Image: Humor en tiempos de guerra

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Teatro

Humor en tiempos de guerra

por Nancho Novo

27 marzo, 2003 01:00

Nancho Novo

Hoy no me apetecía hacer la función. Uno sale a actuar con fiebre, con las cuerdas rotas, con esguince cervical o con la mujer en el paritorio. Un actor sólo puede faltar al teatro presentando el certificado de defunción, decía el viejo maestro Estruch. Vale. Pero hoy, que empiezan a caer las bombas, a uno le parece un poco frívolo y casi impúdico salir a hacer el ganso bajo los focos. ¿Quién puede tener ganas de reír en un día como hoy? Pienso en la soledad de mi camerino.Y cuál es mi sorpresa cuando me dicen que la sala está muy bien de público, para ser un jueves. ¡Coño, hay gente con ganas de cachondeo! ¿Será que no se han enterado de lo que está pasando, serán gentes sin alma? ¿O será gente que, precisamente por lo que está pasando, tienen el alma dislocada y necesitan un masaje en el ánimo?

Está claro, la gente necesita reír, siempre. Y en los peores momentos, más lo necesita. Si no puedes reírte de las cosas más próximas, de lo que te hace daño, de tí mismo, tu vida se ulcera y empieza a sangrar. ¿No os habéis fijado en una cosa? Cuando alguien ha visto un espectáculo y los amigos le preguntan qué tal, la mejor crítica que puede hacer, la que va a animarles a que vayan, es decir: te ríes un montón. No siempre es justo, pero es así. Reír es sano, profiláctico, balsámico, curativo... es lo que nos queda. Por eso la gente demanda comedia. Y por eso se la damos. A veces oigo cosas como: esto no es para tomárselo a risa. A ver, ¿qué no es para tomarse a risa? ¿La muerte? Que se lo digan a Valle-Inclán. ¿La injusticia? Que se lo digan a Brecht. ¿La guerra? Que se lo digan a Gila. Sí, ¿por qué no? Vamos a hacer reír un rato a la gente. Lo necesitan tanto como yo necesito hacerles reír. Vamos a cometer ese acto superfluo, un poco frívolo y casi impúdico de hacer el ganso bajo los focos. ése es mi trabajo, nuestro trabajo, el de los cómicos; el que, además, nos otorga un estrado desde el que nos oigan para poder gritar: NO A LA GUERRA. Y, así, redimirnos de nuestra superfluidad, un poco frívola. Casi impúdica.