Image: Ainhoa Amestoy estrena a su padre

Image: Ainhoa Amestoy estrena a su padre

Teatro

Ainhoa Amestoy estrena a su padre

"De Jerusalén a Jericó" en el Círculo de Bellas Artes

14 octubre, 2004 02:00

Blanca Herrera y Garbiñe Insausti, en un ensayo

Ainhoa Amestoy debuta como directora de teatro. Ainhoa es actriz; recibió clases de William Layton, el gurú del "Método" en España, y subió al escenario por primera vez de la mano de Miguel Narros, haciendo doña Paquita en El sí de las niñas. Hace un par de años, aproximadamente, daba vigorosa y juvenil réplica a Beatriz Carvajal en Cierra bien la puerta, primer título de la tetralogía sobre la mujer en estos tiempos, que Ignacio Amestoy ha cobijado genéricamente en un verso de ángela Figuera: "Si en el asfalto hubiera margaritas".

El quid de la cuestión de Cierra bien la puerta era la confrontación de generaciones, una madre cautiva del éxito profesional y una hija aspirante al mismo, pero desconcertada y justiciera. Esta hija interpretada por Ainhoa Amestoy, certifica el fracaso o, por lo menos la incertidumbre histórica, de los nostálgicos del 68, con una frase lapidaria: "Debajo de los adoquines nunca estará la playa". De alguna forma, el título general de la tetralogía, el verso de ángela Figuera sobre la imposibilidad de que crezcan margaritas sobre el asfalto, está ligado con la utopía de la playa bajo los adoquines. La confrontación con la madre de aquel personaje rebelde, se torna ahora, en la vida real del teatro, en encuentro paterno filial al dirigir Ainhoa De Jerusalén a Jericó, cuarto título de la tetralogía. Siempre sospeché que el papel principal de esta tensa obra, una discapacitada inteligente en lucha contra todos para autoafirmarse, estaba destinado a Ainhoa; pero la directora in pectore que siempre alimentó la actriz se ha impuesto a ésta. En la actualidad, cursa segundo curso de dirección en la RESAD y el Doctorado en Literatura Comparada.

Los papeles más decisivos de Ainhoa Amestoy, como el ya citado en Cierra bien la puerta, y el de la impulsiva periodista en la obra de Jerónimo López Mozo, El olvido está lleno de memoria, la señalan con la marca de los rebeldes y los inquietos. Esto da a su configuración intelectual un punto de incierta insurgencia, imprescindible a la condición de directora; condición que no sepultará definitivamente, supongo, a la actriz.

Segunda en subir a escena
Si el oficio de un intérprete joven se contrasta con el magisterio de sus oponentes, en Ainhoa se endurecía y depuraba en la agitada obra de López Mozo, frente a un espléndido Francisco Merino, en el papel de un actor famoso en tiempos que, a la vuelta del exilio, se encuentra sin pasado sin presente y sin porvenir; El olvido está lleno de memoria pasó fugazmente por la cartelera madrileña y no estaría de más que fuese recuperada.

De Jerusalén a Jericó llega el día 16 al Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde se exhibe dentro de la Muestra de Teatro de las Autonomías. Mientras, las otras dos piezas de la tetralogía: Rondó para dos mujeres y dos hombres -que aborda los celos profesionales entre las parejas- y Chocolate para desayunar -una obra en la órbita de Jardiel Poncela- se preparan para subir al escenario. Esta producción ha contado con la colaboración de la Asociación de Daño Cerebral Sobrevenido (Apanefa) y está protagonizada por Blanca Herrera, Garbiñe Insausti, Fran Fernández Asensio, Borja Cortés y Nicoleta Cristina.