Image: José Antonio

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Teatro

José Antonio

“No voy a hacer una compañía de autor del Ballet Nacional”

21 abril, 2005 02:00

José Antonio. Foto: Mercedes Rodríguez

El Ballet Nacional de España presenta mañana, en la Zarzuela de Madrid, el programa de esta temporada con el que se estrena su nuevo director, José Antonio. El coreógrafo, que ya dirigió la compañía entre 1986 y 1992, explica a El Cultural la difícil situación por la que atraviesa la compañía y qué medidas va a tomar para recuperar el prestigio perdido.

El Ballet Nacional de España (BNE) vive una nueva etapa bajo la dirección de José Antonio, bailarín y coreógrafo cuya trayectoria ha estado ligada a la de la compañía desde su fundación, en 1978. Ha sido primer bailarín del BNE, luego bailarín estrella y finalmente director. Así que conoce bien los entresijos de las compañías públicas, ya que también ha estado al frente de la Compañía Andaluza de Danza. Desde el punto de vista artístico, es cauto a la hora de mezclar el repertorio clásico con obras de creación actual.

-¿Qué diferencias ve entre el actual BNE y el que dejó en 1992?
- Hay una gran diferencia. En el 92 había todo un recorrido, un elenco de bailarines que habían hecho roles muy importantes. Era una compañía más consolidada, que había recogido los frutos de todo su trabajo. Ahora la compañía la forman gente muy joven y hay algunos con mucho talento y posibilidades. En aquella época era una plantilla fija, ahora son bailarines contratados, mucho mejor para hacer una labor artística porque no estás supeditado a un personal fijo.

-¿Cree que el BNE ha perdido importancia?
-En los últimos años sí, a lo mejor por las circunstancias y no por la dirección. Ha habido épocas complicadas y eso se refleja a la hora de trabajar. Ha estado muy condicionado y los bailarines deben responder con su trabajo, no con sus presiones. El prestigio que el BNE tuvo en otros momentos ha ido desapareciendo. Ocurre en todos los colectivos cuando se estancan, pero hay un nivel que se debe de exigir a una compañía pública.

-¿Cómo valora las tres direcciones artísticas que se han sucedido desde que usted se fue?
-Cada una de ellas tuvo sus complejidades. La dirección que a mí me pareció mucho más convulsiva pero que por lo menos era una apuesta valiente fue la de Aída Gómez. A algunos no les gustó, pero al menos había valentía y frescura. Hubo un momento en que el BNE se quedó como añejo, pero no con solera sino con olor a naftalina.

-¿Qué cree que puede aportar en esta nueva etapa?
-Una serenidad que a lo mejor no tenía en aquella época. Soy muy inquieto, pero hay un camino recorrido y eso te da una perspectiva. No estoy seguro de nada pero estoy con los pies más en la tierra. En lo artístico soy absolutamente imparcial, intento que los trabajos los hagan las personas que creo que mejor pueden hacerlo. Antes luchaba mucho para intentar que todo el mundo fuera feliz y eso es un error tremendo. No se puede satisfacer a todo el mundo. Este es un carro que aunque esté dirigido, la tracción la tenemos que llevar todos. Si no hay una identificación y un vínculo colectivo, no sirve de nada.

Carmen Amaya y Escuela Bolera
-Hábleme del repertorio de esta temporada.
-Todo ha sido ocasional, porque al no esperarme el regreso no tenía nada previsto. El primer programa que vamos a presentar en La Zarzuela es una recuperación de un ballet mío, Aires de Villa y Corte, algo que creo que debe aparecer en el repertorio del Ballet. Es la Escuela Bolera tratada con un lenguaje actual y fresco, sin que sea desarraigado. Es el primer trabajo que hice cuando monté mi compañía "José Antonio y los Ballets españoles", pero en realidad era un encargo que había hecho a José Nieto para el último año en que yo estuve en el BNE. No lo llegué a montar pero la partitura estaba hecha. Vuelve al Ballet después de un periplo. Me hace mucha ilusión que se haga la Escuela Bolara nuevamente y además con el aliciente de que en esta ocasión va a ser interpretado con músicos en directo, de la Orquesta Roberto Grandío, y parte de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, dirigida por José de Eusebio.

-La Escuela Bolera atraviesa un momento crítico ¿qué futuro ve?
-Ahora prácticamente no se baila. Creo que cuando salga alguien con peso, que dedique sus esfuerzos a darle el reconocimiento que merece, volverá. Las cosas que tienen valor no desaparecen. Pero es difícil mantenerla si van desapareciendo las personas que lo hacían con rigor, pues cuando se haga dentro de unos años puede que sea un híbrido sin esencia ni estilo ni raíz. Habría que tomar cartas en el asunto, pues se debería preservar la Escuela Bolera no solo como una pieza arqueológica, sino para que tenga un desarrollo actualizado.

-¿Y la segunda parte del programa?
-Leyenda, es un trabajo que hice en el 2002, del que estoy orgulloso porque de alguna manera ha sido un peldaño para artistas que son los que en esta ocasión he incorporado como bailarines principales al Ballet: úrsula López, Elena Algado y Miguel ángel Corbacho. Fue un trabajo fundamental para ellas dos y una referencia para las bailarinas actuales. Está inspirada en Carmen Amaya y dedicado a ella, aunque intento no abusar de su nombre. José Antonio Rodríguez creó una música bellísima que va a estar interpretada por él y los músicos en directo. Y también se presenta El Loco, de Javier Latorre, un encargo de Elvira Andrés que he mantenido. Me parece que es un trabajo valiente.

-Tiene pendiente un trabajo con música de Chano Domínguez.
-En julio inauguraremos el Festival de Granada con Café de Chinitas, con las ocho canciones de García Lorca adaptadas e interpretadas por Chano Domínguez y su grupo y con colaboración extraordinaria de la cantaora Esperanza Fernández.

-¿Cuáles son sus prioridades para el BNE ?
-Lo prioritario es que los bailarines cada vez bailen mejor y que salga gente importante de aquí. Y luego no voy a hacer una compañía de autor, sino que voy a establecer unos criterios para asentar el repertorio. Este año coincide que hay repertorio mío, pero en todas mis compañías he tenido coreografías de otras personas; eso enriquece mucho a un colectivo. No me interesa trabajar con gente que sean profesionales en el sentido mecánico de la palabra. La profesionalidad tiene que estar vinculada a la ilusión del que empieza a bailar. Me gusta que haya una disciplina pero me gusta ver seres vivos, con una identidad propia. A partir de septiembre la compañía tendrá un taller para jóvenes de 16 a 21 años. Se va a hacer inicialmente una labor de formación y de preparación de intérpretes y más adelante estudiaremos el aspecto de la creación.

Mantener la cordura
-Y en cuanto al repertorio ¿qué se propone?
-Es algo muy manido lo de que hay que preservar el repertorio histórico, pero hay algunas cosas que son recuperables y otras que el tiempo se encarga de borrar. Hay que mantener la cordura entre el pasado, el presente y lo que se avecina. Creo que el BNE debe tener un repertorio pensado para sus intérpretes. Puntualmente se pueden invitar a artistas. Quiero que la compañía esté más identificada con trabajos que te crean una corriente de sentimientos y de sensaciones más que con los que siguen unos parámetros estéticos y que luego el tiempo se encarga de atenuar.

-Y los nuevos creadores ¿qué lugar tendrán dentro del repertorio?
-Dígame dónde están los nuevos creadores porque hay a lo mejor dos o tres, nada más.

-Entonces ¿con quién colaboraría en un futuro?
-Hay personas que me emocionan. Eva Yerbabuena, cuando sale a bailar ya te olvidas de la coreografía, es una bailaora extraordinaria. Y luego ángel Rojas y Carlos Rodríguez, o Antonio Najarro, gente que han pasado por mí y les tengo un gran cariño.