Image: Béjart y su repertorio mítico

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Teatro

Béjart y su repertorio mítico

24 julio, 2003 02:00

Escena de Brel y Barbara, inspirada en la música de los dos cantantes. Foto: Aleu Bett

La compañía de Maurice Béjart actúa en el Festival de Peralada con un repertorio en el que incluye piezas míticas del coreógrafo. El 25 de julio presenta Siete Danzas Griegas, inspiradas en Theodorakis, Juan y Teresa, un paso a dos con ritmo de música tradicional española, y su ya famoso Bolero de Ravel. El día 26 representa su creación de El pájaro de fuego, de Stravinksy, y Brel y Barbara.

Cuando era adolescente en los Estados Unidos, en los años 70, e intentaba bailar con el corazón al tiempo que perseguía una buena técnica, en el mundo del ballet existían dos corrientes bien diferenciadas. Estaban las compañías que se dedicaban al gran repertorio clásico, y luego el New York City Ballet, donde convivían los clásicos con las creaciones neoclásicas de exquisita musicalidad de Balanchine. Y estaba Maurice Béjart.

Con el flamante título del Ballet del Siglo XX, Béjart venía a enseñarnos que el ballet podría convivir perfectamente con el mundo contemporáneo e incluso nutrirse de él. Entonces los clásicos estaban en una esfera aparte y mi espíritu adolescente era todavía demasiado impaciente para valorar la sutileza de la obra de Balanchine, así que la teatralidad y colorido de Béjart, la preparación física de sus bailarines capaces de soltarse la melena con el coreógrafo, me sorprendían a mí y a miles de espectadores que llenaban y siguen llenando los grandes aforos donde su compañía baila. Esta semana el Ballet Béjart Lausanne (BBL), como se denomina desde 1987 su compañía, presenta en el XVII edición del Festival Castell de Peralada dos programas distintos que recogen algunos de sus grandes éxitos y permiten seguir la trayectoria del prolífico coreógrafo marsellés quien, a sus 76 años, sigue en la brecha.

Béjart creó su primera obra en 1945 y desde entonces no ha parado de dar salida a sus gustos eclécticos y a su amplísima cultura humanística, donde mezcla sin miedo lo culto con lo espectacular. Su interés por lo diferente le ha llevado a investigar y acercarse al mundo oriental y con los años se ha convertido en un incombustible coreógrafo-filósofo, anclado en los distintos momentos y lugares de su época.

El perfil tan radicalmente distinto al de las compañías de por entonces, la fuerte personalidad de Béjart y su interés por crear o inspirarse en ricas músicas y personajes de temperamento (Wagner, Jung, Malreaux, el teatro Kabuki, Che Guevara, Don Quijote, la religión hindú...) ha atraído a una larga lista de figuras internacionales del ballet que buscaron colaborar con el coreógrafo, por lo menos en un momento de su trayectoria. "Más que el argumento me interesan los personajes...busco llegar a encontrar, a través de la danza, el movimiento y la visión, el alma de un personaje," ha dicho el coreógrafo. Este enfoque, y la fuerte teatralidad de sus creaciones han atraído a artistas como Suzanne Farrell, Maya Plisetskaya, Mijail Baryshnikov, Sylvie Guillem, entre muchos otros, que consideraban su trabajo con Béjart como una etapa que debían de pasar para desarrollarse plenamente.

Si en algunos sectores de la danza actual Béjart es criticado por considerarle "pasado de moda, megalómano o narcisista", también hay que reconocer que su paso por el campo de la creación coreográfica, bastante árida en cuanto a creaciones de ballet durante los años 60 y 70, fue una auténtica revolución. Despertó las ansias de los bailarines de un repertorio más en contacto con la actualidad.

"La mayor alegría es cuando uno trabaja con un joven bailarín o bailarina y lo ve realizar progresos hasta que se convierte en sí mismo", ha comentado Béjart. "En mis bailarines busco la sorpresa, eso que el mismo bailarín, sin saberlo, está buscando". Con este fin creó su famoso centro Mudra, en Bruselas, por donde pasó, entre otras figuras actuales, Nacho Duato.

Escuela gratuita
Rudra, la escuela de formación multidisciplinaria de Béjart para bailarines, fue creada en 1992 en Lausana, siguiendo el modelo de la citada Mudra. La escuela propone un programa de dos años de enseñanza gratuita para unos 40 bailarines procedentes de todo el mundo. Dentro del plan de estudios se incluyen clases de danza clásica y moderna, de obras del repertorio de Béjart y de Martha Graham, voz y canto, percusión y ritmo, teatro y artes marciales, con el fin de ayudar a cada alumno a desarrollarse tanto como artista y como persona. Según Béjart, "Rudra representa también un planteamiento vital intelectual y moral". Cada año el coreógrafo crea nuevas obras para estos jóvenes intérpretes, que las representa dentro de sus giras por Europa.

Los dos programas que se verán en Peralada incluyen Siete Danzas Griegas, una celebración de la vitalidad mediterránea com música de Theodorakis, y Juan y Teresa, con música tradicional española, creada para Marie-Claude Pietragalla (estrella del Ballet de la Opera de París) y Gil Román, del BBL, sobre las figuras de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de ávila.

Adagietto es un pieza corta que fue creada para el bailarín argentino fallecido Jorge Donn, musa durante años del coreógrafo. Con música de la Sinfonía N° 5 de Gustav Mahler el solo, habitualmente interpretado ahora por Gil Román, adjunto a la dirección del BBL, la obra es un alarde de expresión escénica.El público verá también la lectura bejartiana del Pájaro de Fuego de Igor Stravinsky. No faltará otra pieza emblemática del veterano coreógrafo, el Bolero de Ravel. Creado en 1961 para Jorge Donn, la lectura de la obra, entonces, fue de lo más rompedora. Un solo intérprete baila encima de una enorme mesa redonda, rodeado por bailarines del sexo contrario. En ocasiones, lo hace una bailarina siendo rodeada por bailarines masculinos, pero también se interpreta a la inversa. Maya Plisetskaya, Suzanne Farrell o Sylvie Guillem han seducido, sin contacto físico ninguno, a la horda masculina aprovechando bien el gradual aumento de tensión de la pieza de Ravel. Aunque hoy día la propuesta no sorprende, sigue siendo una referencia ineludible a la contribución de Béjart a ese "repertorio universal" del ballet moderno.

Figura polémica
Maurice Béjart ha sido, y sigue siendo, una figura polémica. No deja indiferente ni a los espectadores ni a la crítica. La crítica estadounidense Arlene Croce le dedicó un comentario feroz a finales de los 70 que refleja en gran medida la opinión de los detractores del coreógrafo francés: "La gente habla de Béjart como si fuera coreógrafo. Es, mejor dicho, un proveedor de sensaciones, como los directores cinematográficos Russell o Fellini, y el ballet es simplemente uno de los elementos que utiliza para saturar al espectador".

Lo que era emocionante en una determinada época puede pecar de una excesiva teatralidad histriónica hoy día, cuando la oferta oscila entre formatos más íntimos de mayor sencillez, o grandes montajes con alardes tecnológicos. Pero Béjart siempre ocupará un lugar merecido en la historia de la danza, aunque sea simplemente (entre otros méritos) por recordarnos que todo puede encontrar expresión a través de la danza.


Maurice Béjart
Maurice Béjart (Marsella, 1927) fue antes de un renovador coreógrafo, un bailarín formado en la danza clásica que destacó luego en el Ballet Cullberg de Suecia. En los años 50 crea sus primeras piezas aunque no fue hasta los 60 cuando fundó su propia compañía, el Ballet del siglo XX, para el que revisitó obras como Bolero (1960) o El pájaro de fuego (1970) ofreciendo una lectura insólita, espectacular y novedosa. En los 70 creó en Bruselas la escuela Mudra, que luego se trasladó a Lausana, donde sigue desarrollando un lenguaje ilustrado con un rico repertorio musical y que bebe del arte de diversas civilizaciones. Desde 1987 su compañía se llama Béjart Ballet Lausanne y cuenta con 41 bailarines.