Teatro

Edward Hall: “No hay compañía más fiel a Shakespeare que la mía”

Presenta El cuento de invierno en el Festival de Otoño

6 octubre, 2005 02:00

Edward Hall

Una de la compañías de mayor interés que visita el Festival de Otoño es la que dirige Edward Hall, Propeller, especializada en Shakespeare y formada exclusivamente por un elenco de actores masculinos, a imitación de las que existían en la época isabelina. Hall presentará en Madrid una de las más raras obras del autor inglés, El cuento de invierno.

Edward Hall lleva el teatro en las venas. Hijo del director británico Peter Hall, fundó Propeller a mediados de los 90 y a la sombra de la compañía The Watermill (un molino a las afueras de Londres reconvertido en teatro). La compañía está especializada en Shakespeare y entre los trabajos más sorprendentes que ha hecho figura la adaptación de las tres obras que componen Enrique VI. Hall, de 38 años, suele colaborar con otras compañías (Royal Shakespeatre, National Theatre) y ha dirigido también televisión y producciones de radio.

-Nadie se pone de acuerdo en si El cuento de invierno es comedia o tragedia.
-Los académicos y los críticos utilizan términos que no están definidos. Una gran comedia puede tener más dolor, más contenido dramático que una gran tragedia. Muchas veces nos reímos de nuestro sufrimiento. Pero también una gran tragedia puede tener un gran componente cómico. Esta obra es una mezcla maravillosa de risas y lágrimas. Es una historia escrita por un autor ya mayor que entendió la relación entre polos opuestos, los efectos negativos de las acciones bien intencionadas y viceversa. Es una obra paradójica, conflictiva y ambigua con toda una serie de sentimientos encontrados que se vierten en un mismo recipiente.

-¿Cuál de la obras que ha hecho con Propeller le ha dejado más satisfecho?
- No sabría decirle. Por el momento El cuento de invierno es la más importante porque es en la que estoy trabajando actualmente. Creo que ha sido una obra con trabas que hemos logrado superar. Estoy muy orgulloso por ello. También me satisface que la haya visto un amplio arco generacional de público y no es normal que una obra así produzca reacciones tan positivas.

-¿Es su trabajo más ambicioso?
- No ha sido una adaptación demasiado complicada, sólo la he cortado un poco. Desde el punto de vista de la dramaturgia estoy muy satisfecho. No es un trabajo tan complicado como Rose Rage, en la que Roger Warren y yo tuvimos que dejar Enrique VI en cuatro horas, cuando realmente dura nueve. El cuento de invierno es un trabajo más delicado, hay quetener en cuenta su complejidad.

-¿Cómo surge Propeller? ¿Funciona como una filial de The Watermill?
-Jill Fraser, la persona que lleva The Watermill, me preguntó hace siete u ocho años si podía hacer una compañía "gemela". Decidí aceptar y crear una obra de caracter experimental, con música en directo y un elenco exclusivamente masculino. Hice esto con Enrique VI y trabajé con actores a los que me costó mucho encontrar. Funcionó bien y nos fuimos de gira por todo el mundo. Entonces pensamos en hacer otra obra y a partir de ahí decidimos ponernos un nombre. Ahora funcionamos de un modo muy independiente. Solemos ir a The Watermill porque está en el campo, es como decir adiós al mundo y concentrarte solo en tu obra; no es fácil encontrar un ambiente así para trabajar. Diseñamos nuestros montajes en el contexto del escenario de The Watermill, que es muy pequeño, y a la vez pensamos en producciones que nos permitan explayarnos más. Representamos durante ocho o nuevesemanas y luego volvemos a ensayar para escenarios más grandes, pensando en las giras. The Watermill es nuestro hogar espiritual.

-¿Se siente libre, independiente?
-Sin duda. Soy absolutamente libre. Trabajar en The Watermill esmaravilloso porque Jill Fraser ha creado un ambiente fantástico. Trabajamos con bajísimos presupuestos, con audiencias de 200 personas, con música en directo, trombones, pianistas, percusionistas, harmónicas...

-¿Por qué creó una compañía sólo de hombres?
-Me pareció interesante hermanar la tradición clásica del teatro con la estética contemporánea. Pensé que si fue escrito para hombres lo representaríamos con hombres. Me parece muy interesante esta combinación porque necesito introducir el ambiente que me rodea.

-¿Qué otras características de la época de Shakespeare respetan?
-Es muy importante seguir con mucha atención el lenguaje. Trabajamos muy duro para hablar y expresarnos del modo más fiel a Shakespeare. No creo que existan otros actores que se expresen de una manera tan fiel como los nuestros. Hay que estar muy atentos a las metáforas, los símiles, el ritmo de los versos, la retórica... Muchos de estos actores llevan juntos siete u ocho años y se han convertido en verdaderos expertos. Es curioso que en tiempos de Shakespeare, con un nivel de preparación muchísimo menor, la gente entendía las obras y que a día de hoy haya gente que salga del teatro sorprendida por haberlas comprendido. Las historias en sí mismas son muy sencillas y hay un mensaje muy claro. Si se trabaja intensamente en ser fiel al texto, la historia sale adelante con claridad y sencillez.

-También ha trabajado con grandes compañías como la RSC. ¿Cuales son las diferencias ?
-Al final todo depende de los actores con los que trabajes y cómo se desarrollen los ensayos. Lo he pasado en grande haciendo Shakespeare con la RSC o en Japón. Como en todo, las grandes instituciones tienen sus ventajas e inconvenientes. Tienes todo los recursos, pero a veces vienen los problemas, los políticos... Cuando las instituciones funcionan es fabuloso pero cuando no lo hacen todo se convierte en un gran dolor de cabeza. Es una lotería, la verdad.

-¿En qué trabaja ahora?
-En el montaje de Once in a Lifetime, de Kaufman & Hart, que será repreentada dentro de unos meses en la sala grande, la Olivier, del National Theatre de Londres. Será un gran número, una comedia con 30 actores.


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