Teatro

Muñecos autómatas

La Pradillo acoge lo último de los Hermanos Oligor

12 enero, 2006 01:00

La escenografía es una barraca de feria

El teatro de títeres y marionetas ha sido poco estimado durante mucho tiempo, hasta que diversas compañías y festivales le han devuelto el prestigio perdido con una serie de producciones dirigidas no sólo a los más pequeños, sino también con montajes para adultos que descubre la calidad, variedad y riqueza del teatro de estge género. Uno de estos casos es el de la compañía Hermanos Oligor. La formación está integrada por dos artistas artesanos vascos, que llegan a la sala Pradillo de Madrid con Las tribulaciones de Virginia, donde estarán hasta el 29 de enero.

La obra es un cuento que relata la fracasada relación amorosa entre Valentín y Virginia. El primero es un chico que, nada más conocer a la muchacha, se enamora de ella con tal ímpetu que desatiende el resto de las cosas para conseguir sus favores, llegando incluso a cambiar su vida. Al principio sus desvelos son atendidos por Virginia, pero luego la chica le desdeña, dejando al pobre Valentín destrozado por su desdichado amor.

Gesto, sombras, objetos y circo
Lo que diferencia a esta obra de otras de asunto similar es la forma de contarla, pues combina marionetas grandes y de diminuto tamaño. Para ello, los dos hermanos se sirven de una serie de "muñecos, autómatas animados por poleas y pedales, juguetes mecánicos y máquinas inspiradas en experimentos de causa-efecto", según la propia definición de los hermanos sobre su fantástico "elenco", que devuelve la magia de los artistas manipuladores a los escenarios. El resultado final es un espectáculo que emplea técnicas del teatro del gesto, de objetos y sombras, más otras propias del circo, la danza y la "performance"; y con una música que recuerda el típico sonido de las ferias, entre el que predomina el del tango, procedente también de una serie de cajas que como el resto del montaje es obra de un único actor visible por el público. Los Oligor representan Las tribulaciones de Virginia en una barraca de feria que montan en los teatros o espacios en los que actúan. La instalación, con lonas como paredes, cuenta con unas gradas con capacidad para medio centenar de espectadores y una pequeña pista en cuyo fondo se encuentra la "máquina de los prodigios" que se transforma a lo largo de la obra. El espectáculo, con una duración de un poco más de una hora, devuelve a los espectadores la ilusión de las barracas y el sabor de los espectáculos de antaño, cuando los cómicos iban de plaza en plaza con todos los bártulos necesarios para montar la farsa en cualquier lado. Algo de eso se puede comprobar en el documental Los Hermanos Oligor, una película de Joan López Lloret sobre los tres años de creación del espectáculo en el sótano de una nave valenciana y las primeras salidas de la compañía para representar Las tribulaciones de Virginia, que ha obtenido diversos premios en los festivales de cine documental de Málaga y Barcelona.