Teatro

Esperpentos

Portulanos

9 marzo, 2006 01:00

Tuve ocasión de conocer a Rodero cuando interpretaba a Max Estrella en el Luces de bohemia de Pasqual, allá por el año 84. A mí me había gustado el espectáculo, por lo cual me dejó de piedra Don Jose María cuando confesó que no estaba muy contento con el trabajo. El director ha recargado lo que ya era exagerado de por sí, dijo. Luego buscó las palabras precisas y añadió, con gesto estudiado y aquella voz magnífica e inconfundible: ¡Ha esperpentizado el esperpento! Hasta donde alcanza mi memoria profesional, la tónica cuando se monta un Valle Inclán es siempre de insatisfacción; la vaga e incómoda sensación de que aquello jamás termina de funcionar, que no encuentra una traducción a la escena capaz de igualar las altísimas expectativas que los textos despiertan al leerlos. Ni siquiera cuando los montajes son un gran éxito de público, como de hecho sucedió con aquel Luces de bohemia. Algunos colegas muy notables defienden que Valle es un mal dramaturgo, sin que eso suponga negarle su enormidad como escritor. El propio Gallego Hiperbólico dudaba, en una entrevista famosa, de la posibilidad de meter "sus verdes campos gallegos" en el cartón piedra del escenario.

Yo tengo mi humilde teoría; que, por cierto, le provocaba grandes carcajadas al inolvidable Miguel Medina, gran aficionado a Valle. Creo que el esperpento no es más que una boutade entre las muchas a las que tan afecto era Don Ramón. Boutade que luego todo el mundo se tomó demasiado en serio. Creo, y esto sí que no es una boutade, que Valle es un escritor naturalista; pero español, claro, y por tanto sometido a esta realidad extravagante de la cultura ibérica que no es comparable a las frialdades (emocionales, además de climáticas) de un Chekhov. No he encontrado en sus obras absolutamente nada, por ridículo o sublime que sea, que no haya visto o escuchado en la vida real. Rodero tenía razón: no hay necesidad de exagerar lo que ya es una hipérbole. Y si lo hacemos terminamos inevitablemente en esos montajes con actores gritones y gesticuladores que tanto nos decepcionan. Valle, en resumen, es un documentalista. El día en que los directores se den cuenta empezarán a gustarnos los montajes.