Teatro

Yo, Satán

Autor: Antonio Álamo. Director: Álvaro Lavin

24 noviembre, 2005 01:00

Actores: Adolfo Fernández, Alfonso Lara, Paco Sagarzazu... Teatro Bellas Artes. Madrid

Demoledora. Cada carcajada lleva en sus pliegues una carga de dinamita. Por este esperpento teológico de Antonio álamo pasa un papa descreído y demasiado humano (Paco Sagarzazu) que pone en peligro la existencia de la propia Iglesia; un arzobispo negro reivindicador de los derechos del Tercer Mundo (Ildefonso Tamayo) que quiere ser Papa sin reparar en medios; un monseñor masturbador y sodomita (Alex Furundarena) y otro monseñor maquiavélico e intrigante (Ramón Ibarra); cardenales conspiradores y asesinos (Juan Fernández y Adolfo Fernández) y un humilde fraile español, inocente y exorcista (Alfonso Lara). Lo grotesco se sobrepone a lo teológico e impide que la soflama se convierta en sermón moral y doctrinario a la inversa. El fondo de la cuestión son las intrigas de la curia, el hedor de las cloacas del Vaticano. Y el contrapunto, la inocencia corrompida. La antítesis es la contradicción entre una organización férrea y cruelmente terrenal basada en la espiritualidad y la fe de las gentes: milagrerías y ansias de eternidad.

La confusa retórica de la teología aniquila toda capacidad de discernimiento y, para afrontar ese contradios, Antonio álamo y álvaro Lavín han elegido el único camino viable: un sarcasmo que va mucho más allá de la ironía. Una cosa, por lo tanto, es la credulidad inducida y también genuina de los fieles, y otra muy distinta es el poder institucional, el gobierno del Vaticano. A este lo presenta álamo con crudeza irreverente y sin temblarle el pulso, con un lenguaje ágil e incisivo. Lenguaje que trasladado a su desarrollo escénico se apoya en un espacio escénico flexible, limpio y totalizador; en un vestuario y una iluminación espléndidos y perfectos. Y, sobre todo, en una interpretación y una dirección impecables.