conformar un reparto, y además el mercado actual no ofrece muchas garantías de fidelidad por parte de los actores, tentados con suculentas ofertas de otros medios. Confío más en un modelo mixto que combine una cierta estabilidad conceptual y artística, sin excesos personalistas, con la posible participación de invitados.
Lo urgente y deseable tiene más que ver con la independencia de los teatros públicos del poder político de turno que tiene la capacidad de intervenir caprichosamente en su funcionamiento haciendo imposible cualquier apuesta seria semejante en otros países. La convergencia cultural europea es un camelo. Seguimos a años luz.