El estreno en 1977 de La Torna llevó a cárcel y juicio a Gabi Renom, Miriam de Maeztu, Arnau Vilardebó, Ferran Rañé y fue causa de rocambolesca fuga por parte de Albert Boadella. La sangrienta burla a la Guardia Civil y a los jueces que llevaron al "polaco" Heinz Chez al garrote vil, como una "torna" de la ejecución del preso político Salvador Puig Antich, marcó una inflexión en la trayectoria de Els Joglars. Hoy, su reposición se viste del recuerdo de aquellos militares recluidos en un asilo para ancianos. La puesta en escena parte de un taller con alumnos del Instituto del Teatro, excelentes actores. Es evidente que la ácida e incisiva crítica a los poderes judiciales y militares, en otro contexto, puede tener actualidad. Lo es también que esta puesta en escena sigue provocando la risa, aunque nuestro sentido del humor y la estética teatral ha cambiado sustancialmente. Casi las mismas máscaras, casi la misma escenografía, un artefacto de madera que adquiere diferentes sugestiones del espacio escénico. Es de nuevo la visión de unos guardias civiles y unos jueces sin la menor seriedad, borrachos y desinteresados por el reo; es un Consejo de Guerra presidido por fantoches inútiles y viciosos que condenan al reo y desprecian su vida y su ejecución sin apenas saber de qué le acusan ni quién es en realidad Heinz Chez (un alemán del Este llamado Georg Welzel, casado y padre de tres hijos). La torna de La Torna posiblemente gustará más a quienes no vivieron aquel momento ni vieron-aunque fuera en video- el espectáculo. A quienes lo vimos y lo vivimos, aun aceptando la actualidad del tema, su teatralidad nos remite a otros tiempos y nos parece un "déjà vu", fruto de la memoria teatral histórica.