Parece una ironía que la sala Beckett encargue a Lluïsa Cunillé una obra para el ciclo "L"acció té lloc a Barcelona" ("La acción tiene lugar en Barcelona"); en sus obras, la autora se ha mostrado defensora de los espacios indeterminados para ubicar a unos personajes tan ambiguos como los espacios que transitan. Cunillé realiza en Barcelona, mapa d"ombres (Barcelona, mapa de sombras) una doble pirueta saltando hacia la otra orilla de su trayectoria sin desviarse de ésta. La obra reúne a seis personajes en un reconocible piso del Ensanche barcelonés. Un matrimonio maduro solicita a sus inquilinos que desalojen sus habitaciones para poder vivir tranquilamente los pocos días que la enfermedad terminal del marido les permita. Los personajes, de generaciones y condiciones sociales muy distintas, se convierten en arquetipos contemporáneos de la soledad urbana. Entre tanta realidad capaz de hacer cómplice de inmediato al espectador, lo inverosímil hace sutiles intervenciones: un papel quemado por combustión espontánea o un extraño temblor de tierra dan una nueva dimensión a lo que podría ser simplemente un ácido retrato de soledades divergentes. Cunillé va más allá, entrecruza las vidas de sus personajes para llevarnos al nudo de la tragedia clásica. El incesto y el adulterio aparecen. Sin embargo, con el sarcasmo propio de la autora, la obra se va escorando hacia la comedia. Sólo en la escena final, ya en el terreno de lo grotesco, comprenderemos que estamos ante una gran tragicomedia. Lurdes Barba ha sabido plasmar de forma precisa el sutil juego dramático que propone la autora, desvelando despacio las muchas sorpresas que contiene la obra. Si bien en las primeras escenas, el ritmo que nos propone pudiera parecer moroso, el desarrollo posterior acaba por justificarlo. Esto y la excelente interpretación del elenco serían motivos suficientes para considerar este "mapa de sombras" un magnífico espectáculo. También un espacio escénico sugerente y funcional, puntuado por una eficaz iluminación y un acertado vestuario.