Teatro

La persistencia de la imagen

Autor: Raúl Hernández. Director : Javier G. Yagöe

16 junio, 2005 02:00

Interpretes: Alberto Jiménez y Lucía Quintana. Sala Princesa. Teatro María Guerrero

La sala Princesa esta adquiriendo una característica: caligrafía intensa e íntima, calidad; y complicidad de fieles más que pasividad de espectadores. Sin esa complicidad difícil sería entender La persistencia de la imagen, un texto turbador de Raúl Hernández, un autor difícil que, supongo, sabe cuáles son sus límites: la minoría inmesa juanramoniana. Raúl Hernández escribe desde la radicalidad de un lenguaje sin retóricas ni literarias ni visuales; escribe desde la insistencia de sucesivas vueltas de tuerca sobre la realidad aparente, empeñada con terquedad en modificarse a sí misma. Con estos elementos de sugerencia, misterio y cierto hermetismo trabaja Javier G. Yagöe el desarrollo sorpresivo de esta pieza; el título alude a la naturaleza óptica del teatro que rompe o, por lo menos reequilibra, la hegemonía de la palabra. Imagen apoyada en un video narrativo, aunque más apoyada en la visualidad palpitante de los cuerpos y sus luces y sus sombras y su disposición en el espacio escénico. En ese juego cabe asentar la pasión de un ciego en el referente de unas fotografías. Apuntalada esta distorsión de la realidad, quedan las dudas e incertidumbres, la violencia turbadora y una ternura insólita erizada de pistolas. Hay un enigma que prevalece y queda abierto sin resolver del todo: espionaje y sexo, clandestinidad, penumbras prostibularias, soledad y amor. Espléndida la desolación y el impulso destructivo que imprimen a sus inquietantes personajes Alberto Jiménez y Lucía Quintana.