Image: La familia a tamaño microscópico

Image: La familia a tamaño microscópico

Teatro

La familia a tamaño microscópico

El Teatro de los Manantiales estrena Ácaros en El Canto de la Cabra

7 julio, 2005 02:00

Sonia Ortiz y Maribel Bravo en un momento de Ácaros

A partir del 7 de julio se puede ver en El Canto de la Cabra de Madrid Ácaros, montaje que ha cosechado un gran éxito en la escena valenciana. Xavier Puchades firma esta irónica obra sobre la soledad del hombre y la ruptura de la familia que dirige Ximo Flores. La obra inaugura la programación al aire libre de la sala alternativa.

El extrañamiento que provoca la ausencia de familiaridad en un entorno paradójicamente cotidiano es el primer golpe de efecto con el que sacude ácaros a los ojos intrusos que se cuelan en este drama familiar -con mucho humor negro- que tantas características comparte con el universo fílmico de David Lynch y que Ximo Flores ha potenciado desde la dirección escénica. Alejado del costumbrismo de un discurso textual al uso y metido en las tierras movedizas del posmodernismo al que le une la experimentación formal, la interrogación de los valores tradicionales -como la unidad familiar, tan traída y llevada en estos días- y cierta desorientación existencial de sus personajes, ácaros es un texto que, sin embargo, comparte con el clasicismo la permanencia del personaje y la existencia de un conflicto que dinamiza la obra.

Escrita en el 2000 por Xavier Puchades, premiada en el 2003 con el Castell d’Alaquàs al Mejor Texto Dramático y Proyecto de Puesta en Escena y estrenada en el 2004, esta obra es la décima producción del Teatro de los Manantiales, compañía y espacio escénico valenciano que ha sido durante una década una de los principales y escasos focos de agitación y creación del teatro alternativo o "independiente" -como ellos mismos dicen- del Levante, donde "existe mucho talento pero todo está muy desvertebrado y el teatro institucional pesa mucho", asegura el director Ximo Flores.

El origen del manantial
Flores y Ruth Atienza crearon el Teatro de los Manantiales en medio del estancamiento de la escena valenciana. Era el año 1990. Tomaron el nombre de Grotowski, quien se refería al teatro de los manantiales como aquel que explora el hecho teatral. Así, a lo largo de una década su compromiso ha estado "con la búsqueda de lenguajes que se acerquen a lo que pasa estéticamente en el mundo actual y la interdisciplinaridad con otras artes", comenta Flores. Eso les ha llevado a montar textos como Acera derecha y Rey Lear de Rodrigo García, obras de Daniel Veronese y textos de Xavier Puchades y Arturo Sánchez, dramaturgos estos últimos que forman parte del Teatro de los Manantiales junto con el actor Miguel ángel Altet.

ácaros se inscribe en esa línea de experimentación que ha marcado todos los montajes de la compañía. Sin embargo, y a pesar de ciertas señas de indentidad teatrales comunes con Rodrigo García -figura presente en la trayectoria del grupo-, esta obra se inscribe en la línea clásica de pervivencia del personaje, frente a la tendencia del creador argentino a "matarlo". Bajo esta premisa se nos presenta a una familia en descomposición y a otra que nunca llegará a formarse, envuelta en lo que Puchades califica de "descenso a los infiernos". En este caso el infierno es el escenario suburbano y claustrofóbico del metro. "La protagonista más joven es una Eurídice que será sacrificada por su pareja, un Orfeo que no la salva sino que la remata". Junto a la joven pareja que simboliza la familia que nunca llegará a formarse nos encontramos con los personajes grotescos de la "madre" y el "padre" taxista. "Ellos son el lado más negativo de la familia. El padre simboliza el fascismo cotidiano de los pequeños actos y reproduce modelos aún vigentes", dice el autor.

Universo inquietante
Para potenciar este drama de la familia en descomposición Puchades ha elegido los ácaros como metáfora de las relaciones interpersonales. "Estamos llenos de ácaros: si no nos fijamos son invisibles, pero si reparamos en ellos son monstruosos. Lo mismo sucede con las personas".

Dentro del proceso de creación colectiva en el que se inscriben las producciones de esta compañía, el director Ximo Flores ha participado en la "reescritura" escénica de la obra: le ha dado mayor protagonismo a la luz y a los sonidos -reconocida influencia lynchiana- y ha primado los componentes oníricos y de extrañamiento para convertir esta parábola sobre el hundimiento de la familia y el conflicto generacional en un sueño-pesadilla. La cuidada interpretación de Maribel Bravo, Nando Pascual, Miguel ángel Altet y Sonia Ortiz sorprenderán al espectador por la diversidad de registros y la aterradora cercanía.