Image: Una muerte anunciada

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Teatro

Una muerte anunciada

José Luis Gómez estrena en Madrid "El rey se muere", de Ionesco

15 enero, 2004 01:00

José Luis Gómez dirige en un ensayo. Foto: Ros Ribas

Con El rey se muere, de Ionesco, se lleva a escena "una de las metáforas dramáticas más profundas e implacables sobre la muerte que ha producido el teatro", en opinión de José Luis Gómez, que dirige esta producción. La obra, como todo Ionesco, exige actores capaces de interpretar un texto que es un continuo chorro de palabras, desafío al que se enfrentan Francesc Orella y un elenco vinculado a La Abadía. Su estreno, el 15 de enero en Madrid, coincide con el décimo aniversario de la muerte del autor que se cumple este año.

Es el segundo Ionesco que pone en escena La Abadía. Si en el primero, Las sillas (1997), sirvió a José Luis Gómez para volver a los escenarios tras casi diez años de ausencia, ahora el actor ha preferido situarse a pie de escenario, dirigir El rey se muere, "una de las metáforas dramáticas más profundas e implacables sobre la muerte que ha dado el teatro universal". Así que partimos de la admiración de Gómez por un autor escasamente representado en nuestro país, debido en parte a la dificultad que entraña su teatro: teatro de texto, que exige actores capaces de lidiar con largos y complejos parlamentos y directores que sepan desentrañar en la confusión y el absurdo del discurso que emplea Ionesco ese mensaje desesperado y a la vez provocador sobre el individuo y el mundo.

"últimamente tengo un especial tirón por Ionesco. Yo nunca había montado nada suyo, pero de pronto recordé que el texto con el que preparé mi ingreso en el Instituto de Arte Dramático de Westfalia fue el monólogo final de El rinoceronte. Luego he interpretado Las sillas y también quería haber protagonizado El rey se muere, pero cuando fui consciente de la dimensión de la búsqueda que había que hacer, de lo que había que trasladar a los actores para que me entendieran, me di cuenta que era tan ingente el material y tan complicado el estilo que decidí que no era posible dirigir y actuar", explica el director.

Perspectivas de la conciencia
Autor de más de una treintena de obras de teatro, Ionesco se implicó rápidamente en la dramaturgia europea conservando cierto humor y escepticismo característico de los intelectuales del Este, el interés por la farsa, lo grotesco y el guiñol, y rechazando el teatro tradicional. A partir de los 50 comienza a estrenar en Francia un teatro que bautizarán de "absurdo", con algunas herencias existencialistas (Camus, Sartre) y en el que también se inscriben Beckett y Arrabal. Lo que atrae particularmente a Gómez de Ionesco es que "es un autor profundamente honrado, que habla de la naturaleza humana de una manera desveladora. Vinculado a la escritura surrealista, que es una escritura con raíces oníricas, fue originalmente poeta y quizá por ello no tiene una escritura dramática al uso, de desarrollo lineal, sino que abre perspectivas de la conciencia, como las abre la poesía. El lenguaje de la poesía es siempre analógico, metafórico, más que señalarte las cosas con el dedo te descubre la realidad subyacente y te desvela paisajes más allá de la realidad. Eso es lo que a mí me atrae de Ionesco, te descubre secretos. Luego cuando he leído su personalísimo diario, La búsqueda intermitente, ha crecido mi admiración por él".

En El rey se muere, Berenguer, -nombre que Ionesco da a otros protagonistas de su obras- sueña que es rey y que ha de morir. Su corte se divide: mientras su primera mujer, Margarita, y su médico asumen el papel de guías del futuro difunto, su segunda mujer, María, la enfermera Julieta y el alabardero intentan suavizar su agonía. Obviamente, Berenguer rechaza este sueño, cree que es una pesadilla, pero su muerte está escrita al final de la obra.

"El paradigma del que habla la obra es antiguo, es el de La vida es sueño, de Calderón. Aquí parto de identificar a Berenguer con cualquier hombre, su sueño es el sueño que tiene cualquiera al que le da un ataque al corazón y sueña su propia muerte. Pero hemos descubierto en los ensayos que la obra, más que del sufrimiento y del miedo a la muerte, habla de la gran lucha contra las ataduras del ego. Berenguer dice continuamente: ‘que se mueran los otros’, ‘¿por qué nadie me da su vida?’. Pero realmente la única persona que lleva a Berenguer a despojarse de estas ataduras es Margarita".Y añade el director que esta lectura mística se confirma al leer el fragmento final en el que Margarita le acompaña a dar el paseo: "Es una glosa maravillosamente disfrazada con los recursos de la literatura contemporánea de pasajes fundamentales del Libro Tibetano de los Muertos, que es el libro que especifica las ayudas que necesita el ser humano en el tránsito. Definitivamente, veo la historia como la lucha de San Jorge y el dragón, una metáfora que nos invita a comenzar la lucha con ese ego y que únicamente termina con la desaparición física. Eso es, debemos aceptar nuestra propia naturaleza, pasajera, efímera del ser humano".

Escritura meándrica
Como se ha dicho, el teatro de Ionesco es complejo porque la estructura de sus obras traducen los sueños, el pensamiento y el comportamiento desorganizado del hombre. "Es una escritura meándrica", según Gómez. De ello dan fe las dificultades que el equipo de La Abadía ha atravesado durante los ensayos: "La lectura de la obra fue muy intrincada. Antes de trabajar con los actores estuvimos mucho tiempo intentado desvelarla. Luego, con ellos se vio también la dificultad que tenían en asumir ese estilo que es totalmente contradictorio, que no es descriptivo. Durante los ensayos, hubo un tiempo en que no era capaz de abarcar con la mirada la totalidad, que es una cosa que hay que tener siempre en la cabeza, y trabajé a ciegas pero guiado por el subconsciente. Esto se reveló como una gran panacea". Saltar de lo profundamente trágico a lo irrisorio en segundos, de una implicación espiritual a la cotidianidad más superficial, es lo que se exige a un elenco curtido en La Abadía (Elisabet Gelabert, José Luis Alcobendas, Inma Nieto y Jesús Barranco) y al que se le han unido Francesc Orella y Asunción Sánchez. El vestuario, original de Pepe Rubio, está inspirado en los trajes de Balenciaga de los años 60 y el espacio busca representar la geografía de nuestros sueños, diseñado por Elisa Sanz.

Ionesco fue un autor marginal, representado en pequeñas salas y en especial en La Huchette del Barrio Latino, hasta que Jean Louis Barrault le prestó atención. Así Jorge Lavelli estrenó El rey se muere en la Comedie Française y, en España, José Luis Alonso la montó en 1964 persiguiendo con ella "suspender la respiración del público". "José Luis hablaba de que es una obra teológica. Yo no lo creo", dice Gómez, "todo lo teológico, por definición, habla de Dios e Ionesco pensaba que Dios es innombrable y la realidad divina inasible. Aquí no habla de Dios, pero sí hay un principio de esperanza, como una intuición de que hay algo más allá".

Eugène Ionesco
Eugène Ionesco (Slatina, Rumanía, 1912-París, Francia, 1994) destacó en la Francia que jugaba a ser de izquierdas por ser un defensor de causas perdidas, por un sentido cívico que a veces le excluyó del círculo intelectual de moda. A diferencia de sus compatriotas más ilustres de la Rumanía de entreguerras, -su amigo Cioran y Mircea Eliade, al que le únía el interés por lo religioso-, el dramaturgo combatió cualquier tipo de horror, ya fuera de signo comunista o fascista: "Era preciso respetar la verdad y desmentir a los que se mentían a sí mismos o se negaban a enfrentarse a la verdad. Los occidentales en general imaginan que la verdad ideológica es más verdadera que la simple y pura verdad", dijo en una ocasión.