Image: Bill T. Jones

Image: Bill T. Jones

Teatro

Bill T. Jones

“Me siento hambriento de tradición”

6 noviembre, 2003 01:00

El coreógrafo y bailarín Bill T. Jones en The Phantom Project. Foto: Lois Greenfield

"Intentar evocar un fantasma", así ha definido Bill T. Jones lo que supone The Phantom Project, la obra coreográfica con la que celebra el 20 aniversario de la compañía. Lo presenta en la Zarzuela de Madrid del 12 al 14 de noviembre y en él reúne antiguas creaciones de Arnie Zane.

A primera vista lo que llama la atención de Bill T. Jones es su imponente presencia física, una mezcla llamativa de fuerza y lirismo, rostro esculpido, mirada potente. Pero más impresionante aún es la tenacidad que muestra cuando habla de su visión artística. Una vistazo a la trayectoria de Bill T. Jones/Arnie Zane Dance Company que celebra ahora su vigésimo aniversario lo demuestra. Creada en 1982 en Nueva York con su compañero y colaborador, Arnie Zane, fallecido de sida en 1988, la compañía rápidamente ganó fama por sus atrevidas propuestas coreográficas, sus colaboraciones con artistas contemporáneos diversos y su interés por ampliar las fronteras de la danza.

De su trabajo destaca su intensidad y rigor, además de lo diversos y versátiles que resultan sus bailarines. "Todo artista tiene que identificar lo que hace, que la disciplina a la que se dedica sea lo que es y no otra cosa. La danza está basada en el cuerpo, donde la experiencia física se examina de la manera más lírica y profunda posible. Los cuerpos representan ese camino de investigación".

Pero la danza de Jones se mueve en campos diversos, le interesa tanto los aspectos formales de ésta como su dimensión social, interesándose por asuntos políticos y filosóficos, véanse obras como Last Supper at Uncle Tom´s Cabin" (última cena en la cabaña del Tío Tom,1990) o Still/Here (Aún/Aquí, 1993) un proyecto creado a raíz de unos talleres de supervivencia para personas con enfermedades terminales, o su última creación Reading, Mercy and the Artificial Nigger (La lectura, la piedad y el negrito artificial, 2003). "Como artista tengo necesidad de participar en el mundo de las ideas, tanto históricas, como espirituales y estéticas. Como creador soy un caldero de sentimientos y conjeturas y lo máximo que puedo hacer es entregarme a la investigación diaria de la danza con la esperanza de mostrar algo mis ideas y sentimientos", afirma Jones.

Colaboradores valientes y claros
En las coreografías de Jones intervienen a menudo artistas y colaboradores externos. "A la hora de buscarlos tengo que sentir una curiosidad sobre la posibilidad de establecer un diálogo con él o con ella. Necesito sentir una afinidad. Para realizar una creación conjunta hace falta un compañero de viaje que sea valiente, generoso y claro en cuanto a lo que se desea. Entonces es posible tener ese especie de romance metafórico".

Esta semana su compañía se presenta en Madrid, dentro del Festival de Otoño, con The Phantom Project, una iniciativa de conservación del repertorio de la compañía que durará varios años, labor que el coreógrafo ha comparado con "intentar evocar un fantasma". Es difícil porque, según dice, "mi preparación como bailarín se apoyaba mucho en la improvisación. Cuando éramos más jóvenes no pensábamos en conservar el repertorio, pero la vida no es eterna. El proyecto comenzó cuando tuve que retrotraerme veinte años atrás para introducir nuestros métodos de trabajo de entonces a mis bailarines actuales, algunos de los cuales aún no habían nacido todavía cuando empezamos Arnie y yo. Necesitaban poder conectar con el impulso original de los trabajos".

Hoy, sin embargo, Jones necesita darle una continuidad a su trabajo. "Me siento hambriento de tradición. Quiero que mis bailarines sepan que forman parte de algo que tiene un pasado. He tenido que superar el miedo al cambio, aprender a que mis bailarines entraran en esa zona privada que era Bill y Arnie, quien murió a los 39 años después de 17 años juntos. Fué doloroso porque creía que algunas de esas coreografías tenían que ver con nuestros cuerpos y nuestra relación", explica Jones.

Pero superada la prueba, Bill se muestra entusiasmado con el resultado: "Fue una sorpresa para mi ver como las coreografías y sus estructuras se han mantenido. Al ver la combinación de los cuerpos de mis bailarines en las coreografías he aprendido ahora a tener fe en el trabajo en sí mismo. Es misterioso. Esta nueva generación lo está comprendiendo todo y el repertorio recobra vida".

Bill T. Jones se expresa con gran claridad y un lenguaje que roza lo poético. Cuesta traducir sus palabras cargadas de matices. "Me siento comprometido con la investigación de una forma apasionada. Como bailarín siento que mi cuerpo contiene información, bailo y sé que proceso lo que estoy pensando y experimentando. Para mí este proceso tiene algo de redención. A veces lo máximo que puedes hacer es pararte y crear un movimiento puro o ponerte a cantar".