Image: El infierno del cine, por Eduardo Rodríguez Merchán

Image: El infierno del cine, por Eduardo Rodríguez Merchán

Teatro

El infierno del cine, por Eduardo Rodríguez Merchán

Miguel Mihura, centenario

21 julio, 2005 02:00

Pepe Isbert en Bienvenido Mr. Marshall

En 1962, el genial dramaturgo Miguel Mihura escribe con su habitual y acerada ironía sobre su definitivo adiós al mundo del celuloide: "... cuando yo me aburrí del cine o el cine se aburrió de mí, ya que estas cosas no se sabe nunca cómo se producen". Se cierra así una prolífica etapa cinematográfica de casi treinta años que algunos hemos definido -azuzados por los sentimientos del autor teatral- como de "infernal". El cine, pese a ser una de las fuentes esenciales de la economía personal de Mihura y la pasión vital de su hermano Jerónimo, no fue para el autor madrileño, también dibujante y humorista, un mundo en el que se sintiera a gusto: "En el cine todo el mundo opina y me cansé del cine".

En el periodo en que se van a estrenar Las entretenidas, La bella Dorotea o Ninette y un señor de Murcia, Mihura ya es uno de los hitos del teatro comercial español y uno de los más reputados guionistas del cine español de los años cuarenta y cincuenta. Lejos quedan ya unos comienzos meramente alimenticios como adaptador de diálogos para el doblaje de películas americanas, como eficaz, sugerente y rompedor dialoguista en los vanguardistas cortometrajes de Eduardo García Maroto durante los años treinta (Una de fieras..., Una de miedo, Y ahora,... una de ladrones), o como creador de un nuevo lenguaje -que ahora llamaríamos "codornicesco" y que marca una feliz etapa en el cine español anterior a la Guerra Civil.

Lejos queda también su participación en algunas olvidables películas de la oscura postguerra o como inventor -junto con su entonces inseparable Antonio de Lara "Tono"- de arriesgados y experimentales juegos con el doblaje en los que se cambian los diálogos originales de una opereta alemana para convertirla en una disparatada comedia casi surrealista para regocijo de un público todavía muy ingenuo en los aspectos de la utilización del sonido cinematográfico (Un bigote para dos, 1940).

Pese a lo que se podría pensar en la actualidad fue el cine -bastante antes que el teatro- quien reconoce y valora el talento humorístico y renovador de Miguel Mihura. Reclamado por los mejores directores como guionista, dialoguista o argumentista, el entonces frustrado dramaturgo dedica buena parte de su tiempo durante las décadas del más duro franquismo a su actividad cinematográfica. Buenas prueba de ello serán los magníficos guiones de La calle sin sol (1948), para Rafael Gil, una historia policíaca influida por el realismo poético francés con excelentes hallazgos narrativos, pese a su ingenuo final; o el extraordinario y muy personal Mi adorado Juan (1949), rodado por su hermano Jerónimo y recreado posteriormente para ser estrenada en las tablas del teatro de la Comedia en 1956. En ambas demuestra un oficio y una sabiduría cinematográficos que resultaban muy difíciles de encontrar en el cine de ese momento. De la misma forma que -tal como hemos defendido siempre Fernando Lara y quien escribe -Mihura pone su inmensa profesionalidad al servicio de dos jóvenes talentos que van a revolucionar el cine español de los años 50. Me refiero a su esencial participación en la versión definitiva del guión de Bienvenido, Míster Marshall (1953), escrito en colaboración con J. A. Bardem y Luis G. Berlanga, película magistralmente dirigida por éste último y con toda seguridad una de las obras más decisivas de la historia de nuestro cine.

Si el teatro español reconoce hoy día, en el centenario de su nacimiento, la figura de un excelso dramaturgo, capaz de revolucionar el lenguaje teatral al mismo tiempo que escribe sus más comerciales obras para el teatro burgués, nuestro cine -o al menos aquellos que nos dedicamos a su estudio- debemos reconocer para Mihura también un lugar especialmente destacado entre sus más talentosos creadores.

Eduardo RODRíGUEZ MERCHáN

[Rodríguez Merchán es autor con Fernando Lara de Miguel Mihura, en el infierno del cine.]

Miguel Mihura, cien años de comedia rebelde
Miguel Mihura: cien años de seductor, por Francisco Umbral
El ocupante del sillón K, por Miguel Mihura
100 años, 10 claves y 1 propuesta, por Emilio de Miguel
Miguel Mihura, 1905-1977. Cronología
Mi amigo Miguel Mihura, por Gustavo Pérez Puig
El infierno del cine, por Eduardo Rodríguez Merchán