Image: Ideología y amistad

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Teatro

Ideología y amistad

Tanttaka estrena Paradero desconocido

22 abril, 2004 02:00

Kike Díaz de Rada e Isidoro Fernández son dos amigos enfrentados

Cuando la ideología nazi hace su aparición no hay vínculos que resistan el totalitarismo. De ello da prueba Paradero desconocido, el último montaje de Tanttaka que hoy se estrena en el teatro Principal de San Sebastián. Fernando Bernués dirige y adapta esta novela de Kressmann Taylor sobre una amistad truncada por el nazismo. La puesta en escena acentúa el suspense de este texto basado en un hecho real.

Fernando Bernués es un buscador de historias. El director de la compañía vasca Tanttaka ha encontrado en el teatro la fórmula para convertir lo imaginado en algo tangible pero siempre haciendo primar "la historia sobre el formato". Así lo demuestra la lista de montajes que la compañía tiene a sus espaldas, en la que prevalece la narración -en este caso escénica- sin descuidar la forma, como lo demuestran El porqué de las cosas de Quim Monzó, Novecento, el pianista del océano de Alessandro Baricco, El florido pensil de Andrés Sopeña y La mano del emigrante de Manuel Rivas. "Habitualmente encuentro mejores historias en la narrativa que en el teatro", dice Bernués, que ha realizado la dramaturgia de casi todas sus obras.

Con un ritmo constante de producción -estrenan dos espectáculos por año- y el regusto aún de la interpretación de Mario Gas en Mi suicidio, Tanttaka vuelve a los montajes dialécticos en la senda de El pianista del océano, donde la anécdota deja de ser una excusa para atrapar al espectador en una narración escénica y unos diálogos que navegan por el suspense y un sutil lirismo.

La Alemania nazi vuelve a atraer, una vez más, la atención de la escena española -coincidiendo esta semana con el estreno en La Abadía de Sobre Horacios y Curiacios a partir de una obra de Bertolt Brecht-. Paradero desconocido es la historia -basada en un hecho real- de cómo el poder puede acabar con la amistad. Dos amigos, el judío Max Eisenstein,y el alemán Martin Schulse, comparten una estrecha amistad y dirigen una galería de arte.

Amistad vs. nazismo
Es el año 1933. La llegada al poder de Hitler interrumpirá esta cordial relación al convertir a Schulse en seguidor de la doctrina nazi y funcionario del nuevo gobierno. La aparición de una tercera persona colocará a estos personajes al límite y pondrá a prueba su amistad. Pero, como dice el director, "cuando hay poder e ideologías por medio nada vuelve a ser lo mismo. Esta pieza es una denuncia de los mecanismos aniquiladores de las ideologías totalitarias, pero también es la historia de un compromiso personal. Aquel al que todo el mundo se enfrenta cuando tiene que elegir entre amistad y poder".

Paradero desconocido no es una obra de fácil adaptación teatral. Su estructura epistolar ha tenido que modificarse y reducirse para ser llevada a escena, trabajo del que se ha encargado Bernués. Así, la correspondencia que mantienen sus dos protagonistas y que es el motor de la novela, en la obra teatral se combina con los diálogos y la acción dramática, que transcurre en una sala de ensayo para orquestas. A pesar de la importancia que el director afirma dar a las historias, Tanttaka destaca por el cuidado de sus puestas en escena. Limpias, simbólicas y, a veces, musicales. ésta es una de esas ocasiones en las que la música juega un papel fundamental, al igual que en Novecento. "A los dos protagonistas se les presupone cierta sensibilidad artística, puesto que son galeristas, así que al principio me planteé como elemento referencial la pintura. Pero al final decidimos que fuera la música la que explicase los propios personajes y el contexto. Por eso, en el escenario hay un pianista -Iñaki Salvador- y un violoncellista -Pello Ramírez-, que son a su vez alter ego del judío y del alemán".

Un bestseller
Paradero desconocido se inspira en la novela homónima escrita por Kressman Taylor y publicada en 1938 en la revista Story Magazine. La obra se convirtió en un bestseller en Estados Unidos e Inglaterra mientras que en el resto de Europa pasó desapercibida. Sesenta años después, en el 2000, se editó en Francia con gran éxito, llegando a convertirse en uno de los libros más vendidos. A ello contribuyó la leyenda que se fraguó en torno a su autora, Kathrine Kressmann Taylor, periodista con una intrépida biografía que se ocultaba tras el seudónimo de Kresseman Taylor, a la que los rumores quisieron convertir en una ama de casa que apenas había escrito unas sátiras en verso para algún periódico de San Francisco -el propio Bernués reconoce que la novelesca biografía de Kressman se merecería un montaje aparte-.