Teatro

Doña Rosita...

Autor: Federico García Lorca

16 septiembre, 2004 02:00

Director: Miguel Narros. Intérpretes: Verónica Forqué, A. Hermida, J. Serrano. Teatro Español. Madrid.

Me hubiera quedado eternamente amarrado a la butaca del Español, absorto en los rifirrafes de Alicia Hermida (el ama) y Julieta Serrano (la tía), contemplándolas absorto como el monje aquel que se quedó colgado del canto de un pajarico. 400 años duró el sueño y le pareció al monje un suspiro; no estaría de más que esa eternidad durase la presencia de Julileta Serrano y Alicia Hermida en escena. Eso, y poco más, es esta función: un Lorca menor. Y un personaje, Doña Rosita, al que calificar de menor sería una piadosa metáfora. Doña Rosita adquiere más consistencia en el último acto, cuando descubre una "traición" tan evidente que sólo una tonta de baba podía ignorar. Consecuentemente, el nivel interpretativo de Verónica Forqué mejora en estas circunstancias. Pero por contemplar la dolorosa hondura actoral de Julieta Serrano y el genial desparpajo y la naturalidad de Alicia Hermida, merece la pena el suplicio de Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores; a este consuelo también contribuye la flexible solidez de Ana María Ventura en una rica venida a menos y sin posibilidades.

Y no es que no me guste la minuciosa dirección de Narros o la escenografía sobria y con injertos vegetales de Andrea D’Odorico. Ambas son meritorias; lo que no me gusta es Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores. ¿Por qué? Porque el tiempo ha pasado devastadoramente sobre ella y porque, en líneas generales, los personajes son de cartón-piedra, y más acartonados por el inefable lenguaje que emplea. Es un Lorca tan cursi que parece Alejandro Casona; y que ni siquiera aprovecha la hostilidad de clases sociales que se apunta tímidamente. Una pregunta es inevitable: ¿Qué puede aportar al lenguaje teatral de hoy un tema y un lenguaje irremediablemente viejos como el de Doña Rosita?