Teatro

Blaster, monólogo de un pirata

Autor y director: Marco Llamas Iglesias

14 octubre, 2004 02:00

Intérpretes: Mario Zorrilla. Sala Karpas. Madrid

La última noche de un hombre condenado a muerte por pirata y por hereje: 1673. Un buen texto, una sala cómoda y pequeña -la incomodidad del asiento suele ser característica de estos recintos- y un excelente actor, Mario Zorrilla, curtido en la dureza heroica del circuito alternativo. Este teatro, tiene algo de piratería: sentido de la libertad, romanticismo conmovedor, pero sin la patente de corso que pudieran ser las subvenciones, sin el apoyo estatal que tenían los corsarios. El teatro alternativo es una aventura que nunca se sabe cómo acaba; a veces en ahorcamiento, colgado hasta morir por asfixia económica, como Blaster, el pirata. Ahí están, sin embargo, El canto de la cabra, Lagrada, El montacargas, Triángulo y Karpas, una de las más recientes. Parece raro, mas estas pequeñas salas sobreviven y se expanden.

La idea del texto de Marco Llamas es un elogio de la libertad y un alegato contra inquisiciones varias. Blaster, "el que golpea más fuerte" fue pirata a la fuerza, único sobreviviente, a los 8 años, de un abordaje cuando emigraba con sus padres a las Indias Occidentales. En la fúnebre reflexión de su última noche en capilla, no se reconoce ni ladrón ni hereje, no tiene fe ni religión y, por lo tanto, no sabe de qué le ha obligado a abjurar el Santo Oficio ni qué fe abraza. Mario Zorrilla es el condenado a muerte, temeroso del trance después de haberla desafiado tantas veces; es el hombre despojado hasta de su identidad, pues José Orozco es una referencia carente de sentido frente a Blaster, el luchador indómito. Blaster prefiere la muerte a la sumisión y al vasallaje. Mario Zorrilla hace una interpretación rica en matices y conmovedora con frecuencia. El pánico de un hombre que sabe lo que es la muerte, pero no lo que hay detrás de ella.