Image: Flor de Olmedo

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Teatro

Flor de Olmedo

José Pascual dirige a Israel Elejalde en "El caballero de Olmedo"

5 febrero, 2004 01:00

Israel Elejalde es un atribulado Don Alonso

El 5 de febrero se estrena en el Teatro Pavón de Madrid El caballero de Olmedo, pieza fundamental del repertorio del Siglo de Oro fundada en un episodio real que el genio lopesco tradujo a la escena. José Pascual la ha dirigido en esta ocasión con Israel Elejalde de protagonista para el Centro Teatral de Castilla y León.

Hace 14 años que no vemos en un escenario El caballero de Olmedo en una producción de altos vuelos cual se supone es ésta de José Pascual; nombres jóvenes aunque ya acreditados como el de Israel Elejalde, o de tan consistente experiencia como Chema Muñoz o Chema Ruiz, por citar sólo la cabecera de reparto. En 1990 Miguel Narros puso en pie una especie de sombría fantasía lírica; sombras y nieblas de toros y jinetes configuraban una épica galante de amor y de muerte. Todo el aparato escénico de un Narros que hacía poco que había tenido que dejar el teatro Español y un reparto en el que Carmelo Gómez, neófito, no era la estrella que conocemos hoy. Y gran estrella, dentro de la luminosa constelación lopesca es El caballero de Olmedo cuyo protagonista fue muerto a traición, con menos gallardía de la que él demostraba alanceando toros. El caballero de Olmedo tiene base histórica en un suceso de amoríos y de rivalidad caballeresca: Miguel Ruiz y su pandilla mataron, con nocturnidad y alevosía, a Juan de Vivero que los había humillado, quebrando lanzas, abatiendo toros y rindiendo a una dama por cuyo amor desfallecía Miguel Ruiz. Dicen que los matadores se acogieron a sagrado en el convento de La Mejorada y que el más principal de todos ellos, Miguel Ruiz, tras escapar de la justicia terrena se dedicó toda su vida al amor divino haciendo penitencia por el crimen. Hasta aquí lo que cuentan historias, leyendas y romances que el vampirismo insaciable de Lope chupó de las venas del pueblo para llevarlo a la escena. Juan de Vivero se transmutó en don Alonso, Miguel Ruiz en don Rodrigo y Elvira Pacheco encarnó en la enamorada doña Inés. Don Alonso, que era gala y flor de villas y campos vallisoletanos, murió víctima de nocturna cacería humana. Y, si numerosas han sido las variantes de la célebre copla "que de noche le mataron/al caballero/la gala de Medina/la flor de Olmedo", varias han sido las propuestas teatrales y varias las representaciones en los últimos años.

Ciñéndonos a Lope de Vega, en una comedia anterior según cuenta la estudiosa María Grazia Profeti, aparece una rara reelaboración de la popular copla. El título de esa comedia es El santo negro Rosambuco y la reelaboración "a lo negro" es como sigue: "Y esta noche le mataron/a la cagallera/,quen langalan den Mieldina/la flor de Olmiela". En dos autos sacramentales "auto del pan y del palo" y "auto de los cantares", hay dos recreaciones "a lo divino" que tienen un tono religioso muy lejos del carácter cortés y trágico. Carecen de frescura, pero valen. Una dice: "que de noche le mataron/al divino caballero/que era la gala del padre/ y la flor de tierra y cielo". La otra está en parecida línea, aunque se parece más a la copla más conocida: "que de noche le mataron/al caballero,/a la gala de María,/la flor del cielo".

Todas estas peripecias literarias y populares dan idea de la fuerza con que el cruento suceso, a mitad de camino entre Medina del Campo y Olmedo, prendió en el pueblo llano. Lo propio de esta historia, teatralmente destilado por Lope en El caballero de Olmedo, es el vigor de las pasiones; la idea de que un honor ultrajado -ultraje puramente subjetivo- exige reparación y escarmiento; y la convicción de que no ha de haber placer sin castigo, triunfo sin reparación y gozo sin muerte. Luego, vendrá el rey y, dentro de un irreprochable monarquismo autocrático, restablecerá la justicia. Todo esto, tan truculento, resulta grácil después de pasar por el verso de Lope.


Caballeros de Olmedo ha habido muchos. Modesto Higueras lo dirigió en el Teatro Español en 1953 con José María Seoane en el papel de Don Alonso. César Oliva lo estrenó en el corral de Almagro en 1977 y cinco años después y allí mismo José Luis Pellicena fue el caballero, dirigido por José Osuna. Más próximo es el montaje de Miguel Narros en 1990 para la CN TC y Lluís Pasqual lo hizo para Aviñón. En el 2000 Etelvino Vázquez lo presentó en el Festival de Cáceres.