Image: Deborah Warner vuelve a España con Julio César

Image: Deborah Warner vuelve a España con Julio César

Teatro

Deborah Warner vuelve a España con Julio César

16 junio, 2005 02:00

50 figurantes son la multitud a la que Marco Antonio conduce a la violencia con su retórica inflamada. Foto: Neil Libbert

El Teatro Español de Madrid sigue con su política de mostrar la calidad del teatro británico. Del 19 al 26 presenta Julius Caesar (Julio César), superproducción dirigida por Deborah Warner con casi 30 actores, -Ralph Fiennes, Anton Lesser y Simon Russell Beale, entre otros-, y 50 figurantes. Warner, que no volvía por estos pagos desde hace 17 años, cuando visitó Madrid con Tito Andrónico, ha contado con unos medios extraordinarios para esta coproducción de cuatro teatros europeos valorada en más de dos millones de euros. Ya exhibida en Londres y París, llega precedida de la controversia que supone trasladar su trama política a nuestros días y con la guerra de Irak de fondo.

Julio César es obra para estos tiempos, dice la directora británica Deborah Warner, porque vivimos "un momento en el que hay que observar las formas de poder y ver si las democracias pueden sobrevivir. En tiempo de crisis hay que releer los textos sólidos, no es hora para documentales de televisión sobre política. Necesitamos claves, verdades importantes sobre la condición humana". Así justifica Warner la traslación que hace a nuestros días de esta tragedia en la que Shakespeare reflexiona sobre la moral y la política, sobre el poder y la manipulación de las masas. Gira la obra en torno al senador romano Bruto, defensor de la República, quien idea un complot para asesinar a Julio César porque teme que se proclame emperador animado por su recientes victorias militares. Marco Antonio, aliado de César, conducirá a las masas hacia la guerra para echar del poder a los conjurados. ¿Son tan nobles como parecen los ideales que impulsan a Bruto a matar a César? ¿Esta justificado el asesinato para echar del poder al tirano?: estos son algunos de los interrogantes que se abren en el texto y sobre los que Deborah Warner ha hecho pivotar el montaje.

César asociado a Bush
Desde las primeras escenas las alusiones a Estados Unidos y la guerra de Iraq son obvias; Julio César aparece como un político, seguro y dominador, mientras su mujer Calpurnia es una mujer de raza negra ataviada con elegantes trajes que a algunos críticos les ha recordado a la Secretaria de Estado de Estados Unidos, Condolezza Rice. Traslaciones que, como ha dicho a El Cultural Mario Gas, director del teatro Español, "funcionan a las mil maravillas porque no son arbitrarias. Yo creo que el concepto de la obra es muy bueno. No es que hable de una situación concreta, sino que ofrece una visión general". No se muestra tan partidario de la adaptación el crítico Michael Billington, quien ha escrito en The Guardian que "aunque la obra sucede en la actualidad, tiene algunos anacronismos políticos"; en su opinión, César parece un amable líder de partido que sabe llevar a las masas estilo Bush, pero que no convence como para creer que es una peligrosa amenaza fascista a la que le espera el asesinato.

Exhibida ya en Londres y París, la crítica sí ha coincidido a la hora de señalar las virtudes del montaje. "Nos hace replantearnos a Bruto", dice Billington, "y entierra la idea de que encarna el ideal del heroico liberal". También cuenta con un extraordinario reparto, del que Gas apostilla que es de "una contundencia y solvencia propia de los elencos ingleses". Aunque Ralph Fiennes es el más conocido en nuestro país, no es precisamente el que más brilla. Fiennes ya trabajó con Warner (King John,1989) y aquí interpreta a Marco Antonio. El personaje central de la pieza, Bruto, lo hace Anton Lesser, cuya composición de un hombre neurótico y atormentado, de intelectual angustiado, está llena de matices y da una idea novedosa del personaje; muy alabado ha sido el Casio de Simon Russell Beale -artista asociado de la Royal Shakespeare Company (RSC) y del Royal National Theatre- , mientras John Shrapnel es Julio César. Habitual colaboradora de Warner, Fiona Shaw es la trastornada Porcia, mujer de Bruto. En total, el elenco reúne a 28 actores a los que en Madrid se sumarán 50 figurantes.

Este gentío, esencial para la escena en la que Marco Antonio ofrece su oración fúnebre con un discurso inflamado, es reclutado allí donde la obra se representa. En Londres alcanzó el centenar, pero la cifra varía en función del teatro.

"Su número depende de las condiciones del escenario", explica Gas, "hemos hecho un casting para seleccionar en Madrid a un grupo que sea multirracial, como pedía la directora". Warner esta habituada a dirigir grandes masas en escena; en Salzburgo puso en escena un Coriolano con 250 extras. Aquí juegan también un papel importante, en especial en la segunda parte, cuando tienen lugar las batallas que mantienen partidarios de Marco Antonio frente a Bruto y Casio.

En 1989 se vio por primera vez en nuestro país, dentro del desaparecido Festival Internacional de Madrid, el trabajo que catapultó a Warner: Tito Andrónico. Warner llegó entonces como la joven promesa de la dirección de la RSC, con una obra que duraba casi cuatro horas y con la que pocos directores se habían atrevido por la sucesión de violaciones, mutilaciones y ejecuciones que tienen lugar: la directora mostró su habilidad para hilvanar en una tragedia así momentos de carcajada. Warner, que antes de desembarcar en la RSC ya había montado Rey Lear, Medida por medida y Coriolano, siguió con Shakespeare, siendo su última producción del bardo un brillante y controvertido Ricardo II que estrenó en 1997 (interpretado por Fiona Shaw). Desde entonces se ha dedicado a otros autores (Brecht, Sófocles, T.S. Eliot), a la ópera e incluso a hacer instalaciones artísticas.

Dos millones de euros
Julius Caesar se estrenó en Londres el pasado mes de abril, producida por el Barbican International Theatre Events (BITE) y en la que han intervenido también los teatros Nacional de Chaillot de París (dirigido por Ariel Goldenberg, también director del Festival de Otoño de Madrid), Español de Madrid y Grand Théatre de la Ville de Luxemburgo. La producción ha costado 1,4 millones de libras (algo más de dos millones de euros), según el diario inglés The Independent. Un extraordinario presupuesto que ha permitido a la directora gozar de unas condiciones de producción envidiables (curiosidad: la preparación de los ensayos incluyó una visita de los actores al Parlamento inglés).

La contribución del Español ha sido de 180.000 euros y su participación se gestó el pasado año, cuando Gas contactó con Warner para tratar de que viniera a dirigir una obra con actores españoles. "La idea se mantiene", dice Gas, "y espero que para 2006-07 pueda hacerse". Julio César dura tres horas y 15 minutos y se representa del 19 al 26 de junio, con una sesión doble el día 25.


Deborah Warner fundó en 1980 The Kick Theatre Company, con la que se dio a conocer en el Festival de Edimburgo gracias a sus innovadores montajes de Shakespeare (Rey Lear, Coriolano, La Tempestad). Ha confesado que fueron años que "me dictaron una manera de hacer teatro pobre, no teníamos dinero para vestuario o escenografías, nuestra gran fuerza eran los actores". Ese aprendizaje lo aplicó después en la Royal Shakespeare Company, donde dirigió obras memorables como Tito Andrónico. En los últimos años se ha dedicado a la ópera y también a instalaciones artísticas (Angel Project).