Teatro

Si dentro de un limón...

Director: Yayo Cáceres

17 junio, 2004 02:00

Intérpretes: Juan Cañas, íñigo Echevarría, Miguel Magdalena y Alvaro Tato. Autor: A. Tato y Cia. Ron Lala. Sala Itaca. Madrid

Es un poco cajón de sastre en el que cabe todo; pero como todo está hecho con un talento sin afectación, es absolutamente recomendable para jóvenes, viejos, hipocondríacos, espídicos, solitarios, curas y militares. Las leves irreverencias de Si dentro de un limón metes un gorrión, el limón vuela no inquietan y tienen, además, el sello claro de una libertad sin límites: un humor fresco e inmediato. Palabra y gesto, música, canciones y un desparpajo que fermenta en el impulso joven y las buenas vibraciones de una nueva sala alternativa: Itaca.

Entre gag y gag hay un hilo conductor que plantea algunos interrogantes sobre la libertad, sugeridos ya por el propio título de la función: el amarillo, el limón, el gorrión y el vuelo. ¿De verdad volaría un limón si dentro se le pusiera un gorrión? Hay opiniones para todos los gustos. La que a mi me parece más coherente y obvia es que el limón acabaría convirtiéndose sin contrapartida en una fábula para el gorrión. Las conclusiones de estos cómicos, entre los que destaca el transformismo de Juan Cañas, y de buena parte del público son parecidas a esa metáfora de la jaula, aunque con más poética filosófica: el limón sigue agrio y el gorrión deja de volar. Y si fuese un canario flauta, digo yo, también dejaría de cantar. O sea que no es frivolidad todo lo que reluce en este grupo de excelentes actores (Cañas, Iñigo Echevarría, Miguel Magdalena y Alvaro Tato) que dominan la expresión corporal, la música, la canción y todo lo que se les ponga por delante; su humor tiene un sutil intríngulis que enseguida capta un público jaranero. También tienen una gran capacidad para la parodia. El remedo, por ejemplo, de un cuadro flamenco es descacharrante; o el sarcasmo sobre aquel suceso verídico de un torero que mató en la Gran Vía de Madrid, vestido de paisano, un toro desmandado que amenazaba la vida de los paseantes. Creo que el torero fue Fortuna, aunque eso es lo de menos. Lo de más es la gracia con que se escenifica el asunto.