Teatro

El adefesio

Directora: Nieves Gámez

1 abril, 2004 02:00

Intérpretes: Manuel Galiana, Maria Luisa Merlo, Tomás Gayo. Autor: Rafael Alberti. Círculo de Bellas Artes. Madrid

La primera reflexión que surge tras contemplar este infortunado montaje es una reflexión sobre la culpa y el castigo: ¿Qué ha hecho tan excelente actor como Manuel Galiana para merecer este infortunio? ¿Por qué le visten de mujer de luto para seguir siendo Manuel Galiana, el segurísimo intérprete de tantos textos?; un hombre vestido de mujer, Gorgo, autoritario y violento. En tiempo, también se hizo con Bernarda e Ismael Merlo en el papel del tiránico personaje. Más no parece imprescindible la interpretación de un hombre para resaltar ciertos aspectos viriles de una mujer insoportable.

Lo primero que hay que decir, aunque lo sepa todo el mundo, es que El adefesio es un mal remedo de La casa de Bernarda Alba; si bien no creo que fuera intención consciente de Alberti la imitación. Como fuere, El adefesio no es una obra con suerte pese a los ilustres nombres que se vinculan a ella. En 1944 fue estrenada en Buenos Aires por Margarita Xirgu. El estreno por María Casares en Madrid en los inicios de la transición democrática de España fue un fracaso. Y este espectáculo bajo la responsabilidad de Nieves Gámez tampoco creo que esté destinado a una gloria imperecedera. A lo peor no es cuestión de suerte. A lo peor es que El adefesio no da más de sí, aunque el despropósito de vestir de vieja a Manuel Galiana -para seguir siendo Manuel Galiana- agrave las limitaciones teatrales de esta obra en particular y de todo el teatro de Rafael Alberti en general. Es evidente que Rafael Alberti es uno de los grandes poetas del 27, todos los poetas de la principal constelación lo fueron; y que libros como Marinero en tierra, Sobre los ángeles o A la pintura son verdaderos hitos en la lírica española. Es evidente también que el significado civil y político del gaditano es verdaderamente ejemplar. Pero no lo es menos que Alberti nunca pudo alcanzar, acaso por las circunstancias, acaso por la prioridad que siempre dio a su poesía, niveles teatrales verdaderamente significativos. Alberti no es Lorca. Y pese a las semejanzas, El adefesio no es La Casa de Bernarda Alba.