Teatro

Álex Rigola

“Con los autores hay que trabajar por encargo”

9 marzo, 2006 01:00

Álex Rigola. Foto: Quique García

Después de su desmadrado Ubú, Álex Rigola regresa a la Abadía de Madrid con Largo viaje hacia la noche. La obra póstuma de Eugène O"Neill, por la que el autor consiguió su cuarto Pulitzer, supone el ajuste de cuentas del escritor con su familia. La obra permite a Rigola hablar hoy de la familia y sus derivaciones.

En Largo viaje hacia la noche, Àlex Rigola utiliza el texto como un punto de partida para llegar a nuestros días. Ambientada en los Estados Unidos de los años 40, la pieza es la más autobiográfica de su autor y toca el delicado asunto de la familia, lo hace tan descarnadamente que no subió a los escenarios hasta años después de la muerte de O’Neill, por deseo suyo. Pieza de pocos actores, Rigola (también director del Teatro Lliure de Barcelona) ha contado con un reparto en el que figuran los madrileños Chete Lera e Israel Elejalde y los catalanes Mercé Arenaga y Oriol Vila, este último como "alter ego" del autor.

-O"Neill dedica Largo viaje… a su mujer, a quien escribe que es "una obra de antiguo dolor, escrita con sangre y lágrimas". ¡Menuda carta de presentación!
-Esta cita la queremos proyectar antes de que empiece el espectáculo porque nos indica que la obra parte de las propias vivencias del autor, lo que la hace un poquito más interesante. Una obra basada en unos hechos reales tiene más posibilidades de identificación con la realidad, en este caso es el rechazo a la propia familia. Quizá lo más interesante de esta pieza sean los fantasmas que se le aparecían a O"Neill, pero no sólo a él. También nos ha pasado a los que trabajamos en el espectáculo, a todos nos venían referentes de nuestra relación familiar mientras lo creábamos.

No future, final trágico
-O"Neill también dice que la obra es "un acto de amor".
-El acto de amor es hablar tan abiertamente de la propia familia. Es una obra de "no future", de no hay salida, con final trágico. Es un acto de amor exponerlo al resto del mundo para que reflexionemos alrededor de la estructura familiar que vivimos, porque hoy la familia no tiene un formato típico. Está la del padre, madre e hijos, pero también la de un hombre y una mujer que viven juntos, la formada por hermanos. La familia son las personas que en un momento de tu vida te sacan del agujero, los que te agarran con amor para que no te hundas. Pero también los que te dicen las verdades más brutales, las que no permitirías a tus mejores amigos, porque los perderías. Hay una auténtica relación de amor-odio, pero que no puede ser estática, tiene que evolucionar. Una de las grandes tragedias de esta pieza es que estos hijos no tienen donde ir para ser ellos mismos, continúan en una estructura que ha caducado. Hoy resulta una pieza muy interesante porque hay cantidad de ejemplos en los que los hijos no se independizan hasta los treinta y tantos, más o menos la edad de los personajes de la obra; eso lleva a una situación de difícil convivencia, donde impera un estilo de vida, el de las normas, que les lleva a situaciones personales y psicológicas muy problemáticas. La pieza plantea el tema de la libertad individual de unos personajes que no tienen que ser obligados a convivir entre ellos.

-¿Qué libertad individual se ha tomado para montar la pieza?
-Me he basado en el texto, que para mí es un punto de partida para hacer un espectáculo, no algo sagrado que no se puede tocar. He hecho una adaptación a nuestros días, me gusta que la gente se sienta situada en la actualidad, más un pequeño recorte porque hoy la mayoría del público no aguanta durante cuatro horas en una silla, es mejor estar dos horas pero concentrados. He pretendido una adaptación para todos, yo no hago teatro para gentes de una determinada edad, hago teatro para mentes abiertas.

-También ha optado por incorporar micrófonos a los actores.
-Me interesaba trabajar en torno al realismo interpretativo. Creo que la pieza lo permite y también dejar atrás los convencionalismos que esta manera de actuar arrastra. Uno de ellos es hablar fuerte y mirando hacia delante para llegar al público de la última fila. Eso lo puedes conseguir usando inalámbricos que casi no se noten pero que permiten oír al actor sin que grite e, incluso, cuando exprese pensamientos personales o introspecciones.

-O"Neill dice también que la obra es "un viaje hacia la luz", por lo que supongo que la iluminación del montaje tendrá su importancia.
-La pieza es un viaje hacia la oscuridad, pero quien marca el camino es la luz. El cambio del tiempo lo marca la luz, la de primera hora de la mañana y la que se necesita dentro de una casa. Cuando empiezan a tocar fondo los personajes, cuando parece que estamos en los últimos momentos de vida en la obra y en la familia, ya no hay luz natural, sólo queda la artificial.

-La nómina de actores (K. Kepburn, Olivier, Hurt, Spacey, V. Redgrave…) que ha hecho Largo viaje… en teatro o cine apabulla ¿por qué ha elegido a los del montaje?
-Ninguno tiene nada que envidiarles. Incluso después de ver la pieza yo pediría al público que vieran las películas de Kathrine Hepburn o Lawrence Olivier y compararan. Hemos hecho un trabajo muy duro porque el nivel de realidad de la pieza coloca a los personajes en situaciones físicas y de inteligencia al límite. Creo que, junto con el texto, es lo mejor que ofrecemos. Yo soy una persona que continuamente tengo necesidad de bandas sonora para apoyar la palabra; aquí se puede decir que no hay ninguna escena en la que apoye a los actores. Está la interpretación como elemento básico, único en una obra de actores. Están ellos, sólo ellos.

-¿Cómo le va dirigiendo un teatro como el Lluire?.
-La dirección del Lliure me ha permitido conocer una profesión alrededor del teatro que desconocía, tan apasionante como la dirección escénica. Se me pasa el tiempo tan rápido dirigiendo como haciendo la programación del teatro.

Autores autóctonos
-Parece que hay un decidido apoyo a autores de teatro en catalán.
-Antes siempre escogía el texto que más me gustaba sin plantearme el origen del autor, pero como director de un teatro público es evidente que tengo que hacerlo, porque si no apoyo a los autores que tengo a mi alrededor… Y no hay que hacerlo esperando resultados a corto plazo, sino para crear un poso que ofrezca frutos el día de mañana. He de decir que nuestros autores son tan buenos como los de fuera. Puede que fuera haya títulos mejores, pero no debemos asustarnos si aparece tan solo uno en todo un año. Yo escogía autores extranjeros y no autóctonos por la temática y me día cuenta que debíamos establecer un acuerdo con nuestros autores. Eso es lo que hacemos en el Lliure: encargos sobre temas acordes con la línea artística del teatro y que lleguen más fácilmente a los espectadores.

El Lliure y las Ramblas
-¿Cuáles son esos temas?
-En estos momentos, Paco Zarzoso, reflexionando sobre el héroe o el antihéroe de hoy, ha escrito una pieza maravillosa sobre Georges Bush junior. O Lluïsa Cunillé ha hecho un texto hiriente, brutal, con dos personajes sobre el Tercer Mundo, las grandes potencias mundiales y la Unión Europea. Y Pau Miró, sobre las mafias del Este instaladas en Europa. Son obras que no tenemos obligación de estrenar si consideramos que no tienen un determinado nivel, pero lo vamos a hacer. sus textos están sacados de cosas que pasan en la calle.

-¿Eso significa convertir el Lliure en una especie de las Ramblas?
-Sí, me gustaría. Siempre hemos hablado de buscar temas muy cercanos al ciudadano. Son textos originados casi por noticias periodísticas. Hacer un espectáculo por pura arqueología, para ver cómo era el teatro de esa época, no creo que sea la función del Lliure. Eso no quiere decir que no hagamos clásicos, siempre que el mensaje que desprendan siga siendo contemporáneo.