Image: Philippe Decouflé

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Teatro

Philippe Decouflé

“Soy consciente de los límites de la poesía frente al desorden mundial”

3 junio, 2004 02:00

Philippe Decouflé. Foto: Teresa Miró

Coreógrafo y bailarín, pero también realizador de cine, artista de circo y publicista, Phillippe Decouflé une en el escenario sus variopintos gustos artísticos para crear composiciones de una belleza, magia y sensualidad sorprendentes. El artista francés actúa con su compañía DCA en el Teatro Nacional de Cataluña a partir del 8 de junio. Presenta su último espectáculo, Iris, inspirado en la cultura japonesa que tanto le interesa.

Tiene una mirada pícara, traviesa. Y un flequillo que, revoltoso, tiende a dispararse siempre hacia adelante. Philippe Decouflé (París, 1961) parece un hombre siempre dispuesto a jugar. Quizás por eso sus espectáculos acostumbran a tener un componente importante de divertimento, buscan siempre regalar a los espectadores una sonrisa cómplice.

Sirva como ejemplo Iris, su más reciente trabajo, el que presentará entre el 8 y el 13 de junio en el Teatre Nacional de Catalunya, dentro de la programación de espectáculos que en diferentes equipamientos de la ciudad ha programado el Fórum de las Culturas 2004.

Philippe Decouflé es uno de los creadores franceses de más proyección internacional, también uno de los más conocidos por el gran público: quizás porque sus trabajos sobre los escenarios se han combinado con otros para la publicidad -ha desarrollado, por ejemplo, campañas para las marcas Dior, France Télécom o Polaroid-, para la industria musical -firmó un vídeoclip de Fine Young Cannibals- y también con montajes de gran formato. Sin ir más lejos a Philippe Decouflé recurrió el Comité organizador de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1992 en Albertville para dirigir sus ceremonias tanto de apertura como de clausura; o el Festival de Cannes para la ceremonia de apertura de la edición que celebró su 50 aniversario.

Pero no tan sólo a esos espectáculos de masas debe Philippe Decouflé su éxito, también a unas creaciones -Shazam!, Decodex, Triton, o Cyrk 13- que derrochan imaginación y combinan con sabiduría las diferentes disciplinas que el creador ha trabajado a lo largo de su carrera: leáse danza, circo, mimo e imagen videográfica. Tampoco hay que olvidar que entre sus maestros destacan nombres como los de Marcel Marceau o los coreógrafos norteamericanos Alwin Nikolaïs y Merce Cunningham.

Complejidad técnica
Otro rasgo que define los espectáculos de Decouflé es su gran complejidad técnica, derivada de los trucos visuales que gustan al artista y del empleo de efectos especiales. Su compañía DCA, -afincada en La Chaufferie de Saint Denis (París), una central de energía reconvertida en laboratorio escénico con un amplio espacio para las representaciones que les cedió el ayuntamiento en 1993-, cuenta con un nutrido equipo técnico, algo poco poco habitual en las formaciones teatrales. Entre otros, figura el ingeniero Lalhou Benamirou al frente de la iluminación, el experto en efectos especiales Pierre Jean Verbraeken o su más fiel colaborador desde hace 15 años, el ingeniero Spot, autor de la música de alguna de sus producciones y de crear los llamados espacios sonoros. El equipo artístico lo compone un elenco de bailarines que también son comediantes o artistas de circo, un perfil de actor que le permite a Decouflé esa mezcla de géneros que practica.

Humor, poesía y cierto optimismo son algunos ingredients de sus espectáculos previos, alguno de los cuales se han podido ver en Barcelona y Madrid (Shazam!). No obstante, Iris no destila tanta felicidad como anteriores montajes de Decouflé. Creado durante 2003 durante una estancia en Japón, estrenado en 1993 en el Théâtre National de Chaillot de París, Iris está marcado, reconoce el propio creador, por un cierto velo de melancolía. La crítica ha señalado la influencia de Nikolais en el hecho de convertir el escenario en un calidoscopio, utilizando imágenes que se metamorfosean y que exigen una gran atención del espectador.

- Definen su nuevo espectáculo como una comedia musical a ritmo de blues. Pero el blues es una música más bien triste.
- Iris rezuma un cierto sentimiento de melancolía. Y se puede apreciar tanto en la danza como en la música.

- Ha subtitulado Iris como una "fantasía austera para un mundo moderno en desorden", pero conociendo sus anteriores espectáculos se hace difícil pensar que Iris sea ciertamente austero.
- En comparación con las piezas que suelo crear, Iris es más austera, pero no tanto. Sí que es cierto que este espectáculo destila una especie de tristeza .

- ¿Considera que este "mundo moderno en desorden" precisa de la austeridad?
- No es una cuestión de necesidad. Esta austeridad se impone lo desee uno o no lo desee. Al escuchar y mirar el mundo que nos rodea es lógico sentir una incapacidad para lograr intervenir de manera eficiente, para lograr aliviar el dolor que pesa en la humanidad, ya sea a causa de las guerras o de la pobreza. Y, precisamente, es esta incapacidad la que me provoca una carga de melancolía. Quizás este sentimiento está motivado porque soy consciente de los límites de la poesía frente al desorden del mundo actual.

Atracción por Japón
- Pese a ese desorden, ¿hacia dónde cree usted que camina actualmente el mundo? ¿viviremos en un planeta absolutamente globalizado y homogéneo o se tenderá a mantener y a intentar acrecentar las diferencias entre culturas?
- El mundo actual se esta globalizando, están desapareciendo, se están borrando poco a poco las culturas ancestrales. Y, por lo menos de momento, no estamos viendo que aparezca una verdadera cultura globalizada, sino que lo que está emergiendo es una economía globalizada que no hace más que aumentar el abismo que separa a los poderosos de los más humildes.

Iris no es el primer espectáculo que Decouflé hace inspirándose en la cultura oriental. De hecho, lleva viajando y trabajando en Japón desde hace tiempo y, en 1996 , estrenó allí Dora, el gato que vivió un millón de veces musical inspirado en un libro infantil en el que se contaban las historias de un gato inmortal.

- Precisamente, usted ha decidido hablar de este mundo en caos a través del choque de culturas. En Iris, no sólo trabaja con artistas franceses, japoneses y chinos, sino que ha desarrollado el proceso de creación en Japón.
- El deseo de trabajar en Asia y más concretamente en Japón existe en mí desde hace mucho tiempo. Hace muchos años que viajo y trabajo regularmente en Japón. Y existe una doble confrontación: por un lado, en Japón viven una colisión entre su cultura y sus valores tradicionales y el hipercapitalismo y sus disturbios; por otro, también reflejamos la colisión entre la cultura japonesa y la cultura europea. Así que es cierto que en Iris traté de reunir universos culturales muy diferentes, trabajando con artistas japoneses, chinos y franceses.

- En sus viajes a Japón debe haber vivido muy de cerca esa dualidad entre modernidad y tradición.
- Me siento atraído por la cultura japonesa. Pero, como le decía, en Japón se vive fuertemente el choque entre el mundo moderno y el tradicional. Por ejemplo, esa contradicción se hace muy evidente en Tokyo: existen barriostan tradicionales como Asakusa, mientras que han aparecido otros como Akihabara, muy moderno con sus tiendas de materiales electrónicos, con grandes letreros luminosos y grandes pantallas donde se proyectan imágenes, o Shibuya, un barrio "caliente" donde toda la juventud se reúne.

- Y ¿cómo se ha desarrollado el trabajo con los artistas japoneses?, ¿se refleja en ellos esa dualidad que vive su sociedad?
- No ha sido tan fácil encontrar buenos bailarines en Japón porque, a menudo deben trabajar fuera del ámbito cultural para sobrevivir. Así que finalmente los artistas que he encontrado para trabajar en Iris están muy motivados para colaborar con los bailarines de mi compañía.

- ¿Cómo ha sido el trabajo de creación de Iris? ¿Ha trabajado a partir de las improvisaciones? ¿Ha creado su espectáculo en función de las aptitudes de sus bailarines?
- Los bailarines proponen su "material" coreográfico y lo hacen a base de improvisaciones. Mi labor consiste en tratar de armonizar todas esas proposiciones a través de una arquitectura basada en la lectura del cuerpo humano y en un camino que descubre los órganos. Siento mucho interés en la medicina tradicional asiática, en el concepto de líneas de energía, en la relación que se establece entre los órganos que conforman el cuerpo humano y el cosmos.

Dar placer al público
- Pero en este espectáculo no tan sólo conviven diferentes culturas sino también diferentes disciplinas artísticas. En Iris, como es habitual en sus trabajos, conviven música, danza, circo, cabaret y también imagen videográfica.
- Siempe he querido introducir el mundo del circo en el universo de la danza, mezclar el movimiento y el juego teatral, jugar con las imágenes. En Iris hemos trabajado a partir de jugar con imágenes filmadas de nuestros bailarines actuando en diferentes espacios públicos de Japón y con la danza en directo sobre el escenario.

- Sus espectáculo parecen siempre pensados para el público, para devolverle una cierta sonrisa. Nadie puede acusarle de ser uno de esos creadores que trabajan de espaldas a los espectadores.
- Siento un gran aprecio y también un enorme respeto por mi público y conseguir darle placer forma parte de mis preocupaciones artísticas. Mis trabajos existen porque tengo un público a quien dirigirlos.