Image: Directores estrella: Eimuntas Nekrosius, Christoph Marthaler, Robert Lepage

Image: Directores estrella: Eimuntas Nekrosius, Christoph Marthaler, Robert Lepage

Teatro

Directores estrella: Eimuntas Nekrosius, Christoph Marthaler, Robert Lepage

Festival de otoño 2004

7 octubre, 2004 02:00

Eimuntas Nekrosius

Entre las figuras estrella que han sido invitadas destacan tres directores internacionales de prestigio. Robert Lepage, fiel a la cita del Festival desde hace años, Christoph Marthaler y Eimuntas Nekrosius, que presentan sus trabajos por primera vez en Madrid.

Eimuntas Nekrosius
Eimuntas Nekrosius (Raisenai, Lituania, 1951) es el gran pope de la escena lituana, el renovador de un teatro que, a mediados del siglo pasado, seguía influido por la escuela rusa y contemplaba con admiración los trabajos de sus vecinos polacos, entre los que brillaban Kantor y Grotowski. Durante la década de los setenta Nekrosius estuvo al frente del Teatro Joven de Vilna, un importante centro de creación que destacó por su espíritu inquieto y renovador. Después de su paso por el Teatro Dramático de Kaunas -donde representó Ivanov, de su admirado Chejov- reanuda su colaboración con el Teatro Joven, donde sigue buscando nuevas lecturas a clásicos como Gogol (La nariz), Chejov (Tío Vania) y Aimatov (El día más largo de un siglo).

En 1998 crea su actual compañía, Meno Fortas (La fortaleza del arte), una formación de sólidos actores adiestrados en un teatro de raíces rusas que potencia la expresividad corporal a través de la voz y el movimiento físico. Esta compañía es la responsable de producciones como Life y de su exitosa trilogía shakespeareana, formada por las tragedias Hamlet, Macbeth y Otelo.
En apenas un año el más destacado de los directores lituanos habrá visitado nuestro país en dos ocasiones: la primera lo hizo el año pasado, cuando inauguró la temporada del Teatro Nacional de Cataluña con un Hamlet ultramoderno de ecos constructivistas que no perdía de vista los ritos y los mitos religiosos. Esta mística también estará presente en su segunda visita, en esta ocasión a Madrid, donde estrena El cantar de los cantares (Teatro de Madrid, a partir del 21 de octubre), obra mística, sugerente y metafórica que tiene, además, el "honor" de ser la única producción del festival -en coproducción con la compañía Meno Fortas y el Baltic Theatre di San Pietroburgo-.

Poemas del Antiguo Testamento. El cantar de los cantares de Salomón es una colección de poemas amorosos nupciales recogidos en el Antiguo Testamento y que fueron "censurados" por el Concilio de Trento, que prohibió su traducción a las lenguas vernáculas. Metafóricos y sugerentes, estos poemas despertaron el interés de Fray Luis de León -quien los tradujo al castellano por encargo de Isabel de Osorio-, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús.

Nekrosius revisa este texto bíblico estructurado en ocho capítulos en los que el punto de partida son "el hombre y la mujer. Todas las parejas de la historia que repiten el milagro del amor". La vanguardia de Nekrosius consiste en su mirada poética, alegórica y fantástica sobre textos clásicos. Su versión de El cantar de los cantares promete cumplir con la demanda de imágenes impactantes -muy físicas y simbólicas- que su trabajo genera en el espectador que, sin embargo, no debe contentarse con el impacto visual, pues el director también invita a la reflexión sobre la experiencia del amor.


Christoph Marthaler
Su reputación le sitúa como uno de los directores más radicales de la escena suizo-alemana, autor de óperas y de un teatro burlesco que se inspira en la realidad para mostrar su ridiculez y los miedos actuales del hombre. Nacido en Erlenbach (Zurich), en 1951, es músico de formación: toca el oboe, la flauta y diversos instrumentos de los siglos XIV al XVIII. Se inició en el teatro como compositor para directores de escena alemanes hasta que vivió el París del 68 y se aproximó más todavía al teatro tras su paso por la escuela de Jacques Lecoq. Sus primeros espectáculos, de finales de los 70, tenían una inspiración claramente dadaísta y resultaban difíciles de clasificar. En 1980 estrena Indeed, su primera gran obra en la que integraba músicos y actores.

La realidad es siempre un motivo de inspiración para Marthaler, una realidad de la que se burla para divertirse. En 1989 crea Una velada de canciones para soldados, con motivo de la votación para reclutar a la población de su país (en Suiza es obligatorio el servicio militar), y en el que parodiaba el himno nacional helvético. Sin embargo, es con su legendario requiem por la RDA (Murx den Europäer! Murx ihn!), estrenado en la Volksböhne de Berlín en 1993 y protagonizado por uno de sus actores fetiche, Ueli Jaeggi, que accede al reconocimiento internacional.

"Soy músico y, a menudo, compongo mis textos como partituras polifónicas. Cuando comienzo un trabajo no sé a priori por dónde empezar, y el canto me parece una buena manera de buscar un sentido, una dirección. Es igualmente un buen ejercicio para los actores. Se aprende mucho cantando en coro, en particular a escuchar", explica este director que gusta de grandes elencos.

En el año 2000 fue nombrado director de la Schauspielhaus de Zurich. Allí, y con la dramaturga Stefanie Carp, una de sus más estrechas colaboradoras, estrenó Noche de Reyes, de Shakespeare, La muerte de Danton, de Böchner, y diversas apuestas musicales como La bella Molinera, de Schubert o Las noches de Figaro, de Mozart. El director cesó el pasado mes de junio al frente del coliseo de Zurich, por no compartir el programa económico que el teatro se había propuesto llevar a cabo. Esta situación le inspira a Marthaler Groundings, una variación de la esperanza, estrenado en la pasada edición del Festival de Aviñón, y en la que establecía un paralelismo entre su caso particular al frente del teatro y el cierre de la compañía nacional suiza Swisair, una mordaz crítica a la nueva economía.

El sueño alemán
El trabajo que presenta en Madrid, Los diez mandamientos, le fue encargado por la Volksböhne. En él, el director intenta adentrarse en la mentalidad y los sentimientos encontrados de los alemanes tras la unificación. Para ello, se sirve de un poeta napolitano, Raffaele Viviani, cuya obra evoca el ambiente y las gentes de Italia. Marthaler quiere revivir el ideal que, al parecer, comparten muchos alemanes: la posibilidad de vivir alguna vez en su vida en la dorada Italia. Y allí los traslada.


Robert Lepage
Pocos directores despiertan tanta admiración en nuestro país como el canadiense Robert Lepage (Quebec, 1957), que ya se ha convertido en un habitual del Festival de Otoño, donde ha exhibido sus últimos trabajos. En la edición pasada estrenó su Trilogía de los dragones, la obra que mejor resume su universo creativo, en el que juega un papel muy importante la cultural oriental. Estudiante brillante del Conservatorio de Arte Dramático de Quebec, comenzó su carrera profesional en la década de los 80 como actor, autor y director de escena y cine. En 1993 crea Ex Machina, su actual compañía.

Lepage es un constructor de realidades alternativas, un demiurgo que juguetea con la tecnología para incorporarla de lleno en todos los espectáculos, asumiendo una parte importante de una nueva gramática escénica que él ha creado y que aplica a todas sus obras. Montajes como Elsinor, El polígrafo, La cara oculta de la luna o Apasionada -su particular visión de la relación entre Frida Kahlo y Diero Rivera- son ejemplos de su concepción teatral, entendida de forma lúdica. Sus puestas en escena son como mecanos que se elevan gracias tanto al trabajo interpretativo como a la tecnología. "La tecnología -dice el director- es una herramienta muy importante en la labor de Ex Machina, pero para que sea realmente eficaz es necesario integrarla en el trabajo de los actores. De esta forma, se convierte en una extensión de su interpretación, dándoles nuevas posibilidades para enriquecer sus aptitudes".

Lepage y su compañía dan forma a sus sueños en La Caserne Dalhousie, un centro de experimentación localizado en Quebec, a donde tuvo que desplazarse todo el elenco español de La Celestina. La presencia de Nuria Espert en este montaje, es, para Lepage, fundamental. "Nuria tiene mucha experiencia y notoriedad, y aunque es una grandísima artista sigue teniendo dudas. Para mí, la duda engendra creación. Su acercamiento a la interpretación es muy fresco y natural, y eso la hace ser auténtica. Es un placer trabajar con ella".